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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

martes, 18 de abril de 2017

federico garcía lorca / la cogida y la muerte










A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde. 
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde. 
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde. 
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde. 
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones de bordón
a las cinco de la tarde. 
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde. 
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde. 
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde. 
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde 
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde, 
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde. 
A las cinco de la tarde. 
A las cinco en Punto de la tarde. 

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde. 
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde. 
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde. 
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde. 
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde. 
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde, 
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde. 
A las cinco de la tarde.
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

***

Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, 1898-Alfacar, 1936) Antología poética. Buenos Aires: Losada, 1998.


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