jueves, 29 de febrero de 2024

nicolás lópez-pérez / la velocidad de la vida










                La posibilidad de otra sustitución del paisaje
                                                       Arkadii Dragomoshchenko

A contrapelo, sentimientos y algunas ideas
puestas en el congelador este invierno.
Nada personal qué gritar, solo la tarde.
Berlín se deshace entre las pupilas
y es un buen momento para recomenzar.
La claridad viene inaudita y se incorpora.
Quizás es producto de la experiencia
o de los errores que modifican el temple.
La misma cara de la misma moneda.
Experiencia, error, enroscarse es buen plan.

Lo gracioso es el ímpetu de la búsqueda.
De la razón, de la explicación más acorde.
Algunos dirán la sana oposición racional.
Cosas pensadas para otros, no con ellos.
Malamente, vivimos en el antagonismo.
Hacerse preguntas es continuar con vida.
Y para qué, si la nieve sigue cayendo.
Y para qué, si hay que parar la olla.
La derrota no es una solución real.
Ni la amargura ni el realismo van.
A veces la certeza puede ser fútil.
Las respuestas no caen del árbol.
No son manzanas que desean iluminar.

La velocidad de la vida: fragmentos
de agua que corren por la ciudad.
El paseante muerde el anzuelo:
próxima parada, lejos, muy lejos
de su zona de interés (vital)
de su zona de confort (emocional).
Tan solo materiales para seguir
trabajando preguntas sobre preguntas.

Quizás el paisaje podría sustituirse
con ese charquicán recién cocido
presente en la cabeza, idéntico
a una gallina empollando otra vida.
El anzuelo, entonces, y la ansiedad:
peces en el río que miran más allá:
el reverso cerúleo y las sombras.
El día se agota entre pendientes.
Cosas que se van postergando:
llamadas, mails, mensajes sin leer.
En especial, decisiones que esperan.
No queda registro de esta operación.
El bumerán que no impacta, vuelve.

La vida no es un proyecto ni un plan.
Deambular por el éxito y el fracaso
resulta un tira y afloja en el vaivén.
La experiencia ajena de algo sirve.
Después del anzuelo, vertir la cabeza
directo a un objeto de la misma realidad.
Leer o escribir, elongar las piernas, la lengua.
Hasta tocar la respiración de un extraño.
El paisaje cambia: el transcurrir transforma
la condición de las cosas en una dirección
necesaria e inusitada. Bienvenida, sorpresa.

La velocidad de la vida es relativa:
lenta, rápida, no logramos concebirla:
hay demasiada fe en los resúmenes.
Y la vida se hace liviana como una extraña.
El aire se siente tan limpio entre la multitud.
Entre esos rostros conocidos desconocidos
que oscilan entre este y oeste, sur y norte.
La propia es una existencia silenciada
solo concentrada en la narrativa portátil:
aprender, conmoverse y asociarse.
Tal vez la experiencia y el error
no son tan malos al final del día.
La tarde es una bola de discoteca.
La madrugada y la mañana también.
Y de pronto, un abrazo, un beso
y al camino otra vez, quizás hasta cuándo.

***
Nicolás López-Pérez (Rancagua, 1990). Inédito.

miércoles, 28 de febrero de 2024

vinicius de moraes / tres poemas










Fidelidad

*

De todo a mi amor estaré atento
Antes, y con tal celo, y siempre, y tanto
Que aun enfrente del mayor encanto
De él se encante más mi pensamiento.
 
Quiero vivirlo en cada vano momento
Y en su honor he de esparcir mi canto
Y reír mi risa y derramar mi llanto
A su pesar o a su contento.
 
Y así, cuando más tarde me procure
Quién sabe la muerte, angustia de quien vive
Quién sabe la soledad, fin de quien ama
 
Que yo pueda decirme del amor (que tuve):
Que no sea inmortal, puesto que es llama,
Pero que sea infinito mientras dure.
 
~

Una mujer

*

Cuando entró la madrugada extendí mi pecho sobre tu pecho.
Estabas temblorosa y tu rostro pálido y tus manos frías
Y la angustia del regreso habitaba ya en tus ojos.
Tuve piedad de tu destino que era morir en mi destino
Quise librar por un segundo de ti el peso de la carne.
Quise besarte en un vago cariño agradecido.
Pero cuando mis labios tocaron tus labios
Comprendí que la muerte ya estaba en tu cuerpo
Y que era preciso huir para no perder el único instante
En que fuiste realmente la ausencia del sufrimiento
En que realmente fuiste la calma.


La ausente


Amiga, infinitamente amiga
En algún lugar tu corazón late por mí
En algún lugar tus ojos se cierran al recuerdo de los míos.
En algún lugar tus manos se contraen, tus senos
Se llenan de leche, desfalleces y caminas
Como ciega a mi encuentro…
Amiga, última dulzura
La tranquilidad suavizó mi piel
Y mis cabellos. Sólo mi vientre
Te espera, lleno de raíces y de sombras.
Ven, amiga
Mi desnudez es absoluta
Mis ojos son espejos para tu deseo
Y mi pecho es tablero de suplicios.
Ven. Mis músculos son dulces para tus dientes
Y áspera está mi barba. Ven a sumergirte en mí
Como en el mar, ven a nadar en mí como en el mar
Ven a ahogarte en mí, amiga mía
En mí como en el mar…

***
Vinicius de Moraes (Rio de Janeiro, 1913-1980)
Versiones de Angélica Vaz da Silva y Diego Casas Fernández

/

Fidelidade


De tudo, ao meu amor serei atento
Antes, e com tal zelo, e sempre, e tanto
Que mesmo em face do maior encanto
Dele se encante mais meu pensamento
 
Quero vivê-lo em cada vão momento
E em seu louvor hei de espalhar meu canto
E rir meu riso e derramar meu pranto
Ao seu pesar ou seu contentamento
 
E assim quando mais tarde me procure
Quem sabe a morte, angústia de quem vive
Quem sabe a solidão, fim de quem ama
 
Eu possa me dizer do amor (que tive):
Que não seja imortal, posto que é chama
Mas que seja infinito enquanto dure.

~

A uma mulher


Quando a madrugada entrou eu estendi o meu peito nu sobre o teu peito
Estavas trêmula e teu rosto pálido e tuas mãos frias
E a angústia do regresso morava já nos teus olhos.
Tive piedade do teu destino que era morrer no meu destino
Quis afastar por um segundo de ti o fardo da carne
Quis beijar-te num vago carinho agradecido.
Mas quando meus lábios tocaram teus lábios
Eu compreendi que a morte já estava no teu corpo
E que era preciso fugir para não perder o único instante
Em que foste realmente a ausência de sofrimento
Em que realmente foste a serenidade.

~

A ausente


Amiga, infinitamente amiga
Em algum lugar teu coração bate por mim
Em algum lugar teus olhos se fecham à idéia dos meus.
Em algum lugar tuas mãos se crispam, teus seios
Se enchem de leite, tu desfaleces e caminhas
Como que cega ao meu encontro…
Amiga, última doçura
A tranqüilidade suavizou a minha pele
E os meus cabelos. Só meu ventre
Te espera, cheio de raízes e de sombras.
Vem, amiga
Minha nudez é absoluta
Meus olhos são espelhos para o teu desejo
E meu peito é tábua de suplícios
Vem. Meus músculos estão doces para os teus dentes
E áspera é minha barba. Vem mergulhar em mim
Como no mar, vem nadar em mim como no mar
Vem te afogar em mim, amiga minha
Em mim como no mar…

martes, 27 de febrero de 2024

sergio ojeda barías / de "berlín"









Aferrados
a una agenda inconclusa
como si huyéramos
hacia la parte incompleta
de este rompecabezas
nuestros lugares en el vacío
pertenecen al paisaje

En ese gesto lento
que se apoza en la retina
cambia el rumbo
de nuestras apetencias

Y en el sentido contrario
de esta carretera
                        suceden las cosas

Parece que nada
estuvo en su sitio
y tuvimos que arrendar
algunas historias

Guarecidos en la sospecha
como visión
somos paso al frente

Nuestros registros están disponibles
en fotocopias a baja resolución

~

Ha dejado de nevar en Puerto Natales
mi padre camina lento
en la espesura del silencio
las campanas en la noche
se dispersan en estas horas

En la misma avenida que hemos recorrido
se enlaza Karl-Marx-Allee
con Santa Julia y con los amigos

Esta puerta decaída y triste es la misma que tú construiste

Todo iba a salir bien
las agujas del reloj
se detienen en un punto distante
es una sola geografía
padre

Y es una sola persona
la que cae y despuebla su cuerpo
es la fiereza del minuto que resta

Y ya no caerán las heladas matinales
y los surcos quedarán envueltos
como memoria surtida
porque ahora no se puede hacer nada
sino vaciar el surtidor de las aguas
para sentir tu piel desperdigada

~

Creemos haber soñado esas fronteras
o haberlas compartido
Ignoramos
dónde acaban
ignoramos que nuestras presencias
no escogen caminos

Muchas veces
al otro lado de la vereda
nos entrelazamos en ese devenir
sin dejar huellas de nada
Podía ser cualquier tarde
difusas señas
al ritmo de un borrador
inundando el agujero

***
Sergio Ojeda Barías (Puerto Natales, 1965) Berlin. Santiago de Chile: Mago Editores, 2024.

lunes, 26 de febrero de 2024

pavella coppola / tú y yo seremos más tristes que este segundo













Allí estaba todo lo mío.
Era el tiempo. Nuestro todo tiempo, madre.
La agitación terrestre de esta línea.
Habrá otra jornada
otro sol en su centro
habrá rutina, señas,
pero tú y yo seremos más tristes que este segundo.

Alada rompes la huella en la espuma de esta casa nueva y vieja.
La madera cruje
la noria añosa redondea -por enésima vez- el océano
los pinos suben más allá de Quirilluca. Observa.

Quieta la noche, está la dormida hija. Ésa era yo.
Ahora me tienes aquí, pero no duermo.
Lo que hago es equilibrar tu delgadísima sombra en el cuerpo de tu casa.

Justo allí estaba todo lo mío.

En medio de esta espesa niebla estás conmigo:
tu brazo lo ilumina una estrella
y esta noria es un diafrafgma cansado en este mar que persiste.

Madre: no existe un lugar para más sillas.
Todo el mar está en tu mano
pedacitos de madera enredan tu pelo
ante el sielncio del día
y todo el mar bebes con la punta de tu lengua y tu dedo que tirita.

Tampoco existe febrero
tampoco los signos del reloj que divisamos en Ulm
ni zapatos verdes ni manto azul.
Pura bruma.
Puro viento.
Pura noria.

Merecida recorres esta niebla. Los pinos más allá de Quirilluca.
El mar, la sangre.
Él.

Todo habría sido distinto. Pero, llegó el desastre.

Yo no tengo más lágrima aquí dentro del corazón ni cuando veo un cisne
ni este búho allá recuerda el signo del infierno
menos esta paradojal oscuridad.

Nada sé de la matutina esperanza, aunque el colibrí ría en la ventana.
¿Desde dónde te extiendes, madre?

La noria arranca el corazón desde el oceáno
y gota
gota esta sangre.

Pero, el signo temporal me pertenece porque no sutura.
Todo habría sido distinto sin la rasgadura de la piel
asomándose en la lengua de todos estos años.
Todo habría sido distinto sin la rasgadura en la frente
ni la grieta midiendo el corazón henchido
y mi hermano a sollozos
y yo a sollozos
y tú sin saber dónde estabas
y toda esa gente
mientras el amor que venía esperando
en un fractal adelanto -ahora- estaba allí, ante la muerte.

Espantoso todo, madre.

El tiempo ingresa hacia atrás.
Desconozco cómo este pulso deja de ser febrero.

Luis dice que el dolor llega
que va con el viento y también con el sol.
Existen tardes sin pájarod, ni lluvia: la noria seca, sin ti, madre.

Justo allí, estaba todo lo mío.

Yo no sé. No tengo palabras.
Me comí las palabras cuando te alimenté, madre.
Ese día teníamos tanta hambre, madre.
Fuimos harapos.
Cinco largos días
extrañas horas era la ciudad.
Bebimos agua, mucha agua.
Nadie nos salvó porque fuimos huérfanos y lloramos
y pusimos en el suelo el pedazo de corazón:
hundí esta mano
arranqué el corazón desde las entrañas de mi pobre hermano
(tan delgado, tan ínfimo estaba allí, tan niño)
él hundió su mano -también- en mi pecho
y
gota tras gota
todo granate -de pronto- se inflamó el extenso pasillo
y jugamos a escribir letras con la sangre de nuestro inevitable corazón.
Y lo depositamos sobre los pies de papá.
Y le dijimos: morirás.
Y le dijimos: ella te ama.
Y lloramos.

Ahora equilibro tu delgadísima sombra en el cuerpo de tu casa.
La madera cruje
la casa se abre
esta vieja y nueva casa de madera es tu nombre
en esta vieja y nueva casa de madera está el colibrí de cabeza verde y ojo perdido
mira
su ojo se diluye.

La noria añosa insiste
la madera cruje
redondea -por enésima vez- el océano
y los pines suben más allá de Quirilluca
y tú muerdes la ucronía del hogar.

***
Pavella Coppola (Santiago de Chile, 1963) Mapa de Quirilluca. Santiago de Chile: Mago Editores, 2023.

domingo, 25 de febrero de 2024

ersi sotiropoulos / dos poemas













Uno o dos en el diván rojo

*

Puesto que este poema
Puede abrir
En el aire
Una dos tres toallas
1 sábana doble de hilo
3 blancas dobles
1 estampada
Una almohada
Y todo esto junto doblado
Puede perderse
Como un aeróstato ligero
Que abandona el sueño nadando
                                    en chocolate azul
Puede desparramarse
Donde será devorada la larga zanahoria
                                                del pasillo
Y la sangre empieza a concentrarse
En la alterada lengua de la casa
Donde nosotros nos amamos
Donde yo te amo
Me temo
Que repentinamente
Este poema pueda abrir en el aire
Un globo
Dos perros llenos de cubos
Una cabeza
Con las alas de los pájaros pegadas al gélido
         frontón

~

Del recibidor a la cocina por vía marítima

*

Sentarme en la cama
No decir ni mu
Ir de la cocina al recibidor
No moverme

Los mástiles de la casa tintinean
Te quiero

Me pregunto
qué hago contigo
por la noche
y si la suma de ayer era correcta.

Me pregunto
si el orgasmo del viernes 5 de abril
a las ocho de la tarde después de la dentista era mímesis
de una acción completa y eminente
y si las plantas de los pies crecen a esta edad.

Me pregunto
por qué escribo
este poema
y si éste es el lugar adecuado para una libreta
en el vertiginoso escote de mis muslos parecen
de locura hoy a las once de la mañana es la primera vez.

Tener cerca mis cigarrillos
las cerillas el cenicero
el calor el amoniaco las axilas
el dulce regreso.
Tener dentro la voz del orador la vacuna
en la cabeza en la cosa
el nombre de la cosa el oído del nombre.

Ahora escribo
Manos plisadas
llevando de la oreja la cajetilla de cigarros
por debajo de las puertas
las conduces a otra composición
Ceniceros engordando en los puntos críticos del recibidor.

Ahora escribo
La mujer es una época.
La época se pierde en la inmensidad de las estrellas.
En medio de la época hay una quebrada
Paralela al recibidor
Por encima de mis fuerzas.

Ahora escribo
Escribir de otra manera.
El número dos.
La única persona en el recibidor. ¿La has saludado?
La otra está en el pasillo.             ¿Le has hablado?
                                                ¿Qué le vas a regalar?
                    En primer lugar no pienses en mí.
                    El pesado
                    largo
                    leñoso                         como boca
                    vivo                             o pie
                    animalesco
                    bebé del recibidor.
                    ¿Soy su madre?
                    ¿Es mi hijo?

                    Decir no.
                    Alejarme de la puerta.

***
Ersi Sotiropoulos (Patras, 1953)
Versiones de Vicente Fernández González

/

ΕΝΑΣ Η ΔΥΟ ΣΤΟ ΚΟΚΚΙΝΟ ΝΤΙΒΑΝΙ

*

Εφ’όσον αυτό το ποίημα
Μπορεί ν’ανοίξει
Στον αέρα
Μια δυό τρεις πετσέτες
1 σεντόνι διπλό λινό
3 λευκά διπλά
1 εμπριμέ
Μια μαξιλαροθήκη
Κι όλα αυτά μαζί διπλωμένα
Μπορεί να χαθεί
Σαν ελαφρό αερόστατο
Που αφήνει τον ύπνο κολυμπώντας
                                    μες στη γαλάζια σοκολάτα
Μπορεί να σκορπίσει
Εκεί που πρόκειται να φαγωθεί το μακρύ καρώτο
                                                του διαδρόμου
Και το αίμα αρχίζει να μαζεύεται
Στην ανάστατη γλώσσα του σπιτιού
Εκεί που εμείς αγαπιόμαστε
Εκεί που εγώ σ’αγαπάω
Εγώ φοβάμαι
Ότι εντελώς ξαφνικά
Αυτό το ποίημα μπορεί ν’ανοίξει στον αέρα
Ένα μπαλόνι
Δυό σκυλιά γεμάτα κύβους
Ένα κεφάλι
Με τα φτερά των πουλιών κολλημένα στο παγερό
        αέτωμα.

~

ΑΠΟ ΤΟ ΧΩΛΛ ΣΤΗN ΚΟYΖΙNΑ ΔΙΑ ΘΑΛΑΣΣΗΣ

*

Να κάθομαι πάνω στο κρεβάτι
Να μη βγάζω άχνα
Να πηγαίνω από την κουζίνα στο χωλλ
Να μην κουνιέμαι

Τα κατάρτια του σπιτιού κουδουνίζουν
Σ’αγαπάω

Αναρωτιέμαι
τι κάνω μαζί σου
κάθε βράδι
κι αν το χθεσινό άθροισμα ήταν σωστό.

Αναρωτιέμαι
αν ο οργασμός της Παρασκευής 8 το βράδι
5 Απριλίου μετά την οδοντίατρο ήταν μίμησις
πράξεως σπουδαίας και τελείας
κι αν οι πατούσες μεγαλώνουν σ’αυτή την ηλικία.

Αναρωτιέμαι
γιατί γράφω
αυτό το ποίημα
κι αν αυτή είναι η κατάλληλη θέση για ένα μπλοκ
στο ιλιγγιώδες ντεκολτέ των μπουτιών μου φαίνονται
μούρλια σήμερα 11 το πρωί για πρώτη φορά.

Να έχω δίπλα τα τσιγάρα μου
τα σπίρτα το τασάκι
τη ζέστη την αμμωνία τις μασχάλες
τον γλυκό νόστο.
Να έχω μέσα τη φωνή του σπήκερ το εμβόλιο
μέσα στο κεφάλι μέσα στο πράγμα
το όνομα του πράγματος το αυτί του ονόματος.

Τώρα γράφω
Πλισσεδωτά χέρια
σέρνοντας από τ’αυτί το κουτί των τσιγάρων
κάτω από πόρτες
τα οδηγείς σε μια σύνθεση άλλη
Παχαίνουν τασάκια στα κρίσιμα σημεία του χωλλ.

Τώρα γράφω
Η γυναίκα είναι μια εποχή.
Η εποχή χάνεται στο αστρικό διάπλατο.
Στη μέση της εποχής είναι ένα λαγκάδι
Παράλληλο στο χωλλ
Πάνω από τις δυνάμεις μου.

Τώρα γράφω
Να γράψω κάπως αλλιώς.
Ο αριθμός δύο.
Ο μόνος άνθρωπος στο χωλλ.             Τον χαιρέτησες;
Η άλλη είναι στο διάδρομο.                Του μίλησες;
                                                             Τι θα του χαρίσεις;
                                    Πρώτα απ’όλα να μη με σκέφτεσαι
                                    Το βαρύ
                                    μακρύ
                                    ξύλινο                     σαν στόμα
                                    ζωντανό                         ή πόδι 
                                    ζωώδες
                                    μωρό του χωλλ.
                                    Είμαι η μητέρα του;
                                    Είναι ο γιός μου;

                                    Να λέω όχι.
                                    Nα φεύγω από την πόρτα. 

sábado, 24 de febrero de 2024

marie ponsot / matines y alabanzas










Emocionada como un chico sofisticado frente a su primera
pasión intelectual, consciente y plenamente libre
habiendo perdido el título de libertad absoluta;
lúcida, por una vez, como siempre lo estaré;

Es de día y aún temblando, todavía segura, mirá
no es un llamado mágico ni fe en la satisfacción del sexo
lo que me hace tu mujer; imprime nuestros libres
e independientes deseos de una vez; coloca
mi opción anterior en una cúspide deslumbrante
y en la nada, cancela, paga, todas las deudas.
Inquieta, incauta, quiero hablar la violencia,
decir poemas salvajes, silencio, quedate quieta, rezá por la gracia
sujeta para siempre; y luego, descansá en el denso
oscuro abrazo, dormida entre la tierra y el cielo.

***
Marie Ponsot (Nueva York, 1921-2009)
Versión de Silvia Camerotto

/

Matins and Lauds

*

Excited as a sophisticated boy at his first
Passion of intellect, aware and fully free
Having lost title to full liberty; struck
Aware, for once, as I would always be;

It day and I still shaken, still sure, see
It is not ring-magic nor the faithing leap of sex
That makes me your woman; marks our free
And separate wills with one intent; sets
My each earlier option at dazzling apex
And at naught; cancels, paid, all debts.
Restless, incautious, I want to talk violence,
Speak wild poems, hush, be still, pray grace
Taken forever; and after, lie long in the dense
Dark of your embrace, asleep between earth and space.

viernes, 23 de febrero de 2024

maría belén milla altabás / dos poemas













Durante el tiempo que me arrojaron


al cielo raso  me moví como un cernícalo
cacé otros cuerpos
dije que no
fui grosera  fui fácil de ver
algunos se acordaron de mí
quisieron que me alejara
pero yo seguí cazando cuerpos
sin culpa  no sentía culpa
estoy tan sola
con ternura
todos asentían con ternura
 

Poema para cruzar el estrecho de Bering


Ante la espalda tenaz de mi amante creo
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en un dios bueno y he de
ahogarme si cierra su cara
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en los lugares que nunca se defienden
sus genitales gobiernan la posibilidad
de otra luz
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ amo a un hombre que parece un enunciado
levanto mi falda, inicio una reparación
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ atenta a él y a su anécdota
le abrimos paso a lo nuevo, al giro
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ estético, a los principios básicos del frío
nos movemos porque el amor
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ es un cambio de lugar a otro más chico
siempre reduciendo, siempre hacia
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ lo justo
precisando: aquí nadie cabe, excepto
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ las economías de tu esternón, querido
mío creo en tu escroto y en aquella irregularidad
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de las cosas menores
qué hay del orden herido qué hay
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ del otro pelaje
las veces que vi
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ hermoso tu rostro, su tiempo leve
todo
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ se enorgullecía todo
se retorcía
 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ alrededor de nosotros todo
decía sí

***
María Belén Milla (Lima, 1991)

jueves, 22 de febrero de 2024

molly peacock / por qué no soy budista













Amo el deseo, el estado de necesidad y de saber
adquirir; construir un reino en el alma 
requiere del deseo. Amo las cosas que anhelo: 
tú en tu bata de baño sin amarrar, las lenguas de efectivo que cuelgan 
de mi billetera; y amo lo que quiero: ropa,
casas, redenciones. ¿Acaso un traje  nuevo color malva 
equivale a Dios? Oh, no, el deseo tiene jerarquías. Perder 
una pluma amada no es igual a perder la fe. El deseo pertinaz 
por un pastel de nuez es menos apremiante que la muerte,
pero  el pastel en su plato adquiere un significado,
incluso cuando el amor peligra y ya nada importa.
Para mi madre, salud, para mi hermana, desposeída, 
entereza. Pero ¿por qué el deseo es sufrimiento?
¿Por qué la carencia deja al mundo en harapos?
¿De qué otra manera si no en harapos debe estar el mundo?
Una casa con un portal rodeado de columnas en lo alto sobre un lago.
Ten, aquí está tu dinero. Un rostro amado en agonía, 
el espíritu se ha marchado. Ten, usa mis harapos de amor.

***
Molly Peacock (Bufalo, 1947)
Versión de Argentina Rodríguez

/

Why I'm not a Buddhist

*

I love desire, the state of want and thought
of how to get; building a kingdom in a soul
requires desire. I love the things I’ve sought-
you in your beltless bathrobe, tongues of cash that loll
from my billfold- and love what I want: clothes,
houses, redemption. Can a new mauve suit
equal God? Oh no, desire is ranked. To lose
a loved pen is not like losing faith. Acute
desire for nut gateau is driven out by death,
but the cake on its plate has meaning,
even when love is endangered and nothing matters.
For my mother, health; for my sister, bereft,
wholeness. But why is desire suffering?
Because want leaves a world in tatters?
How else but in tatters should a world be?
A columned porch set high above a lake.
Here, take my money. A loved face in agony,
the spirit gone. Here, use my rags of love.

miércoles, 21 de febrero de 2024

marosa di giorgio / dos poemas













Las tías 

*

Rosicler y Demonia venían bajando las cuestas. Después del mediodía las vimos. Descendían las lomas donde parecía que nunca iba a ponerse el sol. Allá arriba estaban sus siluetas, negras con sombrilla roja,
o rojas con sombrilla negra. 

Demoraban dos horas más o menos, en llegar. Las divisábamos y siempre estaban allá. Después de un breve descanso salíamos a mirarlas y ellas proseguían bajando sin llegar.

Al fin! pisaron los huertos, el jardín de duraznos y violeta. Media hora después tocaron el portal. Plegaban las sombrillas; los mayores les hacían reverencias; los más chicos ofrecían canastitas colmadas de pimpollos de rosa.

Todo esto ocurría cada vez que venían visitas. No sólo por ellas.

Rosicler y Demonia se sentaron bajo el emparrado; luego, solas, fueron al comedor y a la sala y a un dormitorio, y se acostaron y durmieron. Las sombrillas rojas o negras en el suelo, como enormes campanillas.

Cada una tenía en el suelo, a su lado, la sombrilla.

Por gentileza todos nos acostamos y dormimos, nos dábamos las buenas tardes.

Y cuando ellas despertaron también nosotros lo hacíamos, y marchamos todos al patio a beber un té. “De menta” “De muerta” “De alelí”. Y de camelia.

Ellas hablaron de lo que ocurría atrás de las lomas y más allá. Los sembrados, una pequeña guerra sin ningún duelo.

Pero eran insólitos los comentarios, la interpretación que daban. Una de las niñas lo apuntó ansiosamente en su cuaderno. 

Antes de que el sol comenzara a declinar, abrieron, de súbito, los paraguas. Parecían, al ponerse de pie, muy altas, como si hubieran crecido.

La casa, después que se fueron, quedó desfigurada, levemente desfigurada.

Por ejemplo, yo me acosté en el suelo. Bajó un pájaro desde lo alto y elevó un pollito. Una mariposa se partió en dos, y cada mitad volvíase otra mariposa, grande y asombrosa. Las dos mitades completas giraban.

Y se enfrentaban como peleándose.

~

La Trinidad

*

Algunas noches la Trinidad pasaba debajo del cielo, cerca de la tierra.

Era una construcción gloriosa y lúgubre. Yo distinguía los ojos del Padre brillando como brasas, los ojos del Hijo brillando como brasas; y entre ambos muchas alas confusas y sombrías: esto era el Espíritu Santo con las alas paradas, fijas.

Todo era una construcción desnivelada, fija, que pasaba volando, con los bordes ferozmente abrillantados.

Y cuando se había ido parecía chiquitito, como si hubieran pasado tres abejas juntas.

La azucena estaba crecida con las blancas copas al cielo; esa hortensia parecía uvas; la otra hortensia un ramo de rosas. Y la honguera. De la honguera salían con miedo unos honguitos, redondos y afelpados, que corrían un poco, corrían con miedo; como si fueran órganos sexuales que no perteneciesen a ningún cuerpo.

***
Marosa di Giorgio (Salto, 1932-Montevideo, 2004)

martes, 20 de febrero de 2024

simone weil / los astros









Astros en fuego que pueblan la noche en cielos lejanos;
astros mudos que giran ciegos sin ver, siempre helados,
arrancáis de nuestros corazones los días del ayer,
nos arrojáis al porvenir sin nuestro consentimiento,
y lloramos y todos nuestros gritos que os elevamos resultan vanos.
Puesto que es preciso, os seguiremos, atados los brazos,
los ojos vueltos hacia vuestro fulgor puro pero amargo.
Todo dolor importa poco a vuestro aspecto.
Callamos, titubeamos sobre nuestros caminos.
Está allí en el corazón repentino, su divino fuego.

***
Simone Weil (París, 1909-Ashford, 1943)
Versión de Adela Muñoz Fernández

lunes, 19 de febrero de 2024

mia couto / cinco poemas













Para ti

*

Fue para ti
que deshojé la lluvia
para ti solté el perfume de la tierra
toqué la nada
y para ti fue todo

Para ti creé todas las palabras
y todas me faltaron
en el minuto en que tajé
el sabor del siempre

Para ti di voz
a mis manos
abrí los gajos del tiempo
asalté el mundo
y pensé que todo estaba en nosotros
en ese dulce engaño
de que todos somos dueños
sin tener nada
simplemente porque era de noche
y no dormíamos
yo bajaba en tu pecho
para buscarme
y antes de que la oscuridad
nos ciñese la cintura
nos quedábamos en los ojos
viviendo de uno solo
amando de una sola vida.

~

La tardanza

*

El amor nos condena:
tardas
incluso cuando llegas antes.
Porque no es en el tiempo que yo te espero.

Te espero antes de haber vida
y eres tú quien hace nacer los días.

Cuando llegas
ya no soy más que nostalgia
y las flores
me cuelgan de los brazos
para dar color al suelo en el que te yergues.

Perdido el lugar
en que te aguardo,
sólo me queda agua en el labio
para aplacar tu sed.

Envejecida la palabra,
tomo la luna con mi boca
y la noche, ya sin voz
se va desnudando en ti.

Tu vestido cae
y es una nube.
Tu cuerpo se acuesta en el mío,
un río se va aguando hasta ser mar.

~

Identidad

*

Necesito ser otro
para ser yo mismo

Soy grano de roca
Soy el viento que la desgasta

Soy polen sin insecto

Soy arena sustentando
el sexo de los árboles

Existo donde me desconozco
aguardando a mi pasado
ansiando la esperanza del futuro

En el mundo que combato muero
en el mundo por el que lucho nazco.

~

Horario del Fin

*

se muere de nada
cuando llega el turno

es sólo una sacudida
en la carretera por donde ya no vamos

se muere todo
cuando no es el justo momento

y no es nunca
ese momento

~

Primera Palabra

*

Aproxima tu corazón
e inclina tu sangre
para que yo recoja
tus inaccesibles frutos
para que pruebe de tu agua
y repose en tu frente
inclina tu rostro
sobre la tierra sin vestigio
prepara tu vientre
para la anunciada visita
hasta que en los labios humedezca
la primera palabra de tu cuerpo.

***
Mia Couto (Beira, 1955)
Versiones de Raquel Madrigal Martínez

/

Para ti

*

Foi para ti
que desfolhei a chuva
para ti soltei o perfume da terra
toquei no nada
e para ti foi tudo

Para ti criei todas as palavras
e todas me faltaram
no minuto em que talhei
o sabor do sempre

Para ti dei voz
às minhas mãos
abri os gomos do tempo
assaltei o mundo
e pensei que tudo estava em nós
nesse doce engano
de tudo sermos donos
sem nada termos
simplesmente porque era de noite
e não dormíamos
eu descia em teu peito
para me procurar
e antes que a escuridão
nos cingisse a cintura
ficávamos nos olhos
vivendo de um só
amando de uma só vida.

~

A demora

*

O amor nos condena:
demoras
mesmo quando chegas antes.
Porque não é no tempo que eu te espero.

Espero-te antes de haver vida
e és tu quem faz nascer os dias.

Quando chegas
já não sou senão saudade
e as flores
tombam-me dos braços
para dar cor ao chão em que te ergues.

Perdido o lugar
em que te aguardo,
só me resta água no lábio
para aplacar a tua sede.

Envelhecida a palavra,
tomo a lua por minha boca
e a noite, já sem voz
se vai despindo em ti.

O teu vestido tomba
e é uma nuvem.
O teu corpo se deita no meu,
um rio se vai aguando até ser mar.

~

Identidade

*

Preciso ser um outro
para ser eu mesmo

Sou grão de rocha
Sou o vento que a desgasta

Sou pólen sem inseto

Sou areia sustentando
o sexo das árvores

Existo onde me desconheço
aguardando pelo meu passado
ansiando a esperança do futuro

No mundo que combato morro
no mundo por que luto nasço.

~

Horário do Fim

*

morre-se nada
quando chega a vez

é só um solavanco
na estrada por onde já não vamos

morre-se tudo
quando não é o justo momento

e não é nunca
esse momento

~

Primeira Palavra

*

Aproxima o teu coração
e inclina o teu sangue
para que eu recolha
os teus inacessíveis frutos
para que prove da tua água
e repouse na tua fronte
Debruça o teu rosto
sobre a terra sem vestígio
prepara o teu ventre
para a anunciada visita
até que nos lábios umedeça
a primeira palavra do teu corpo.

domingo, 18 de febrero de 2024

meret oppenheim / dos poemas










Verano

*

El león apoya su nariz sobre la orilla de la mesa
A su derecha y a su izquierda
Dos ninfas levitan
Le acarician las mejillas con blancas plumas
En sus ojos hay jaulas empotradas
En las jaulas ríen las brujas
Con sus ojos de faisán
Con pestañas de pavorreal
Con sus cabellos blancos
Con su pecho de piedra
El león ríe
Y sus colmillos de oro se iluminan
Desde que emerge el sol hasta su puesta.

~

Otoño

*

El ave estalla sin sonido alguno y de su vientre se eleva
Una fuente saltarina de plumas doradas
Los hongos se liberan del suelo y levitan
llevados por el aire caliente
hasta las nubes
en las nubes ríen las brujas
con sus ojos de faisán
con sus ojos de pavorreal
con su blanco cabello
con sus pechos de piedra

***
Meret Oppenheim (Berlín 1913- Basilea, 1985)
Fotografía de Stephen Moses
Versiones de Daniel Bencomo

sábado, 17 de febrero de 2024

enrique lihn / dos poemas













Barco viejo

*

A imagen de los vientos crecieron estos árboles
que imprecan hacia el mar donde los cuatro palos
de un velero inservible se excusan de los vientos.
“Andalucía” duerme, bella cárcel flotante
encarcelada como en una botella
en su vejez dejada de mano de las olas,
tan pura, que el bochinche de la marinería
será como si fuera cosa propia del sueño:
música de fonógrafo que casi no se escucha.

Estoy en Punta Arenas.
La nieve llega al corazón y el viento
toca hasta lo que escribo y lo dispersa.
Mi poesía apenas da unos pasos en falso:
aún el árbol verde del pensamiento abstracto
tendrá aquí que seguir el dictado del viento
que tuerce el árbol de oro, transformándolo en piedra.
Me haría falta oír toda la vida
lo que, por estos lados, dicen hombres y bestias;
pero aún más: entrar en el secreto.
De modo que la piedra horadada me hablara
por boca del silencio de lo que fue en el aire
antes del día de su aventamiento:
gritos que el roble sabe
de cuando el indio hizo su amor como agoniza
el petrel en la noche de los vientos,
de cuando sangre y nieve jugaron a encontrarse
y una ciudad se alzó donde cayeron hombres.

Nada habla por mi boca aquí, pero está bien
sentir que uno podría envejecer noblemente
mirando un barco viejo que termina de hundirse.

Punta Arenas, 1960

~

Si se ha de escribir correctamente poesía

*

Si se ha de escribir correctamente poesía
no basta con sentirse desfallecer en el jardín
bajo el peso concertado del alma o lo que fuere
y del célebre crepúsculo o lo que fuere.
El corazón es pobre de vocabulario.
Su laberinto: un juego para atrasados mentales
en que da risa verlo moverse como un buey
un lector integral de novelas por entrega.
Desde el momento en que coge el violín
ni siquiera el Vals triste de Sibelius
permanece en la sala que se llena de tango.
Salvo las honrosas excepciones las poetisas uruguayas
todavía confunden la poesía con el baile
en una mórbida quinta de recreo,
o la confunden con el sexo o la confunden con la muerte.
Si se ha de escribir correctamente poesía
en cualquier caso hay que tomarlo con calma.
Lo primero de todo: sentarse y madurar.
El odio prematuro a la literatura
puede ser de utilidad para no pasar en el ejército
por maricón, pero el mismo Rimbaud
que probó que la odiaba fue un ratón de biblioteca,
y esa náusea gloriosa le vino de roerla.
Se juega al ajedrez
con las palabras hasta para aullar.
Equilibrio inestable de la tinta y la sangre
que debes mantener de un verso a otro
so pena de romperte los papeles del alma.
Muerte, locura y sueño son otras tantas piezas
de marfil y de cuerno o lo que fuere;
lo importante es moverlas en el jardín a cuadros
de manera que el peón que baila con la reina
no le perdone el menor paso en falso.
Quienes insisten en llamar a las cosas por sus nombres
como si fueran claras y sencillas
las llenan simplemente de nuevos ornamentos.
No las expresan, giran en torno al diccionario,
inutilizan más y más el lenguaje,
las llaman por sus nombres y ellas responden por sus
nombres
pero se nos desnudan en los parajes oscuros.
Discursos, oraciones, juegos de sobremesa,
todas estas cositas por las que vamos tirando.
Si se ha de escribir correctamente poesía
no estaría de más bajar un poco el tono
sin adoptar por ello un silencio monolítico
ni decidirse por la murmuración.
Es un pez o algo así lo que esperamos pescar,
algo de vida, rápido, que se confunde con la sombra
y no la sombra misma ni el Leviatán entero.
Es algo que merezca recordarse
por alguna razón parecida a la nada
pero que no es la nada ni el Leviatán entero,
ni exactamente un zapato ni una dentadura postiza.

***
Enrique Lihn (Santiago de Chile, 1929-1988)

viernes, 16 de febrero de 2024

raúl deustua / arquitectura del poema













sa douceur aussi est mortelle.

La exacerbación de los sentidos: una música infinita. Vivir en el rumor inaudible de la noche como una serpiente de mar que muerde las estrellas.

Destruir a Dios y devolverlo a su raíz primera, al árbol sin frutos, pleno de amor y desolación. Si se pudiese defender la muerte como se defiende un paisaje húmedo y fértil, una sombra que vibra entre los dedos y nos hace un daño múltiple. ¡Estoy de pie en esta selva de cielos y metales! Todo árbol es la sombra de un lejano pastor, un inmenso oleaje que rompe los días, nuestro tránsito de sueño a sueño, a cada instante. Soy, Dios, primer Dios, tu dedo vacilante sobre el seno de un niño que juega con el polvo de tu nombre. ¡Cuántas leyes has devuelto al polvo!

Trato de llegar como un eco, sin rodear la larga playa sembrada de caracoles y medusas, de heladas corrientes bajo las constelaciones del Sur y los desiertos. La playa se elevaba contra el tiempo y éramos una infinita brisa de ojos mutilados y veraces, un súbito asombro en las mañanas de helechos y senderos. Hay ahora una pequeña humillación del tiempo. Estoy en el fondo de una caverna que se abre al sueño y a los dedos íntimos, severos, de la risa. Devolver a Dios a los caminos, enseñarle las casas destruidas en la sombra de los cactus, ponerle en la frente su nombre de justicia y darle el pan de cada hombre como su gesto más rotundo.

Dios lo verá desde su altura pequeñísima. Verá a ese hombre de rostro desvelado, su hambre de puntillas y el sabor acre de las hierbas. Y estaremos descubriendo una voz que disemina el viento del verano, un eco polvoroso de la sombra calcinada de Dios, con su levante de palomas amargas y terribles. En el desierto se oirá la voz, el perro que guarda el horizonte y lo lleva entre las fábricas de pesadas arquerías.

Miro atrás y veo un mar sombrío, un llano que devora la infancia de los sauces, de los robles. He de guardar silencio y mirar al templo que se derrumba en las playas, en la arena metálica de Dios y su sentido.

¡La atroz lucidez de tu nombre, tu exactitud apuntando a mi recelo de fiera tambaleante! ¡Ah, la embriaguez, la taciturna embriaguez de la noche, de mis noches!

Me detengo a decir, una vez más que sólo resta determinar mi principio y mi fin, y mi sombra entre los muros. Me pongo de cara al resto de la noche y sobre su hombro veo surgir la luz como una lanza que penetra hasta el silencio.

El sabor del estío y las piedras que llamaba en mi socorro… Nos queda hoy el movimiento de las dunas, la faz del poema en el desierto, y respiramos el amargo liquen que alimenta una serena reserva de crustáceos.

(Estoy de pie en plena lucidez, como un fantasma de vértigo, de altura prodigiosa que abate los troncos más recios, la muralla relumbrante del sol y de la luna y sus vedados templos de arena junto al mar.)

Escuchaba las olas en esas tardes sin límite. Veía, sí, veía mi sombra agigantarse y hacerse el mar mismo como una cáscara de luz. Era mi infancia y el mar que lavaba mi pereza de siglos, mi descarnada voluntad, y veía desfilar un ave y otra que cejaban en su empeño frente al sol.

Estar junto al mar como una piedra azogada, vertical, rota y tambaleante, lleno de la plenitud del misterio, pero listo a la huida como un monje más o una trunca columna de cenizas y restos de papeles violáceos y turbios.

Esta es la verdadera razón que guía a las aves matinales, el instinto roído por la lluvia, por la reseca arena que desprende el cielo. Quisiera devolver mis años a su pureza integral, cederlos al tiempo mismo del recuerdo. La desolación tardía no me salva, ni la congoja me arrebata más allá de toda muerte.

Y repito al tiempo, al resplandor de las hogueras, a los duros jinetes que incendian las cosechas, les repito tu llamado, tu reconocimiento del trigo y las arenas. Y me pregunto: ¿adónde me llevas que no pueda contemplar esta dulce gangrena de las rocas y los pólipos, estas resacas y mareas que inventas, como yo, cuando el alba se transforma en viento y sol y rostros y más rostros, en sombrías latitudes que despojan tu nombre y lo devuelven a los astros?

(Subsiste una ciudad aferrada a duras rocas, y el mar la golpea con sus láminas de cobre, con sus antiguos guerreros devoradores de islas y sirenas.)

¡Arquitectura del poema! Lenguas sonoras y cargadas de blancos metales que devora un año desprovisto de nieves y de lluvias. ¡Embriaguez de la noche, su luz sobre mi mesa, embriaguez de este canto que viene rodando desde el tiempo!

¡Arquitectura del único poema… de la voz que permanece y no se entrega!

Hay trozos de columnas lavadas por la lluvia, como una esfera recortada, como una moneda pesada y antiquísima, como la tierra nueva restableciendo el orden de las cosas, la perenne geometría de las formas y del mar. ¡Vuelvo al mar siempre en un impulso de cerrados horizontes!

Nada existe ya. Un desierto sin arenas y sin rocas, un páramo detenido en un silencio espeso y árido, un espejo de imágenes vacías, devoradas por una ausencia dolorosa y rota a trechos por tu nombre oculto, virgen, tu nombre que se posa y nos destruye en un amor inmenso de mares y aldeas. ¡Estoy solo en esta piedra de tu iglesia! ¡Resta un helado viento sobre el mar!

***
Raúl Deustua (Lima, 1921-Roma, 2005)

jueves, 15 de febrero de 2024

arturo carrera / de "escrito con un nictógrafo"









El escriba ha desaparecido
Señaló el sitio vacío
donde los muertos se divierten
La noche penetrando
y el glande inflado de tinta, penetrando
hacen el mismo ruido
que la muerte penetrando
Asisto a su duración en lo instantáneo
SILENCIO DESORBITADO
su fiesta en lo opaco, en lo pleno, en lo plano
la atención lleva un blanco en la frente
lleva una capa de lirones
despiertos
es la época en que la muerte entra muda
Mudo mi cuerpo
Yo me impongo en tu muerte
Yo me guarezco tu muda
tiempo de atenuación
tiempo de purificación
tiempo de lluvias constantes
lo insensible vibra
lo insensible soporta la noche
brota flores en mitad de la noche
en mitad de la página
sobre la panza de la muerte
la orfandad lleva un blanco en la frente
E L P O E M A S E A B R E
esa es tu fuerza
la orfandad es fascinada comandada
Subida a la barca invadida y hundida de muertos
Yo en la prosa de tu libro
En el barco de los muertos
Entre volúmenes huecos mi cuerpo grafía
a otro páramo
descargando letras huesos huecos
El poema se abre
Esa es tu fuerza
El poema toma contacto
Se desliza con brazos extendidos
por las dos orillas
esa es tu fuerza
Me hablabas de una trampa del lenguaje
el poema se abre
SALTAN TUS MUERTOS
C L O W N S
D A N Z A S
interferencia de danzas
palimpsesto de danzas
en lo oscuro
la oscuridad polarizada
Y danzas
Como las danzas de las abejas
invariables
te atraen con sus movimientos mociosos
para extenuar un lugar
para desocultar otro lugar
para fingir invadir para informar
DANZAS
vos estás dictás dilectismos
espacios acopiados sismos
estos muertos son míos
(señalando las palabras)
estos muertos son míos.

***
Arturo Carrera (Coronel Pringles, 1948)

miércoles, 14 de febrero de 2024

especial día de san/ta valentín/a (poemas de amor)

Poesía y amor son, sin lugar a dudas, un binomio que se mantiene lleno de historia, cicatrices y encuentros. Las veces en que el vínculo ha sido posible son vastas e inconmensurables. Algunas veces, hablar de amor en la poesía o en un poema, termina por ser un lugar común. Algunas veces, es el amor mismo el que escribe e inscribe su forma en la superficie de una serie de palabras que no alcanzan a desprenderse. Y, de este modo, transforman al sujeto a quien se profiere una declaración, un objeto. En el instante en que hay un desprendimiento, se produce una suerte de sentido, un canto que halla una comunidad en lo que se desea. Como sea, es un tema difícil de agotar hoy san/ta valentín/a, solo cabe hacerlo presente una vez más. Si es preciso abundar en la lista arbitrariamente elegida -y con alguna aguda sugerencia del poeta peruano Julio Barco- puede buscarse la palabra "amor" en esta mediateca y ver, en ese margen, cuántas otras melodías hay a disposición. Por ahora, concentrarse en esa promesa de volver a un momento en el tiempo en que la ausencia y la pérdida son todo lo contrario. Tengamos presente eso sí que en el poema no se puede amar -tampoco en la poesía- sino solo en la vida real.


Juan Gelman
Hacia el sur

**

te amo señora/como el sur/
una mañana sube de tus pechos/
toco tus pechos y toco una mañana del sur/
una mañana como dos fragancias

de la fragancia de una nace la otra/
o sea tus pechos como dos alegrías/
de una alegría vuelven los compañeros muertos
en el sur
establecen su dura claridad/

de la otra vuelven al sur/vivos por/
la alegría que sube de vos/
la mañana que das como almitas volando/
almando el aire con vos/

te amo porque sos mi casa y los compañeros
pueden venir/
sostienen el cielo del sur/
abren los brazos para soltar el sur/
de un lado les caen furias/del otro/

trepan sus niños/abren la ventana/
para que entren los caballos del mundo/
el caballo encendido de sur/
el caballo del deleite de vos/

la tibieza de vos/mujer que existís/

para que exista el amor en algún lado/
los compañeros brillan en las ventanas del sur/
sur que brilla como tu corazón/

gira como astros/como compañeros/
no hacés más que subir/
cuando alzás las manos al cielo/
le das salud o luz como tu vientre/

tu vientre escribe cartas al sol/
en las paredes de la sombra escribe/
escribe para un hombre que se arranca los
huesos/
escribe la palabra libertad/

~


Manuel Magallanes Moure
Marina

**

Tus ojos me han llamado.
Hacia ti has atraído mis deseos,
como la luna atrae
las olas de la mar.
                        Tus ojos buenos
me han dicho «ven, acércate» y en mi alma
las alas han abierto
los impulsos de amor, como gaviotas
que ya emprenden el vuelo.

En torno a ti, mi amada,
vuelan mis sentimientos
en ronda infatigable.
Pájaros de la mar parecen ellos.
Pájaros de la mar, que en dilatado
círculo giran, giran, sin sosiego.

Cuando las veas descender, acógelos
con amor y en silencio.
Deja a la banda de nerviosos pájaros
posarse sobre ti.
                        Seas en medio
del mar enorme, cual peñón desnudo
que brilla al sol. vibrante de aleteos.

~


Jorge Teillier
Carta a Mariana

**

¿Qué película te gustaría ver?
¿Qué canción te gustaría oír?
Esta noche no tengo a nadie
a quien hacerle estas preguntas.

Me escribes desde una ciudad que odias
a las nueve y media de la noche.
Cierto, yo estaba bebiendo,
mientras tú oías Bach y pensabas volar.

No creí que iba a recordarte
ni creí que te acordarías de mí.
¿Por qué me escribiste esa carta?
Ya no podré ir solo al cine.

Es cierto que haremos el amor
y lo haremos como me gusta a mí:
todo un día de persianas cerradas
hasta que tu cuerpo reemplace al sol.

Acuérdate que mi signo es Cáncer,
pequeña Acuario, sauce llorón.
Leeremos libros de astrología
para inventar nuevas supersticiones.

Me escribes que tendremos una casa
aunque yo he perdido tantas casas.
Aunque tú piensas tanto en volar
y yo con los amigos tomo demasiado.

Pero tú no vuelves de la ciudad que odias
y estás con quién sabe qué malas compañías,
mientras aquí hay tan pocas personas
a quien hacerles estas simples preguntas:

«¿Qué canción te gustaría oír,
qué película te gustaría ver?
¿ y con quién te gustaría que soñáramos
después de las nueva y media de la noche?».

~


Jacques Prévert
Este amor

**

Este amor
Tan violento
Tan frágil
Tan tierno
Tan desesperado
Hermoso como el día
Y malo como el tiempo
Cuando el tiempo es malo
Este amor tan verdadero
Este amor tan hermoso
Tan feliz
Tan alegre
Y tan irrisorio
Tembloroso de miedo como un elefante en la oscuridad
Y tan seguro de sí
Como un hombre tranquilo en medio de la noche
Este amor que inspiraba temor a los demás
Que los hacía hablar
Que los hacía palidecer
Este amor acechado
Porque nosotros los acechábamos
Acorralado herido pisoteado acabado negado olvidado
Porque nosotros los habíamos acorralado herido
pisoteado acabado negado olvidado
Este amor todo entero
Tan viviente aún
Y radiante de sol
Es el tuyo
Es el mío
El que fue
Ese amor siempre nuevo
Y que no ha cambiado
Tan verdadero como una planta
Tan trémulo como un pájaro
Tan cálido tan viviente como el verano
Podemos los dos
Ir y venir
Podemos olvidar
Y luego volver a dormirnos
Despertarnos sufrir envejecer
Dormirnos otra vez
Soñar con la muerte
Despertarnos sonreír y reír
Y rejuvenecer
Nuestro amor está allí
Terco como una mula
Viviente como el deseo
Cruel como la memoria
Tonto como las quejas
Tierno como el recuerdo
Frío como el mármol
Hermoso como el día
Frágil como un niño
Nos mira sonriendo
Y nos habla sin decir nada
Y yo lo escucho temblando
Y le ruego
Ruego por ti
Ruego por mí
Te suplico
Por ti por mí por todos aquellos que se aman
Y que son amados
Sí yo le ruego
Por ti por mí y por todos los otros
A quienes no conozco
Quédate allí
Allí donde estás
Allí donde estabas antes
Quédate allí
No te muevas
No te mueras
Nosotros los amados
Te hemos olvidado
Tú no nos olvides
Sólo a ti te teníamos en la tierra
No dejes que nos pongamos fríos
Mucho más lejos cada vez
Y no importa dónde
Danos señales de vida
Mucho más tarde en el rincón de un bosque
En la selva de la memoria
Aparece de pronto
Tiéndenos la mano
Y sálvanos.

(Versión de Raúl Gustavo Aguirre)

~


Martín Adán
Los amores

**

Mi primer amor tenía doce años y las uñas negras. Mi alma rusa de entonces, en aquel pueblecito de once mil almas y cura publicista, amparó la soledad de la muchacha más fea con un amor grave, social, sombrío que era como una penumbra de sesión de congreso internacional obrero. Mi amor era vasto, oscuro, lento, con barbas, anteojos y carteras, con incidentes súbitos, con doce idiomas, con acechos de la policía, con problemas de muchos lados. Ella me decía, al ponerse en sexo: Eres un socialista. Y su almita de educanda de monjas europeas se abría como un devocionario íntimo por la parte que trata del pecado mortal.

Mi primer amor se iba de mí, espantada de mi socialismo y mi tontería. «No vayan a ser todos socialistas…». Y ella se prometió darse al primer cristiano viejo que pasara, aunque éste no llegará a los doce años. Sólo yo, me aparté de los problemas más sumos y me enamoré verdaderamente de mi primer amor. Sentí una necesidad agónica toxicomíaca, de inhalar, hasta reventarme los pulmones, el olor de ella; olor de escuelita, de tinta china, de encierro, de sol en el patio, de papel del estado, de anilina, de tocuyo vestido a flor de piel. –Olor de la tinta china, flaco y negro; –casi un tiralíneas de ébano, fantasma de vacaciones… Y esto era mi primer amor.

Mi segundo amor tenía quince años de edad. Una llorona con la dentadura perdida, con trenzas de cáñamo, con pecas en todo el cuerpo, sin familia, sin ideas, demasiado futura, excesivamente femenina… Fui rival de un muñeco de trapo y celuloide que no hacía sino reírse de mí con una bocaza pilluela y estúpida. Tuve que entender un sinfín de cosas perfectamente ininteligibles. Tuve que decir un sinfín de cosas perfectamente indecibles. Tuve que salir bien en los exámenes, con veinte –nota sospechosa, vergonzosa, ridícula; una gallina delante de un huevo. –Tuve que verla a ella mimar a sus muñecas. Tuve que oírla llorar por mí. Tuve que chupar caramelos de todos los colores y sabores. Mi segundo amor me abandonó como en el tango. Un malevo…

Mi tercer amor tenía los ojos lindos y las piernas muy coquetas, casi cocotas. Hubo que leer a Fray Luis de León y a Carolina Invernizzio. Peregrina muchacha, no se por qué se enamoró de mí. Me consolé de su decisión irrevocable de ser amiga mía después de haber sido casi mi amante, con las doce faltas de ortografía de su última carta.

Mi cuarto amor fue Catita.

Mi quinto amor fue una muchacha sucia con quien pequé casi en la noche, casi en el mar. El recuerdo de ella huele como ella olía, a sombra de cinema, a perro mojado, a ropa interior, a pan caliente, olores superpuestos y en si mismos, individualmente, casi desagradables, como las capas de las tortas, jengibre, merengue, etcétera. La suma de olores hacía de ella una verdadera tentación de seminarista. Sucia, sucia, sucia. Mi primer pecado mortal.

He recibido carta de Catita. Nada me dice en ella sino quiere verme con la cara triste. Es una carta larga, temblona, en la que una muchacha núbil tira de las orejas al amor con los dedos tan seguros, tan lentos, tan cirujanos que para la tortura tienen las mujeres desde los quince años hasta el primer parto. Mujeres hay que no llegan a concebir nunca, y éstas son el terror de la muerte, quien para llevarlas al otro mundo, tiene que luchar con ellas a brazo partido, sin esperanza de no salir con los huesos del esqueleto horriblemente arañado. Las solteras mueren heroicamente.

La carta de Catita huele a soltería –a incienso, a flores secas, a jabón, a yeso, a botica, a leche–. Soltería emblemática con gafas de concha y un dedo índice tieso. Un moño de tinta azul culmina el aspecto –siempre inevitablemente parcial–. Un fardelillo lame el perfume austero que exhalan las blondas de la blusa. Y una blusa de telas poéticas –batita de madapolán–. Y, además, como detalle indispensable, una cara larga cuyas facciones, duras y débiles a la vez, ásperas inútiles, hacen la cara de pliegues de linón. Quizá una lora que sabe la letanía lauretana. Quizá el retrato de un novio inverosímil. Quizá una obsesa manía de saberlo todo. Quizá una virtud coronada de espinas. Pero, Catita no ha llegado todavía a los quince años. La verdad, sus dedos no tiene por que saber tirar de la orejas. ¿Quién sabe si ya algún muchacho piensa en casarse con ella–, locura de amor–? Catita, catadora de mozos, mala mujer que a los quince años mal cumplidos, ya tienes las manos solteronas… Solterona británica, experta de motores de explosión, sección de propaganda, un hombre raro y corto, unas manos secas y venudas… ¿Así quisiera ser, Catita? ¿Qué he de hacer con tu carta? A esta hora me es imposible de toda imposibilidad, entristecerme. Yo soy feliz a esta hora; –es un hábito mío. Un bote pescador a la altura de Miraflores, saluda con el pañuelo blanco de su vela, tan inútil en esta atmósfera inmóvil, linda, casi pintada. Ese saludo es un saludo a nadie, y esa alegría de disparate, de pequeñez de retorno, de humildad… –Mi cigarrillo tira admirablemente, y es júbilo de fuego párvulo, con pelotas y aro minúsculo y azules; y es la paz campesina de un olor de rastrojo quemado. ¿Ves, Catita? Tú no ves nada porque no estás conmigo en el malecón, pero yo te juro que es así. A mí, en la tarde, frente al mar, el alma se me pone buena, chica, tonta, humana, y se me alegra con los botes pescadores que despliegan la broma de sus velas, y con la candela del cigarrillo–, chiquitín colorado que pierde la cabeza en una juguetería azul. Y las altas gaviotas–, moscas negras en el tazón de leche aguada del cielo– me dan ganas de espantarlas con las manos, cuando yo tenía cinco años y no quería beber mi leche, ahogada en ella las moscas que atrapaba con la cuchara –red apretada por la luz hasta endurecerse–, y las moscas de la leche se volvían hélices. Y ahora.

Ella era una brava catadora de mozos. Todos nosotros hubimos de rodar la cabeza por sobre su pechito duro y redondo. Así, de este amor inevitable; hacíamos unjera–: «Cuando yo me enamoraba de Catita»… Pero era Catita quien nos enamoraba a nosotros. Al mirar, guiñaba ella los ojos sin advertir. Sus ojos, redondos como toda ella… Y el nombre no la decía bien. Esa «i» antepenúltima la alargaba, la ensombrecía, la alejaba –a ella, próxima, redonda, alegre. Y, sobre todo, enamoradiza. Catalina es un nombre gótico; hace pensar en ojivas lívidas de crepúsculo, en fuentes de bronce musgoso, héticos burgos renanos, en moñosos cinturones de castidad… Y Catita era una ventana rubia de melodía, una pila de cemento blanco, moderna, pulcrísima; un sombrillón de trapo para la playa; un lazo loco de colegiala… Lalá, he aquí su nombre de ella. Pero Lalá era una chica desvelada y rápida. Lalá, Lalá, Lalá… Corazón blando, y ojos de muñeca, y cara de risa. Ramón se arrojó en Catita como una nadadora en el mar–; de abajo arriba, primero las manos; después, la cabeza; por fin, los pies, flexionados, destalonados. En el plano del mes de enero –ensebado todavía con sucias nubes frías– quedó Ramón en cielo, en aire, en medio, en equilibrio, en ropa de baño, a la punta, con cien muchachos trémulos detrás que le apuraban, sobre Catita, mar, Ramón cayó mal–, de barriga, de bruces, esperándonos a todos nosotros, desprevenidos, observadores. Catita, mar para bañarse a las doce del día con el sol tontonazo en la cabeza –mariposa disecada, serojo ictérico o amarillo gorro de jebe. –Catita, mar con olas porque no haya viejas, porque haya muchachos… Catita, mar redondo encerrado en un muelle semicircular, embanderado de ciudades… Catita, límite sutil entre la mar alta y la mar baja… Catita, mar sumiso a la luna y a los bañistas… Catita, mar con luces, con caracoles, con botecillos panzudos, mar, mar, mar… O amor también en que no había viejas, ni sombrerazos de paja, ni consejos, ni persignaciones… Catita, amor, con esperanzas lentas y gordas, amor que con la luna baja y sube, amor redondo, amor próximo, amor para sumergirse en él con los ojos abiertos, amor, amor, amor… Catita, mar de amor, amor de mar. Catita, cualquier cosa y ninguna cosa… Catita–, todas las vocales, apareciendo ella, cabal, íntegra, en cuerpo y alma en la a y desapareciendo poco a poco, rasgo a rasgo, en las otras–; en la e, tierna y boba; en la i, flaca y fea; en la o, casi ella, pero no…; Catita es honesta y bonita; en la u, cretina, albina… Catita, –algunas consonantes–, parecida a la b en las manos, a la n en los ojos, a la r en el andar, a la ñ en el carácter, a la k en el genio, a la s en la mala memoria, a la z en la buena fe… Catita, campo redondo en el mar, beso redondo en el amor… Catita, sonido, signo… Catita, una cosa cualquiera y la contraria precisamente. .. Catita, al fin y al cabo, una linda muchacha, verdadera, viva, coqueta como ella sola… Cogerla era tan imposible como comprimir con la yema del índice el chorro de agua en la boca de un caño grande–; carne dura al tacto por la presión, carne que se escapaba por los resquicios de la uña, por las rayas de la piel; que nos saltaba a la cara; que, si se deposita en un recipiente, quieta, era sino luz densa, agua que se podía beber y en la que se podían echar barquillos de papel. Agua, agua, agua. Y, al fin y al cabo, una linda muchacha enamoradiza, catadora de mozos, Catita..

~


Alejandra Pizarnik
Solo un amor

**

Mi amor se amplía.
Es un paracaídas perfecto.
Es un clic que se exhala y
su pecho se hace inmenso.
Mi amor no ruge
no clama
no ruega
no ríe.
Su cuerpo es un ojo.
Su piel es un mapamundi.
Mis palabras perforan la
última señal de su nombre.
Mis besos son anguilas que él
Se ufana en dejar resbalar.
Mis caricias un chorro reminiscente de
música sobre fuentes de Roma.
Nadie pudo huir aún de su territorio
anímico.
No hay rutas ni pliegues ni insectos.
Todo es tan terso que mis lágrimas se
sublevan.
Mi creación es una mojigatería junto a
su rubio carromato.
En estos momentos el tintero alza vuelo y
enfila hacia linderos inacabables de
mosquitos haciendo el amor.
Suena el fatídico sonido. Ya no vuelo.
Es mi amor que se amplía.

~


Idea Vilariño
Sabés

**

Sabés
dijiste
nunca
nunca fui tan feliz como esta noche.
Nunca. Y me lo dijiste
en el mismo momento
en que yo decidía no decirte
sabés
seguramente me engaño
pero creo
pero esta me parece
la noche más hermosa de mi vida

~


Sylvia Plath
Carta de amor

**

No es fácil decir cuánto me cambiaste.
Si ahora estoy viva, entonces muerta estuve,
aunque, como una piedra, imperturbable,
quieta en mi sitio, como de costumbre.
No me moviste un ápice, tampoco
me dejaste apuntar mi ojo deforme
de nuevo al firmamento; sin esperanza, claro,
de asir el vasto azul o las estrellas. 

No fue así. Digo que me dormí, como serpiente
camuflada, negra roca entre rocas, 
en el blanco hiato del invierno;
igual a mis vecinas, sin sentir
los placeres de un millón de mejillas
perfectamente cinceladas y listas
para fundir las mías de basalto. Hubo llanto, 
unos ángeles llorando por los tontos, 
sin convencerme. Sus lágrimas helaban. 
Cada cabeza muerta con un yelmo de hielo. 

Dormí como si fuera un dedo roto.
Fui primero aire puro, y fui las gotas 
encerradas alzándose en rocío,
límpidas como espíritus. Muchas piedras
densas e inexpresivas me rodeaban.
No supe bien qué hacer con todo eso. 
Relucí como mica, desplegada,
fue como si yo misma me vertiera,
igual que algún fluido entre las patas 
del pájaro y los tallos de las plantas. 
No fui engañada, te calé enseguida. 

Piedra y árbol brillaron, sin las sombras.
Como un cristal lució mi nueva altura.
Empecé a florecer como una rama en marzo:
un brazo y una pierna, y otro, y otra.
De piedra a nube, entonces, me elevé.
Ahora parezco una especie de dios,
floto en el aire tras mudar de alma, 
tan pura como lámina de hielo. Eso es un don.

(Versión de Ernesto Hernández Busto)

~

Love Letter

*

Not easy to state the change you made.
If I’m alive now, then I was dead,
Though, like a stone, unbothered by it,
Staying put according to habit.
You didn’t just toe me an inch, no-
Nor leave me to set my small bald eye
Skyward again, without hope, of course,
Of apprehending blueness, or stars.

That wasn’t it. I slept, say: a snake
Masked among black rocks as a black rock
In the white hiatus of winter-
Like my neighbors, taking no pleasure
In the million perfectly-chiseled
Cheeks alighting each moment to melt
My cheeks of basalt. They turned to tears,
Angels weeping over dull natures,
But didn’t convince me. Those tears froze.
Each dead head had a visor of ice.

And I slept on like a bent finger.
The first thing I was was sheer air
And the locked drops rising in dew
Limpid as spirits. Many stones lay
Dense and expressionless round about.
I didn’t know what to make of it.
I shone, mica-scaled, and unfolded
To pour myself out like a fluid
Among bird feet and the stems of plants.
I wasn’t fooled. I knew you at once.

Tree and stone glittered, without shadows.
My finger-length grew lucent as glass.
I started to bud like a March twig:
An arm and a leg, and arm, a leg.
From stone to cloud, so I ascended.
Now I resemble a sort of god
Floating through the air in my soul-shift
Pure as a pane of ice. It’s a gift.

~


Cristina Peri Rossi
La pasión

**

Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.

~


Carolina Coronado
¡Oh, cuál, te adoro!

**

¡Oh, cuál te adoro! con la luz del día
tu nombre invoco apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aun te llama exaltada el alma mía.

Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se concentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.

No hay canto que igualar pueda a tu acento
cuando tu amor me cuentas y deliras
revelando la fe de tu contento;

Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.