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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

viernes, 20 de octubre de 2023

boris pasternak / dos poemas









Alma

*

Alma mía, que sufres
por los que te rodean,
te has convertido en el sepulcro
de todos los que penan en la tierra.

Sus cuerpos embalsamas,
les consagras tus versos,
la lira, sollozante,
alza por ellos un lamento.

En nuestra época egoísta
defiendes el temor y la conciencia
como una urna funeraria
donde reposen sus cenizas.

Los tormentos de todos
te han puesto de rodillas.
Hueles a polvo de cadáver,
a fosas y a obitorios.

Alma mía, escudilla,
de todo, todo aquello que aquí has visto,
Has ido haciendo una mixtura
triturando, lo mismo que un molino.

Y muele todavía
cuanto me ha sucedido,
casi cuarenta años de esta vida,
en humus de las tumbas.

~

Eva

*

Los árboles se inclinan sobre el río,
y el mediodía en los acantilados
de la costa arrojó hacia los remansos
como una red de pescador, las nubes.

Como una inmensa red, el cielo se hunde,
y en este cielo, como en una trama,
nada la multitud de los bañantes:
Hombres, mujeres, niños.

Cinco o seis salen por el mimbreral
hacia la orilla, silenciosamente,
y retuercen sus mallas
encima de la arena.

Y son los nudos de la tela como
culebras que se anillan y revuelven,
como si la serpiente tentadora
se agazapara entre las hebras húmedas.

Oh mujer, en tus gestos y en tus ojos
no hay engaño posible para mí.
Eres como una mano en la garganta
cuando la ahoga la emoción.

Fuiste formada como en un bosquejo,
como un trazo insinuado de otro ciclo,
como si de verdad, mientras dormía,
te hubieras levantado de mi tórax

Y al instante ya huyeras de mis manos
y eludieras mi abrazo, mujer, toda
tú asombro y miedo, angustia
del corazón del hombre.

***
Boris Pasternak (Moscú, 1890-1960)
Versiones de Pablo Anadón

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