viernes, 31 de diciembre de 2021

rainer maria rilke / torso de apolo arcaico













No conocemos la legendaria cabeza
donde sus ojos maduraron como manzanas.
Pero su torso arde todavía igual que un candelabro
en el que la vista, aun deficiente,

persiste y brilla. De otro modo el torso curvo
no te deslumbraría ni por el sereno arco de las caderas
una sonrisa se deslizaría hasta el oscuro centro
donde la procreación llameaba.

De otro modo esta piedra parecería desfigurada
bajo la traslúcida cascada de los hombros
y no reluciría como la piel de una bestia salvaje

ni, de cada uno de sus bordes,
estallaría como una estrella: porque aquí no hay
un solo lugar que no te mire. Debes cambiar tu vida.

***
Rainer Maria Rilke (Praga, 1875-Montreux, 1926)
Versión de Eduardo Conde

/

Arcaïscher Torso Apollos

Wir kannten nicht sein unerhörtes Haupt,
darin die Augeäpfel reiften. Aber
sein Torso glüht noch wie ein Kandelaber,
in dem sein Schauen, nur zurückgeschraubt,

sich hält und glänzt. Sonst könnte nicht der Bug
der Brust dich blenden, und im leisen Drehen
der Lenden könnte nicht ein Lächeln gehen
zu jener Mitte, die die Zeugung trug.

Sonst stünde dieser Stein entstellt und kurz
unter der Schultern durchsichtigem Sturz
und flimmerte nicht so wie Raubtierfelle;

und bräche nicht aus allen seinem Rändern
aus wie ein Stern: denn da ist keine Stelle,
die dich nicht sieht. Du musst dein Leben ändern.

jueves, 30 de diciembre de 2021

jorge frisancho / dos poemas













Lo que el cuerpo no dice todavía

*
 
Habrá que ver quizá en el espectáculo de nuestros daguerrotipos
la simiente de un saber inexpresable, conseguido con tenacidad
en el trámite de estar, una presencia
que persista aún en el vacío de sus significandos
y declare, con palabras que no pueden ser nuestras, haber sido
ella misma lo que se recuerda: humo
donde hay cenizas, y cenizas
donde hay metáforas, y detrás de ellas nada
salvo el rastro del incendio tan frío en que se acaba
la experiencia de decirlas sabiéndolas desiertas, como una letanía
de ecos sin origen y sin probabilidad
                                                                           y sin embargo
hubo huesos, hubo glándulas, hubo irises y globos oculares
y las yemas de los dedos todavía se desangran, y los órganos palpitan
y hubo una irresuelta secuencia de disoluciones
de tantísima materia en el fluir de sus compuestos seminales,
el ácido pluvial de la memoria en que se desdibujan
los objetos y los cuerpos, y se hacen
una música fugaz en el oído, un brillo momentáneo
ante los ojos ciegos
                                            hubo húmeros
y ocasos, cuencas, bocanadas calcinantes
de la suave sensación de un tacto sobre las papilas, y deseos
que se alzaban de la ruina de la piel al conjugarse
en el verbo impreciso que los disimula, sin negarlos
                                                                                                    y hubo sombras
agolpándose en abismo, isómeros sin reconciliación, coloraturas
y voces inhumanas que no llegan jamás (y nos ahogamos):
hubo inciertos silencios especulativos, lágrimas y líquidos biliares
en las heridas de un idioma irrenunciable, en las renuncias
de un idioma herido por su potencial, en las extremidades
del objeto que el idioma desdice al recordarlo
                                                                                        y lo que se recuerda
es esa instancia de su tránsito y su símil, el poema
que desprende sus feroces argumentos
de la desinencia de lo natural, y se radicaliza
en el paso sin causa de sus nominativos
hacia la desposesión, y se deshace
                                                             pero hubo espejos
y en ellos hubo rastros indiferenciados
de una emoción irreparable en su desasimiento,
y nos supimos vivos en el pulso en que declinan
los inhábiles tropos de una geometría
estrictamente interior, multiplicados
en inestables infinitos adverbiales, cercos de su ser al pronunciarse
en el terreno tangible de la repetición, como si se sintieran
respirar en la palabra con que tientan sus ausencias
                                            y lo que se presiente
en esa misma memoria son fragmentos
de un silencio puramente posposicional, el nudo en que se determinan
las flexiones del cuerpo en su latencia, las raíces
de lo que el cuerpo sabe y no dice jamás, o todavía.

~

Elegía a su madre, muchos años después

*

i.m. Rosa Hidalgo Guarné, Barcelona 1932 – Lima 1984

Esta memoria adviene, de su estasis, mediodía
con estridencias desacomedidas, y deshace su estar en una cantaleta
de mesurables perspectivas oceánicas, herederas de la proliferación
en el espejo hijo de su tacto, ahora recordado
como el tacto pertinaz de sus palabras en mis huesecillos, los fragores de su voz
que crepitaba en el palpar de la distancia, inmune a los caudales
del tiempo que la corrompía
para hablarme con la intensa semántica de sus orígenes recuperados
en un álbum inmóvil, como si aún viajara
al encuentro de lo que abandonó, aquello que la abandonaba en el viaje
de todos estos símiles ajenos, de todas esas sílabas ausentes en su pronunciación.
Pero era mi madre en el mejor momento: su pánico me pertenece
en recuerdos que no reconocería, y lo propongo ahora
como una versión de su vocabulario, ceceante en el envés
de la experiencia de hallarse en el exceso de la lejanía
atravesada de inecuánimes ternuras en el laberinto que la bifurcaba
con esa certidumbre de estar en el error, y no haber vuelto nunca.
Pero era mi madre en sus mejores momentos: en el eco de su polivalencia
lo que las venas vacías poseían
era la percepción de una catástrofe, una lenta caída en la necesidad
de estar volviendo siempre a los puntos cardinales de su nacimiento
como si en el alto sucedáneo de las horas hirientes, indiferenciadas,
estos ácidos paisajes fueran propios por su repetición, y este suelo en el que se desangraba
hubiera sido suyo en sus incalculables consecuencias.
Hacia el final, hecha retazos
lo que legaba en la maraña de sus negativas
era una suma de cegueras en el hábito de no hallarse,
traicionada por el ardor, en ese ceremonial
de presencias y latidos.
La música incesante de su límite
me hieren todavía en cada una de las pieles que la sobrevivirán
y quiero recordar sus transiciones, las ráfagas de su mirada antes de la apoplejía,
pero lo que poseo es el lenguaje, una tibia derrota del intento de nombrarla,
suma inerte de vocablos desprendidos de la materia de sus exhalaciones
para decir de sí lo que dijimos nunca, y la imagino en cambio deshaciendo a su paso
la secuencia impracticable de un deseo sin resolución,
inconclusa todavía de vahídos y fugas, aún si es que se supo terminal
en el infértil aire del postoperatorio, lamentando sus cadencias en el tacto
cuando ácimas iras contenían la probabilidad de su respiración
y en vano le asestaban llamaradas a su contrarretrato: esos ácidos impunes
corroen los designios de una permanencia sin materialidad
bajo la clara órbita de sus manos posesivas
en la memoria que convoca y que lleva de sí sólo el asentamiento
de todas las traiciones circunscritas al terreno de la equivocación, o de la fuga
de haber posado todo en los momentos más puros
de un destino estrictamente formal, ajeno en sus principios y sus disolvencias, fiel espejo
de aquella larga sombra ya sin asideros, el ámbito de tanto irreversible desasir
de su resuello en el momento de la sutura:
las heridas insondables de la piel, los órganos al borde de la transparencia,
el inexacto mañana en que permanecemos
sin respuesta, por esa misma memoria de silencios
que la niegan al abandonarse, estas voces que la nombran todavía
sorprendidas de su claudicar, y continúan
como hogueras contra el vendaval, hablándome de su ausencia.

***
Jorge Frisancho (Barcelona, 1967)

miércoles, 29 de diciembre de 2021

allen ginsberg / a un viejo poeta del perú


Porque nos encontramos en el atardecer
Bajo la sombra del reloj de la estación
                                                de trenes
Mientras mi sombra visitó Lima
y tu fantasma moría en Lima
            un rostro viejo que necesitó afeitarse
Y mi joven barba extendiéndose
            magnífica como el pelo muerto
                    en las arenas de Chancay
Porque por error pensé que eras
                                melancólico
Saludé a tus pies de sesenta años
            que huelen a muerte
                    de las arañas en el firmamento
Y tu saludaste a mis ojos
            con tu voz anisada
Por error pensé que yo era genial
                                para la juventud
(mi rock and roll es el movimiento de
            un ángel volando una ciudad moderna)
(tu revoltijo oscuro es el movimiento
            de un serafín que perdió
                        sus alas)
Te beso en tu mejilla gorda (una vez más mañana
Bajo el estupendo reloj de Desamparados)
Antes de ir a mi muerte en un avión estrellado
                        en Estados Unidos (hace mucho)
Y tu vas a tu ataque cardiaco en una calle
                        indiferente en Sudamérica
(Ambos rodeados por comunistas
gritones con flores
en sus traseros)
-tú mucho antes que yo-
        o una larga noche solo en un cuarto
        del viejo hotel del mundo
        mirando una puerta negra
rodeada de restos de papel
        MUERE CON GRANDEZA EN ESA SOLEDAD
Viejo
    te vaticino una Recompensa
Más vasta que las arenas de Pachacamac
Más luminosa que una máscara de oro trabajado
Más dulce que la dicha de ejércitos desnudos
                            culiando en el campo de batalla
Más rápido que el tiempo que pase entre
                la vieja noche de Nazca y la nueva Lima
                            en el crepúsculo
Más extraña que nuestro encuentro por el Palacio
                Presidencial en un viejo café
Fantasmas de una vieja ilusión, fantasmas
            de amor indiferente
        LA INTELIGENCIA DESLUMBRANTE
Migra desde la muerte
Para hacer otra vez una señal de vida para ti
Fiera y hermosa como un accidente de auto
            en la Plaza de Armas
Juro que he visto esa luz
Que no fallé al besar tu mejilla escurridiza
            cuando tu ataúd se cierre
Y los duelos humanos vuelvan
            a su viejo y cansado
                        sueño
Y tu despiertes en el Ojo del   
            Dictador del Universo
¡Otro milagro estúpido! ¡Me
            estoy equivocando de nuevo!
¡Tu indiferencia! ¡Mi entusiasmo!
¡Insisto! ¡Tu toses!
Perdido en las ondas del Oro que
            flotan en el Cosmos
¡Ah, estoy cansado de insistir! Adiós
            Me voy a Pucallpa
a tener visiones
            ¿Y tus sonetos limpios?
Quiero leer tus borroneos secretos
            los más sucios,
                        tu esperanza
en su más Obscena Magnificencia, ¡por Dios!

19 de mayo de 1960
                    
***
Allen Ginsberg (Newark, 1926-Nueva York, 1997) 
Versión de Nicolás López-Pérez

/

To an old poet in Peru

*

Because we met at dusk
Under the shadow of the railroad station
                                                                clock
While my shade was visiting Lima
And your ghost was dying in Lima
old face needing a shave
And my young beard sprouted
magnificent as the dead hair
in the sands of Chancay
Because I mistakenly thought you were
                                                                melancholy
Saluting your 60 year old feet
which smell of the death
of spiders on the pavement
And you saluted my eyes
with your anisetto voice
Mistakenly thinking I was genial
for a youth
(my rock and roll is the motion of an angel
flying in a modern city)
(your obscure shuffle is the motion
of a seraphim that has lost
its wings)
I kiss you on your fat cheek (once more tomorrow
Under the stupendous Disaguaderos clock)
Before I go to my death in an airplane crash
in North America (long ago)
And you go to your heart-attack on an indifferent
street in South America
(Both surrounded by screaming
communists with flowers
in their ass)
–you much sooner than I–
or a long night alone in a room
in the old hotel of the world
watching a black door
…surrounded by scraps of paper
DIE GREATLY IN THY SOLITUDE
Old Man, I prophesy Reward
Vaster than the sands of Pachacamac
Brighter than a mask of hammered gold
Sweeter than the joy of armies naked fucking on the battlefield
Swifter than a time passed between
old Nasca4 night and new Lima in the dusk
Stranger than our meeting by the Presidential Palace in an old cafe
ghosts of an old illusion, ghosts of indifferent love–
THE DAZZLING INTELLIGENCE
Migrates from Death
To make a sign of Life again to you
Fierce and beautiful as a car crash in the Plaza de Armas
I swear that I have seen that Light
I will not fail to kiss your hideous cheek when your coffin’s closed
And the human mourners go back
to their old tired Dream.
And you wake in the Eye of the Dictator of the Universe.
Another stupid miracle! I’m mistaken again!
Your indifference! my enthusiasm! I insist! You cough!
Lost in the wave of Gold that flows thru the Cosmos.
Agh I’m tire of insisting! Goodby,
I’m going to Pucallpa to have Visions.
Your clean sonnets? I want to read your dirtiest
secret scribblings,
your Hope,
in His most Obscene Magnificence. My God!

May 19, 1960

martes, 28 de diciembre de 2021

ingeborg bachmann / dos poemas













Todos los días

*

Ya no se declara la guerra,
se prosigue. Lo inconcebible
se ha hecho cotidiano. El héroe
permanece alejado de los combatientes. El débil
ha avanzado hasta las zonas de fuego.
El uniforme de diario es la paciencia,
la condecoración, la mísera estrella
de la esperanza sobre el corazón.

Se concede
cuando ya no pasa nada,
cuando el fuego nutrido ha enmudecido,
cuando el enemigo se ha hecho invisible,
y la sombra del armamento eterno
oscurece el cielo.

Se concede
por abandonar las banderas,
por el valor ante el amigo,
por revelar secretos indignos
y desacatar
toda orden.

~

Vuelo nocturno

*

Nuestro campo es el cielo,
arado con el sudor de los motores,
frente a la noche,
bajo la intervención del sueño.

Soñado sobre calvarios y piras,
bajo el tejado del mundo, cuyas tejas
se ha llevado el viento -y ahora, lluvia, lluvia, lluvia
en nuestra casa y en los molinos
los ciegos vuelos de los murciélagos.
¿Quién vivía allí? ¿Quién tenía límpidas las manos?
¿Quién resplandecía en la noche,
fantasma a los fantasmas?

Al abrigo del plumaje de acero, interrogan
instrumentos el espacio, relojes y escalas,
la maleza de nubes, y roza el amor
el lenguaje olvidado de nuestro corazón:
corto y largo largo... Durante una hora
bate granizo el tímpano del oído,
que, desafecto a nosotros, escucha y distorsiona.

No ha desaparecido el sol ni la tierra,
solo se han movido como astros, irreconocibles.

Nos hemos remontado de un puerto
en que no cuenta el retorno,
ni la carga ni la pesca.
Las especias de la India y las sedas del Japón
les pertenecen a los comerciantes,
como los peces a las redes.

Pero se percibe un olor
que se anticipa a los cometas,
y el tejido del aire
desgarrado por el cometa caído.
Llámalo estado de los solitarios
en que se lleva a cabo el asombro.
Nada más.

Nos hemos remontado, y los conventos están vacíos
desde que toleramos, una orden, que no salva ni enseña.
Actuar no es asunto de los pilotos. Tienen la vista fija
en las bases y extendido sobre las rodillas
el mapa de un mundo al que nada hay que añadir.

¿Quién vive ahí abajo? ¿Quién llora...?
¿Quién pierde la llave de la casa?
¿Quién no encuentra su cama, quién duerme
sobre los umbrales? ¿Quién, cuando llega la mañana,
se atreve a interpretar la estela de plata: mirad, por encima de mí...?
Cuando el agua impulsa de nuevo la rueda del molino,
¿quién se atreve a recordar la noche?

***
Ingeborg Bachmann (Klagenfurt, 1926-Roma, 1973)
Versiones de Arturo Parada

/

Alle Tage

*

Der Krieg wird nicht mehr erklärt,
sondern fortgesetzt. Das Unerhörte
ist alltäglich geworden. Der Held
bleibt den Kämpfen fern. Der Schwache
ist in die Feuerzonen gerückt.
Die Uniform des Tages ist die Geduld,
die Auszeichnung der armselige Stern
der Hoffnung über dem Herzen.

Er wird verliehen,
wenn nichts mehr geschieht,
wenn das Trommelfeuer verstummt,
wenn der Feind unsichtbar geworden ist
und der Schatten ewiger Rüstung
den Himmel bedeckt.

Er wird verliehen
für die Flucht von den Fahnen,
für die Tapferkeit vor dem Freund,
für den Verrat unwürdiger Geheimnisse
und die Nichtachtung
jeglichen Befehls.

~

Nachtflug

*

Unser Acker ist der Himmel,
im Schweiß der Motoren bestellt,
angesichts der Nacht,
unter Einsatz des Traums -

geträumt auf Schädelstätten und Scheiterhaufen,
unter dem Dach der Welt, dessen Ziegel
der Wind forttrug – und nun Regen, Regen, Regen
in unserem Haus und in den Mühlen
die blinden Flüge der Fledermäuse.
Wer wohnte dort? Wessen Hände waren rein?
Wer leuchtete in der Nacht,
Gespenst den Gespenstern?

Im Stahlgefieder geborgen, verhören
Instrumente den Raum, Kontrolluhren und Skalen
das Wolkengesträuch, und es streift die Liebe
unsres Herzens vergessene Sprache:
kurz und lang lang... Für eine Stunde
rührt Hagel die Trommel des Ohrs,
das, uns abgeneigt, lauscht und verwindet.

Nicht untergegangen sind Sonne und Erde,
nur als Gestirne gewandert und nicht zu erkennen.

Wir sind aufgestiegen von einem Hafen,
wo Wiederkehr nicht zählt
und nicht Fracht und nicht Fang.
Indiens Gewürze und Seiden aus Japan
gehören den Händlern wie die Fische den Netzen.

Doch ein Geruch ist zu spüren,
vorlaufend den Kometen,
und das Gewebe der Luft,
von gefallnen Kometen zerrissen.
Nenn‘s den Status des Einsamen,
in dem sich das Staunen vollzieht.
Nichts weiter.

Wir sind aufgestiegen,
und die Klöster sind leer,
seit wir dulden, ein Orden, der nicht heilt und nicht lehrt.
Zu handeln ist nicht Sache der Piloten. 
Sie haben Stützpunkte im Aug und auf den Knien ausgebreitet
die Landkarte einer Welt, der nichts hinzuzufügen ist.

Wer lebt dort unten? Wer weint...
Wer verliert den Schlüssel zum Haus?
Wer findet sein Bett nicht, wer schläft auf den Schwellen?
Wer, wenn der Morgen kommt,
wagt‘s den Silberstreifen zu deuten: seht, über mir...
Wenn das Wasser von neuem ins Mühlrad greift,
wer wagt‘s, sich der Nacht zu erinnern?

lunes, 27 de diciembre de 2021

manuel de freitas / cuatro poemas












Errata

*

Donde se lee Dios debe leerse muerte.
Donde se lee poesía debe leerse nada.
Donde se lee literatura ¿qué debe leerse?
Donde se lee yo debe leerse muerte.

Donde se lee amor debe leerse Inés.
Donde se lee gato debe leerse Bernabé.
Donde se lee amistad debe leerse amistad.

Donde se lee taberna debe leerse salvación.
Donde se lee taberna debe leerse perdición.
Donde se lee mundo debe leerse sacadme de aquí.

Donde se lee Manuel de Freitas debe ser
seguramente un sitio muy triste.

~

Dos veces nada

*

Es así, amiga. Nos encontramos
Por casualidad en los bares de antiguamente,
dejando que sobre la tapa azul
de las mesas se vuelva a posar
un empañado cementerio de botellas.

Constatamos lo peor, sus aspectos.
Cuerpos y libros que se fueron quedando
sin leer en la voracidad de la noche de Lisboa.
De hecho, crecemos en alcoholemia,
Nos levantamos tarde, en pánico,
y perdemos los días y los dientes
con una especie de resignación.
(No tenemos, por lo que parece, serventía.)

Sonreímos un poco, al tercer
gin, como quien renace a la muerte,
sus gestos de ternura o de exuberancia.
Tal vez hayamos calculado mal
el ángulo de la caída, esta victoria
sin nobleza de todos los venenos.

Pero ahora es tarde. Todo ha cerrado
para nosotros, para siempre. El amor,
el deseo, hasta el onanismo de la destrucción.
Antes de que busques la limosna
del último taxi, queda esta imagen
parada, desvaneciéndose
en el frío más frío de la memoria:
no dos cuerpos sentados intercambiándose
miedo, cigarros y palabras póstumas,
sino dos veces nada, nadie,
el silencio de la noche destronando
las sillas donde por razón ninguna
nos sentamos. Los años, amiga, han pasado.

~

Retrato de poeta desconocida (I)

*

Me abordó delante de la
Brasileira (1), en la fría tarde
de enero. Vacilante,
sujetaba una mochila negra.
Pensé que iba a pedirme unas monedas,
cigarros, respuestas inútiles
a una encuesta de paso.

Me equivoqué. Al final, estamos
todos demasiado habituados
a decir que no. Quería sólo
saber si me gustaba la prosa
- o la poesía. Si me gustase,
tenía un libro para enseñarme, suyo,
que vendía con dedicatoria y todo.

Avergonzado, no quise verlo
- y me cayó redonda la sonrisa,
al percibirle en el rostro el desánimo.
La culpa, esa, llegó poco después.

Nunca sabré si hablaba
con la mejor o la peor
poeta de mi generación.
Justo delante de la Brasileira,
bajo el frío irrespirable de enero.

(1) N. de la T. Uno de los cafés más antiguos y famosos de Lisboa y lugar de encuentro de intelectuales y artistas, entre los que se encontraban Fernando Pessoa, José de Almada Negreiros, Jorge Barradas, Aquilino Ribeiro y Alfredo Pimenta.

~

Love me tender

*

Estoy cansado de las personas.
No obstante, sentado al mostrador
y su garrida minifalda, Daisy
insiste en llorar sobre la quinta cerveza.

Menos mal que en este bar
no se admiten pessoanos (2)
(sería competencia desleal,
convengamos). Y no obstante Daisy
llora, esconde el rostro en pañuelos
de papel expresamente concebidos
para atenuar el desamor
y precaver la melancolía atípica.

Daisy llora, llora - y yo,
que ni de eso soy capaz,
me prometo a mí mismo
dejar de salir por la noche y empezar
a escribir poesía metafísica.

(2) N. de la T. Hace referencia a Fernando Pessoa.

***
Manuel de Freitas (Vale de Santarém, 1972)
Versiones de Raquel Madrigal Martínez

/

Errata

*

Onde se lê Deus deve ler-se morte.
Onde se lê poesia deve ler-se nada.
Onde se lê literatura deve ler-se o quê?
Onde se lê eu deve ler-se morte.

Onde se lê amor deve ler-se Inês.
Onde se lê gato deve ler-se Barnabé.
Onde se lê amizade deve ler-se amizade.

Onde se lê taberna deve ler-se salvação.
Onde se lê taberna deve ler-se perdição.
Onde se lê mundo deve ler-se tirem-me daqui.

Onde se lê Manuel de Freitas deve ser
com certeza um sítio muito triste.

~

Duas vezes nada

*

É assim, amiga. Encontramo-nos
quando calha nos bares de antigamente,
deixando que sobre o tampo azul
das mesas volte a pousar
um baço cemitério de garrafas.

Constatamos o pior, os seus aspectos.
Corpos e livros que foram ficando
por ler na voracidade da noite de Lisboa.
De facto, crescemos em alccolémia,
acordamos tarde, em pânico,
e perdemos os dias e os dentes
com uma espécie de resignação.
(Não temos, ao que parece, serventia.)

Sorrimos um pouco, ao terceiro
gin, como quem renasce para a morte,
seus gestos de ternura ou de exuberância.
Talvez tenhamos calculado mal
o ângulo da queda, esta vitória
sem nobreza dos venenos todos.

Mas agora é tarde. Tudo fechou
para nós, para sempre. O amor,
o desejo, até o onanismo da destruição.
Antes de procurares a esmola
do último táxi, fica esta imagem
parada, a desvanecer-se
no frio mais frio da memória:
não dois corpos sentados a trocarem
medo, cigarros e palavras póstumas,
mas duas vezes nada, ninguém,
o silêncio da noite destronando
as cadeiras onde por razão nenhuma
nos sentámos. Os anos, amiga, passaram.

~

Retrato de poeta desconhecida (I)

*

Abordou-me em frente à
Brasileira, na fria tarde
de Janeiro. Hesitante,
segurava uma mochila preta.
Pensei que ia pedir uns trocos,
cigarros, respostas inúteis
a um inquérito de passagem.

Enganei-me. Afinal, estamos
todos demasiado habituados
a dizer que não. Queria apenas
saber se eu gostava de prosa
- ou de poesia. Se gostasse,
tinha um livro para me mostrar, dela,
que vendia com dedicatória e tudo.

Embaraçado, não quis ver
- e caiu-me redondo o sorriso,
ao perceber-lhe no rosto o desânimo.
A culpa, essa, chegou pouco depois.

Nunca saberei se falava
com a melhor ou a pior
poeta da minha geração.
Mesmo em frente à Brasileira,
sob o frio irrespirável de Janeiro.

~

Love me tender

*

Estou cansado de pessoas.
Contudo, sentado ao balcão
e sua garrida mini-saia, Daisy
insiste em chorar sobre a quinta imperial.

Ainda bem que neste bar
não são admitidos pessoanos
(seria concorrência desleal,
convenhamos). E contudo Daisy
chora, esconde o rosto em lenços
de papel expressamente concebidos
para atenuar o desamor
e precaver a melancolia atípica.

Daisy chora, chora - e eu,
que nem disso sou capaz,
prometo a mim mesmo
deixar de sair à noite e começar
a escrever poesia metafísica.

domingo, 26 de diciembre de 2021

henriqueta lisboa / tres poemas








Humildad

*

Hace mucho tiempo, Vida, prometiste
traer a mi camino una loca alegría
hecha de espíritu y de llama,
una alegría rebosante, lo mismo que ese
resplandor blanco que desprende
la orla festiva de las ensenadas,
y entre reflejos de oro se derrama
del cántaro de las madrugadas.
Yo, que nací para un destino manso,
de cosas suaves, silenciosas, imprecisas,
yo que me siento bien en mi oscuro remanso
donde apenas se infiltra un perfume de brisas,
imagino temblando: ¡que sería de mí
si esa alegría
espléndida, algún día,
hubiese sorprendido mi propia inexperiencia!...

La vida me engañó, mas fue sabia en su esencia.

Mi alegría debiera ser así:
pequeñita dulzura delicada,
gota de orvallo en pétalo de flor,
siempre serena lámpara velada
que aclaras la bruma en mi interior.

Siempre serena lámpara velada,
símbolo de mi sueño predilecto...
Si tú pendes mañana de mi techo
aureolando mi última ilusión,
— para que viva en tu amor y tu paz,
deja un rastro de sombra por el suelo...

¡En esa sombra me me querré esconder
cuando sienta la falta que me hace
la otra alegría que no pudo ser!

~

Arte

*

Entre falsedades,
tú la verdadera.

Fiebre de mentiras
la boca te quema.

Reniegas los pechos        
que te alimentaron.

Y en el fondo, pérfida,
tú la verdadera.

Cabalgas abismos
no sé con qué frenos.

Jardines estériles
son tus connivencias.

Y cuando el ajuste,
tú la verdadera.

Confusión extrema
de éxtasis, sarcasmos,
rechinar de dientes.

Demonio triunfante,
demonio aplastado,
¿por qué calcanhares?

Misterio, misterio.
Cesaron de súbito
risas y sollozos.

No hay en la ciudad
piedra sobre piedra.

Verdades se arrasan
por ti, Verdadera.

~         

Amor

*

Un nombre lo puede decir todo
al claro del crepúsculo.
De maremoto y tierra estéril
de vergeles y de pétalos
de antigualla y antegozo
de comienzos y fines.
Un hombre en el aire en el azul en la arena
a respirar desierto y oasis.
En auras de ira y de ternura
un nombre con sabor a tâmara
en calientes lágrimas turbias
suspenso inscrito lacerado
entre nubes y el caos.
Un nombre lo puede decir todo
si tus labios lo callan.

***
Henriqueta Lisboa (Lambari, 1901-Belo Horizonte, 1985)
Versiones de Adovaldo Fernandes Sampaio

sábado, 25 de diciembre de 2021

sor juana inés de la cruz / nacimiento de cristo, en que se discurrió la abeja









De la más fragante Rosa
nació la Abeja más bella,
a quien el limpio rocío
dio purísima materia.
 
Nace, pues, y apenas nace,
cuando en la misma moneda,
lo que en perlas recibió,
empieza a pagar en perlas.
 
Que llore el Alba, no es mucho,
que es costumbre en su belleza;
mas ¿quién hay que no se admire
de que el Sol lágrimas vierta?
 
Si es por fecundar la Rosa,
es ociosa diligencia,
pues no es menester rocío
después de nacer la Abeja;
 
y más, cuando en la clausura
de su virginal pureza,
ni antecedente haber pudo
ni puede haber quien suceda.
 
Pues a ¿qué fin es el llanto
que dulcemente le riega?
Quien no puede dar más Fruto,
¿qué importa que estéril sea?
 
Mas ¡ay! que la Abeja tiene
tan íntima dependencia
siempre con la Rosa, que
depende su vida de ella;
 
pues dándole el néctar puro
que sus fragancias engendran,
no sólo antes la concibe,
pero después la alimenta.
 
Hijo y madre, en tan divinas
peregrinas competencias,
ninguno queda deudor
y ambos obligados quedan.
 
La Abeja paga el rocío
de que la Rosa la engendra,
y ella vuelve a retornarle
con lo mismo que la alienta.
 
Ayudando el uno al otro
con mutua correspondencia,
la Abeja a la Flor fecunda,
y ella a la Abeja sustenta.
 
Pues si por eso es el llanto,
llore Jesús, norabuena,
que lo que expende en rocío
cobrará después en néctar.

***
Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, 1651​-México, 1695)

viernes, 24 de diciembre de 2021

poemas lusófonos de navidad

Es probable que a un número amplio aunque acotado de personas, la Navidad se les presente como una  ocasión para reaccionar en torno a sus afectos. Y en ello, variedad, desde emociones contradictorias o que van dando forma y fondo a un ánimo. También es probable que se pueda hablar con generalidad de un fenómeno multidimensional. Los poetas que a continuación se ofrecen como a la ocasión de compartir sensaciones y sensibilidades sobre un hito que viene cada año, cada noche del 24 de diciembre. Y más precisamente, trocitos de poética, poemas de lengua portuguesa, seleccionados y traídos generosamente al español por Raquel Madrigal Martínez.













Fernando Pessoa
Navidad

**

Nace un Dios. Otros mueren. La verdad
Ni vino ni se fue: el Error mudó.
Tenemos ahora otra Eternidad,
Y era siempre mejor lo que pasó.

Ciega, la Ciencia la inútil gleba labra.
Loca, la Fe vive el sueño de su culto.
Un nuevo Dios es sólo una palabra.
No busques ni creas: todo está oculto.

/

Natal

Nasce um Deus. Outros morrem. A verdade
Nem veio nem se foi: o Erro mudou.
Temos agora uma outra Eternidade,
E era sempre melhor o que passou.

Cega, a Ciência a inútil gleba lavra.
Louca, a Fé vive o sonho do seu culto.
Um novo Deus é só uma palavra.
Não procures nem creias: tudo é oculto.

~


Pedro Tamen
No digo de la Navidad

**

No digo de la Navidad – digo de la nata
del tiempo que se cuaja con el frío
y nos queda blanquísima y exacta
en las manos que no saben de qué celo

nació esta semilla; pero que invade
esos tiempos relíquidos y pardos
y hace así que el corazón se agrade
de terrenos de piedras y de cardos

por diciembres cubiertos. Sólo entonces
se descubre días de blancura
esta nueva pupila, otra visión,

y los colores de la tierra son feroz locura
molidas en una sólo, y hechas pan
con el que la vida resiste, y anda, y dura.

/

Não Digo do Natal

Não digo do Natal – digo da nata
do tempo que se coalha com o frio
e nos fica branquíssima e exacta
nas mãos que não sabem de que cio

nasceu esta semente; mas que invade
esses tempos relíquidos e pardos
e faz assim que o coração se agrade
de terrenos de pedras e de cardos

por dezembros cobertos. Só então
é que descobre dias de brancura
esta nova pupila, outra visão,

e as cores da terra são feroz loucura
moídas numa só, e feitas pão
com que a vida resiste, e anda, e dura.

~













Natália Correia
Me hablaban de Amor

**

Cuando un ramo de doce campanadas
se extendía por los muebles y tú venías
solsticio de miel por las escaleras
de un sentimiento con nueces y con piñas,

niño eras de leña y crepitabas
porque del fuego el nombre antiguo tenías
y en su eternidad depositabas
lo que la infancia pedía a las golondrinas.

Después en las hojas secas te envolvías
de trecientos y muchos lerdos días
y eras un sol en la sombra flagelado.

La hiel que por nosotros bebes te libera
Y en la mansa navidad que te concierta
sólo tú estás a ti acostumbrado.

/

Falavam-me de Amor

Quando um ramo de doze badaladas
se espalhava nos móveis e tu vinhas
solstício de mel pelas escadas
de um sentimento com nozes e com pinhas,

menino eras de lenha e crepitavas
porque do fogo o nome antigo tinhas
e em sua eternidade colocavas
o que a infância pedia às andorinhas.

Depois nas folhas secas te envolvias
de trezentos e muitos lerdos dias
e eras um sol na sombra flagelado.

O fel que por nós bebes te liberta
e no manso natal que te conserta
só tu ficaste a ti acostumado.

~











Vinicius de Moraes
Poema de Navidad

**

Para eso fuimos hechos:
Para recordar y ser recordados
Para llorar y hacer llorar
Para enterrar a nuestros muertos —
Por eso tenemos brazos largos para los adioses
Manos para coger lo que fue dado
Dedos para cavar la tierra.
Así será nuestra vida:
Una tarde siempre que olvidar
Una estrella apagándose en la tiniebla
Un camino entre dos túmulos —
Por eso necesitamos velar
Hablar bajo, pisar leve, ver
la noche dormir en silencio.
No hay mucho que decir:
Una canción sobre una cuna
Un verso, tal vez de amor
Una oración por quien se va —
Pero que esa hora no olvide
Y por ella nuestros corazones
Se dejen, graves y sencillos.
Pues para eso fuimos hechos:
Para la esperanza en el milagro
Para la participación de la poesía
Para ver la cara de la muerte —
De repente nunca más esperaremos…
Hoy la noche es joven; de la muerte, sólo
Nacemos, inmensamente.

/

Poema de Natal

Para isso fomos feitos:
Para lembrar e ser lembrados
Para chorar e fazer chorar
Para enterrar os nossos mortos —
Por isso temos braços longos para os adeuses
Mãos para colher o que foi dado
Dedos para cavar a terra.
Assim será nossa vida:
Uma tarde sempre a esquecer
Uma estrela a se apagar na treva
Um caminho entre dois túmulos —
Por isso precisamos velar
Falar baixo, pisar leve, ver
A noite dormir em silêncio.
Não há muito o que dizer:
Uma canção sobre um berço
Um verso, talvez de amor
Uma prece por quem se vai —
Mas que essa hora não esqueça
E por ela os nossos corações
Se deixem, graves e simples.
Pois para isso fomos feitos:
Para a esperança no milagre
Para a participação da poesia
Para ver a face da morte —
De repente nunca mais esperaremos…
Hoje a noite é jovem; da morte, apenas
Nascemos, imensamente.

~










Mário de Sá-Carneiro
Noche de Navidad

**

En la noche de Navidad
Se alegran los pequeñitos;
Pues saben que el buen Jesús
Suele darles bonitos.
Se van a acostar los linditos
Pero ni duermen de contentos
E sólo a las diez
Se duermen inocentes.
Preguntan luego a la criada
Cuando despierte por la mañana
Si Jesús no les dio nada.
– Os dio, sí, muchos bonitos.
– Nos queremos levantar ya
Responden los pequeñitos.

/

Noite de Natal

Em a noite de Natal
Alegram-se os pequenitos;
Pois sabem que o bom Jesus
Costuma dar-lhes bonitos.
Vão se deitar os lindinhos
Mas nem dormem de contentes
E somente às dez horas
Adormecem inocentes.
Perguntam logo à criada
Quando acorde de manhã
Se Jesus lhes não deu nada.
– Deu-lhes sim, muitos bonitos.
– Queremo-nos já levantar
Respondem os pequenitos.

~










David Mourão-Ferreira
Letanía de las Póstumas Navidades

**

Ha de venir una Navidad y será la primera
En la que se vea a la mesa mi sitio vacío

Ha de venir una Navidad y será la primera
en la que han de recordarme de modo menos nítido

Ha de venir una Navidad y será la primera
en la que sólo una voz me evoque a solas consigo

Ha de venir una Navidad y será la primera
en la que no viva ya ningún conocido

Ha de venir una Navidad y será la primera
en la que ni vivo esté un verso de este libro

Ha de venir una Navidad y será la primera
en la que tendré de nuevo la Nada a solas conmigo

Ha de venir una Navidad y será la primera
en la que ni la Navidad tendrá ningún sentido

Ha de venir una Navidad y será la primera
en la que la Nada retome el color del Infinito

/

Ladainha dos Póstumos Natais

Há-de vir um Natal e será o primeiro
em que se veja à mesa o meu lugar vazio

Há-de vir um Natal e será o primeiro
em que hão-de me lembrar de modo menos nítido

Há-de vir um Natal e será o primeiro
em que só uma voz me evoque a sós consigo

Há-de vir um Natal e será o primeiro
em que não viva já ninguém meu conhecido

Há-de vir um Natal e será o primeiro
em que nem vivo esteja um verso deste livro

Há-de vir um Natal e será o primeiro
em que terei de novo o Nada a sós comigo

Há-de vir um Natal e será o primeiro
em que nem o Natal terá qualquer sentido

Há-de vir um Natal e será o primeiro
em que o Nada retome a cor do Infinito

~













Eugénio de Andrade
Último Poema

**

Es Navidad, nunca estuve tan solo.
Ni siquiera nieva como en los versos
de Pessoa o en los bosques
de Nueva Inglaterra.
Dejo los ojos correr
entre el fulgor de los claveles
y los nísperos ardiendo en la sombra.
Quien así tiene el verano
dentro de casa
no debería quejarse de estar solo,
no debería

/

Último Poema

É Natal, nunca estive tão só.
Nem sequer neva como nos versos
do Pessoa ou nos bosques
da Nova Inglaterra.
Deixo os olhos correr
entre o fulgor dos cravos
e os dióspiros ardendo na sombra.
Quem assim tem o verão
dentro de casa
não devia queixar-se de estar só,
não devia.

~









Manuel Alegre
Navidad

**

Sucedía. En el viento. En la lluvia. Sucedía.
Era gente corriendo por la música arriba.
Una ola una fiesta. Palabras saltando.

Eran carpas o manos. Un suspiro una rima.
Guitarras guitarras. O tal vez mar.
Y sucedía. En el viento. En la lluvia. Sucedía.

En tu boca. En tu rostro. En tu cuerpo sucedía.
En tu ritmo en tus ritos.
En tu sueño en tus gestos. (Liturgia liturgia).
En tus gritos. En tus ojos casi afligidos.
Y en los silencios infinitos. En tu noche y en tu día.
En tu sol sucedía.

Era un soplo. Era un salmo. (Nostalgia nostalgia).
Todo el tiempo en un sólo tiempo: movimiento
de poesía. Era un susto. O sobresalto. Y sucedía.
En la ciudad lavada por la lluvia. En cada curva
sucedía. Y en cada azar. Como un poco de agua turbia
en la ciudad agitada por el viento.

Navidad Navidad (decían). Y sucedía.
Como se fuese en la palabra la rosa brava
sucedía. Y era diciembre que florecía.
Era un volcán. Y en tu cuerpo la flor y la lava.
Y era en la lava la rosa y la palabra.
Todo el tiempo en un sólo tiempo: nacimiento de poesía.

/

Natal

Acontecia. No vento. Na chuva. Acontecia.
Era gente a correr pela música acima.
Uma onda uma festa. Palavras a saltar.

Eram carpas ou mãos. Um soluço uma rima.
Guitarras guitarras. Ou talvez mar.
E acontecia. No vento. Na chuva. Acontecia.

Na tua boca. No teu rosto. No teu corpo acontecia.
No teu ritmo nos teus ritos.
No teu sono nos teus gestos. (Liturgia liturgia).
Nos teus gritos. Nos teus olhos quase aflitos.
E nos silêncios infinitos. Na tua noite e no teu dia.
No teu sol acontecia.

Era um sopro. Era um salmo. (Nostalgia nostalgia).
Todo o tempo num só tempo: andamento
de poesia. Era um susto. Ou sobressalto. E acontecia.
Na cidade lavada pela chuva. Em cada curva
acontecia. E em cada acaso. Como um pouco de água turva
na cidade agitada pelo vento.

Natal Natal (diziam). E acontecia.
Como se fosse na palavra a rosa brava
acontecia. E era Dezembro que floria.
Era um vulcão. E no teu corpo a flor e a lava.
E era na lava a rosa e a palavra.
Todo o tempo num só tempo: nascimento de poesia.

jueves, 23 de diciembre de 2021

robert frost / árboles de navidad













(Una carta de navidad circular)

La ciudad se había replegado sobre sí misma
y dejó al fin el campo para el campo;
cuando entre los remolinos de nieve que no vienen a descansar
y los remolinos de hojas que todavía no descansaron, un extraño
arribó a nuestro jardín, que miraba a la ciudad,
haciéndolo del modo campestre en que lo hacen allí,
se sentó y esperó hasta que nos condujo afuera con nuestros abrigos sin abotonar
para preguntarle quién era.
El probó volver a la ciudad
para buscar algo que había perdido
con lo cual no podría hacer su Navidad.
Me preguntó si podía venderle mis árboles de navidad;
mis bosques, los jóvenes bálsamos de los abetos
como un lugar donde las casas son todas iglesias y tienen capiteles.
No pensé en ellas como árboles de Navidad.
Dudé si estuve tentado por un momento
de vendérselos de sus pies e ir en autos y dejar pelada la pendiente detrás de la casa,
donde el sol calienta ahora no más que la luna.
Odiaría tenerlos ahora si fuera así.
Más aún odiaría sostener mis árboles excepto
como otros sostienen los suyos o rehúsan hacerlo,
más allá del tiempo de crecimiento provechoso,
la prueba del mercado que cada cosa debe afrontar.
Me entretuve demasiado con la idea de venderlos.
Luego, ya sea por una cortesía errada y temor de parecer corto de discurso,
o por la esperanza de escuchar algo bueno de lo que era mío, dije
"No hay suficientes que valgan la pena”.

            “Podría decirle pronto cuántos deberían cortar, déjeme echarles un vistazo”.
“Puedes ver. Pero no esperes que dejaré que los tengas”
Los pastizales brotaban, algunas en racimos demasiado abigarrados,
cuyas ramas se entrecruzaban, aunque no unos pocos solitarios con ramas iguales,
todos redondos y redondos.
El último asintió “Sí”, o hizo una pausa para decir debajo de alguna más amorosa,
con la moderación de un comprador “Eso podría hacer”.
Pensé lo mismo, pero no estaba allí para decirlo.
Trepamos el pastizal en el sur, lo cruzamos, y salimos al norte.
El dijo “Mil”.

“¡Mil árboles de Navidad! ¿a cuánto cada uno?”

El sintió la necesidad de suavizarlo para mí:
"Mil árboles serían treinta dólares”.

Luego estuve seguro de que nunca quise decir que podía llevárselos.
¡Nunca mostré sorpresa! Pero treinta dólares parecían tan poco
al lado de la extensión del pastizal que debía desmontar,
tres céntimos (porque eso era todo lo que calculaban por pieza),
tres céntimos tan poco al lado de los amigos del dólar
a los que debería estar escribiendo para dentro de una hora
poder pagar en ciudades por buenos árboles como estos,
árboles regulares de la sacristía todas las Escuelas de Domingo
podrían colgarse lo suficiente para recoger suficiente.
¡Mil árboles de Navidad que no sabía que tenía!
Valen más tres centavos para dar que venderlos,
como se puede demostrar con un simple cálculo.
Sería demasiado malo no dejar uno en una carta.
No puedo resistir el deseo de enviarte uno,
al desearte aquí una Feliz Navidad.

***
Robert Frost (San Francisco, 1874-Boston, 1963)
Versión de H. M.

/

Christmas Trees

*

(A Christmas Circular Letter)

The city had withdrawn into itself
And left at last the country to the country;
When between whirls of snow not come to lie
And whirls of foliage not yet laid, there drove
A stranger to our yard, who looked the city,
Yet did in country fashion in that there
He sat and waited till he drew us out
A-buttoning coats to ask him who he was.
He proved to be the city come again
To look for something it had left behind
And could not do without and keep its Christmas.
He asked if I would sell my Christmas trees;
My woods—the young fir balsams like a place
Where houses all are churches and have spires.
I hadn’t thought of them as Christmas Trees.
I doubt if I was tempted for a moment
To sell them off their feet to go in cars
And leave the slope behind the house all bare,
Where the sun shines now no warmer than the moon.
I’d hate to have them know it if I was.
Yet more I’d hate to hold my trees except
As others hold theirs or refuse for them,
Beyond the time of profitable growth,
The trial by market everything must come to.
I dallied so much with the thought of selling.
Then whether from mistaken courtesy
And fear of seeming short of speech, or whether
From hope of hearing good of what was mine, I said,
“There aren’t enough to be worth while.”
“I could soon tell how many they would cut,
You let me look them over.”

                                                     “You could look.
But don’t expect I’m going to let you have them.”
Pasture they spring in, some in clumps too close
That lop each other of boughs, but not a few
Quite solitary and having equal boughs
All round and round. The latter he nodded “Yes” to,
Or paused to say beneath some lovelier one,
With a buyer’s moderation, “That would do.”
I thought so too, but wasn’t there to say so.
We climbed the pasture on the south, crossed over,
And came down on the north. He said, “A thousand.”

“A thousand Christmas trees!—at what apiece?”

He felt some need of softening that to me:
“A thousand trees would come to thirty dollars.”

Then I was certain I had never meant
To let him have them. Never show surprise!
But thirty dollars seemed so small beside
The extent of pasture I should strip, three cents
(For that was all they figured out apiece),
Three cents so small beside the dollar friends
I should be writing to within the hour
Would pay in cities for good trees like those,
Regular vestry-trees whole Sunday Schools
Could hang enough on to pick off enough.
A thousand Christmas trees I didn’t know I had!
Worth three cents more to give away than sell,
As may be shown by a simple calculation.
Too bad I couldn’t lay one in a letter.
I can’t help wishing I could send you one,
In wishing you herewith a Merry Christmas.