viernes, 28 de febrero de 2020

victoria ramírez / magnolios











La mitad de los quemados de la Posta Central
se han quemado a sí mismos
con bencina o con alcohol
se han fosforeado
desde la ventana que da hacia Portugal
se pueden ver los magnolios
allá adentro las vendas respladecen
como lámparas de sal

me pregunto quiénes son esa mitad
de los quemados
si acaso comentan el origen del fuego
o esas mujeres que fueron bellas
se tocan la cara y piensan en sus maridos
y si se sientan en torno a una hoguera
se abrazan como una tribu volcánica
les sienta bien el alivio
de la sobrevivencia

para ellas las llamas han suturado las costuras
y caminan como santas averiadas
con la dignidad rota para que las reciban en el cielo
y si todos pudiéramos revertirnos
volver visibles nuestras grietas
correría el agua a través de nosotros
¿nos traspasaríamos, nos arruinaríamos?
nuestras hendiduras nos impedirían mentir

entonces si me afirman
que la mitad de los quemados de la Posta Central
son un porcentaje a lo bonzo
puedo mirar sus magulladuras
desear sentirlas como se supone que se sienten
sulfurarme como se supone que debo sulfurarme
y sentir los magnolios y fumarme las colillas
juntar los encendedores que dejan en mi casa como trofeos
o medallas o estatuas milenarias
rendir en cada chispazo homenajes modestos
tener altares como ofrendas colgando de las paredes
oír con tristeza los anuncios de la radio
los pequeños incendios
propagándose

besarme con chicos que echan de menos a otros chicos
todo eso un alivio tierno, porque así son todos los alivios
mirar por la ventana y ver a los magnolios
pensar que ya es época de magnolios,
que es hermoso que una flor salga de un árbol
que los árboles den flores y frutas al mismo tiempo
todo eso pensando en la sala de los quemados
de la Posta Central
en esa blancura triste como astillas de cuarzo
estalactitas en mi espina dorsal
y la mitad de los quemados por voluntad propia

***
Victoria Ramírez (Santiago de Chile, 1991)

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