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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

domingo, 3 de agosto de 2025

marguerite yourcenar / no debí dudar













No debí dudar; debí acudir
debí llamar; no debí callar.
He seguido por demasiado tiempo mi camino solitario;
nunca presentí  que fueras a morir.

Nunca presentí  que vería agotarse
el manantial en el que una bebe y se refresca;
No comprendí que bajo la tierra yacen
frutos amargos y dulces que la muerte debe madurar.

El amor no es más que un nombre, la existencia sólo un número;
bajo la ruta del sol yo encontré tu sombra;
mis remordimientos tropiezan con los ángulos de una tumba.

La muerte, menos indecisa, te ha alcanzado.
Si piensas en nosotras tu corazón se compadece
porque una queda ciega cuando se extingue una antorcha.

***
Marguerite Yourcenar (Bruselas, 1903-Maine, 1987)
Versión de Marina Kohon

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Je n'ai su que'hésiter…

*

Je n’ai su qu’hésiter ; il fallait accourir ; 
Il fallait appeler ; je n’ai su que me taire. 
J’ai suivi trop longtemps mon chemin solitaire ; 
Je n’avais pas prévu que vous alliez mourir. 

Je n’avais pas prévu que je verrais tarir 
La source où l’on se lave et l’on se désaltère ; 
Je n’avais pas compris qu’il existe sur terre 
Des fruits amers et doux que la mort doit mûrir. 

L’amour n’est plus qu’un nom ; l’être n’est plus qu’un nombre; 
Sur la route au soleil j’avais cherché votre ombre ; 
Je heurte mes regrets aux angles d’un tombeau. 

La mort moins hésitante a mieux su vous atteindre. 
Si vous pensez à nous votre cœur doit nous plaindre. 
Et l’on se croit aveugle à la mort d’un flambeau.

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