Deja esa bolsa de papas fritas, ese pan blanco, esa
botella de gaseosa.
Apaga ese teléfono celular, la computadora y el control remoto.
Abre la puerta, luego ciérrala detrás de ti.
Toma un respiro ofrecido por vientos amigables. Ellos
recorren la tierra recogiendo esencias de plantas que limpian.
Devuelve con gratitud.
Si cantas tu espíritu se elevará para volar hacia los oídos de las estrellas y de vuelta.
Reconoce esta tierra que te ha cuidado desde que eras
un sueño plantándose a sí mismo entre el deseo de tus padres.
Deja que tus pies de mocasín te lleven al campamento de los
guardianes que te han conocido antes del tiempo,
quienes estarán allí después del tiempo.
Ellos sientan ante el fuego que ha estado allí sin tiempo.
Deja que la tierra estabilice tus inseguras inquietudes postcoloniales.
Sé respetuoso con los pequeños insectos, gente-ave y gente-animal que te acompañan.
Pide perdón por el daño que nosotros los humanos
les hemos ocasionado.
No te preocupes.
El corazón sabe el camino, aunque pueda haber rascacielos, carreteras interestatales, puestos de control, soldados armados, masacres, guerras y
aquellos que te despreciarán porque se desprecian a sí mismos.
El viaje puede llevarte algunas horas, un día, un año, algunos años, cien, mil o incluso más.
Cuida tu mente. Sin entrenamiento podría huir y
dejar tu corazón para el inmenso festín humano organizado por los
ladrones del tiempo.
No guardes rencores.
Cuando encuentres tu camino hacia el círculo, hacia el fuego alimentado por los guardianes de tu alma, serás bienvenido.
Debes limpiarte con cedro, salvia u otra planta-medicina.
Corta los lazos al fracaso y a la vergüenza.
Deja ir el dolor que retienes en tu mente, tus hombros, tu corazón, que se extiende hasta llegar a tus pies. Deja ir el dolor de tus antepasados para dar paso a quienes se dirigen en nuestra dirección.
Pide perdón.
Pide ayuda a los que te aman. Estos ayudantes toman muchas formas: animal, elemento, pájaro, ángel, santo, piedra o ancestro.
Llámate a ti mismo de vuelta. Te encontrarás atrapado en rincones y pliegues de vergüenza, juicio y abuso humano.
Debes llamar de un modo en que tu espíritu quiera regresar.
Háblale como lo harías con un niño amado.
Dale la bienvenida a tu espíritu que vuelve de sus merodeos. Volverá en pedazos, en jirones. Reúnelos. Ellos estarán felices de ser hallados después de estar perdidos por tanto tiempo.
Tu espíritu necesitará dormir un poco después de ser bañado y recibir ropa limpia.
Ahora puedes hacer una fiesta. Invita a todos los que sabes que te aman y te apoyan. Guarda un espacio para aquellos que no tienen lugar a donde ir.
Haz un sorteo, y recuerda, mantén breves los discursos.
Luego, debes hacer esto: ayuda a la siguiente persona a encontrar su camino a través de la oscuridad.
Joy Harjo (Tulsa, 1951)
Versión de Andrea Echeverría y Juan G. Sánchez Martínez
/
For Calling the Spirit Back from Wandering the Earth in Its Human Feet
*
Put down that bag of potato chips, that white bread, that bottle of pop.
Turn off that cellphone, computer, and remote control.
Open the door, then close it behind you.
Take a breath offered by friendly winds. They travel the earth gathering essences of plants to clean.
Give it back with gratitude.
If you sing it will give your spirit lift to fly to the stars’ ears and back.
Acknowledge this earth who has cared for you since you were a dream planting itself precisely within your parents’ desire.
Let your moccasin feet take you to the encampment of the guardians who have known you before time, who will be there after time. They sit before the fire that has been there without time.
Let the earth stabilize your postcolonial insecure jitters.
Be respectful of the small insects, birds and animal people who accompany you.
Ask their forgiveness for the harm we humans have brought down upon them.
Don’t worry.
The heart knows the way though there may be high-rises, interstates, checkpoints, armed soldiers, massacres, wars, and those who will despise you because they despise themselves.
The journey might take you a few hours, a day, a year, a few years, a hundred, a thousand or even more.
Watch your mind. Without training it might run away and leave your heart for the immense human feast set by the thieves of time.
Do not hold regrets.
When you find your way to the circle, to the fire kept burning by the keepers of your soul, you will be welcomed.
You must clean yourself with cedar, sage, or other healing plant.
Cut the ties you have to failure and shame.
Let go the pain you are holding in your mind, your shoulders, your heart, all the way to your feet. Let go the pain of your ancestors to make way for those who are heading in our direction.
Ask for forgiveness.
Call upon the help of those who love you. These helpers take many forms: animal, element, bird, angel, saint, stone, or ancestor.
Call your spirit back. It may be caught in corners and creases of shame, judgment, and human abuse.
You must call in a way that your spirit will want to return.
Speak to it as you would to a beloved child.
Welcome your spirit back from its wandering. It may return in pieces, in tatters. Gather them together. They will be happy to be found after being lost for so long.
Your spirit will need to sleep awhile after it is bathed and given clean clothes.
Now you can have a party. Invite everyone you know who loves and supports you. Keep room for those who have no place else to go.
Make a giveaway, and remember, keep the speeches short.
Then, you must do this: help the next person find their way through the dark.