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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

lunes, 5 de diciembre de 2022

nino crimi / marina













Si los grillos del torrente donde la hierba
es escasa y amarilla entre las masas rizadas,
el lento mar que pasa calmo
y las altas hojitas de los álamos
de dos colores verdes y nunca tranquilas
el perro molesto, el burro claro, flojo en el palmento de las viñas calientes,
las bocas de las mujeres secas, 
blancas, traspasadas, descalzas como ovejas
bajo las vides inquietas a las lágrimas, quedaran quietas y calladas
mi discurso
con dos pedernales más allá de la valla
que divide las casas del pueblo
de la marina, tal vez despertaría
a Sebastiano, sentado en el umbral
desde hace más de mil días, viejo e inerte
cuyos ojos se apagaron en el camino blanco.

***
Nino Crimi (Giammoro, 1929-Messina, 1997)
Versión de Nicolás López-Pérez

/

Marina

*

Se i grilli del torrente dove l’erba
è rada e gialla fra le masse crespe,
il mare lento che va calmo incontro,
e le piccole foglie alte dei pioppi
di due colori verdi e mai tranquille,
il cane infastidito, il ciuco chiaro, pigro al palmento dalle vigne calde,
le bocche asciutte, bianche, trafelate,
delle femmine scalze a pecoroni
sotto viti irrequiete per gli strappi, stessero fermi e muti,
il mio parlare
con due pietre focaie oltre il recinto
che divide le case del paese
dalla marina, forse desterebbe
Sebastiano, seduto sulla soglia,
da più di mille giorni vecchio e inerte,
cogli occhi spenti sulla strada bianca.

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