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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

sábado, 29 de mayo de 2021

vilborg dagbjartsdóttir / sueño












Soñé que me encontraba en un arenal o un promontorio. Había un camino desde la punta del arenal que seguía la costa y en lo alto se veía un cinturón de rocas. (Jamás había visto ni en sueños ni despierta un paisaje más desolado.) Caminé hacia el norte a lo largo de la lengua de arena, con el mar a un lado y el acantilado al otro. Vi algo lejos a una persona que venía hacia mí. Al acercarse vi que era un hombre fornido, con una zamarra gris y un sombrero oscuro con un ala baja que le tapaba media cara.

La senda era tan estrecha que nos rozamos al cruzarnos y en ese momento tuve la intuición repentina de quién era. Lo llamé entonces, porque me pareció que tenía muchas cosas que decirle.

Se detuvo rápidamente, volvió la cabeza, y bajo el sombrero vi brillar sus ojos ardientes de deseo.

Se me ocurrió entonces que hasta el mismo Odín sólo piensa en una cosa cuando se trata de mujeres. Y yo creí que era poeta... logré espantar el sueño y despertar... con el alma llena de rabia.

***
Vilborg Dagbjartsdóttir (Seyðisfjörður, 1930)
Versión de José Antonio Fernández Rom

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Draumur

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Mér þótti ég stödd á eyri eða nesi. Lá vegur af eyraroddanum austanverðu á ströndinni en efra tóku við klettabelti. (Aldrei hef ég hvorki í svefni né vöku séð útyflislegra landslag.) Gekk ég sem leið lá norður tangann með hafið á aðra hönd en hamravegginn á hina. Sá ég þá hvar maður kom á móti mér í nokkurri fjarlægð. Þegar hann nálgaðist sá ég að þetta var karlmaður, mikill vexti, klæddur stuttum, gráum stakki með dökkan hatt, slútti annað barðið svo það huldi nær hálft andlitið.

Svo þröngt var á einstiginu að ég straukst við hann þegar við mættumst og um leið laust því í hug mér sem eldingu hver hann var. Kallaði ég þá til hans, því ég þóttist eiga við hann margt vantalað.

Hann snögg stansaði, vatt til höfðinu, og undan hattbarðinu glitti í auga logandi af girnd.

Rann þá upp fyrir mér að jafnvel Óðinn sjálfur á ekki nema eitt erindi við konur. Og ég sem hélt ég væri skáld – mér tókst að hrista af mér svefninn og komst yfir í vöku – í sál minni brann reiðin.

(Ljóð, 1981)

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