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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

viernes, 15 de agosto de 2025

rainer maria rilke / torso de apolo arcaico









No conocíamos su increíble cabeza,
en la que maduraban sus ojos como manzanas. 
Pero su torso aún arde como un candelabro,
en el que su mirada, solo atenuada,

se mantiene y brilla. De otra forma, el arco 
del busto no te deslumbraría, y en el suave giro
de las caderas no podría aparecer una sonrisa
hacia ese centro que llevó la procreación.

De otra forma, esta piedra estaría desfigurada y chica
bajo la diáfana caída de los hombros
y no reluciría como la piel de las fieras

ni cada uno de sus bordes
estallaría como una estrella: porque no hay lugar
que no te mire. Debes cambiar tu vida.

**
Rainer Maria Rilke (Praga, 1875-Montreux, 1926)
Versión de Nicolás López-Pérez
Para otra versión en la comparecencia infinita, clic aquí

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Arcaïscher Torso Apollos

Wir kannten nicht sein unerhörtes Haupt,
darin die Augeäpfel reiften. Aber
sein Torso glüht noch wie ein Kandelaber,
in dem sein Schauen, nur zurückgeschraubt,

sich hält und glänzt. Sonst könnte nicht der Bug
der Brust dich blenden, und im leisen Drehen
der Lenden könnte nicht ein Lächeln gehen
zu jener Mitte, die die Zeugung trug.

Sonst stünde dieser Stein entstellt und kurz
unter der Schultern durchsichtigem Sturz
und flimmerte nicht so wie Raubtierfelle;

und bräche nicht aus allen seinem Rändern
aus wie ein Stern: denn da ist keine Stelle,
die dich nicht sieht. Du musst dein Leben ändern.

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