lunes, 30 de septiembre de 2024

delmore schwartz / dos poemas










El conocimiento del verano

*

El conocimiento del verano no es la veracidad del invierno,
ni la del otoño, ni su fruición, visión o reconocimiento:
no es la gracia de mayo, joven y echando hojas verdes,
radiante con sus hojas blancas,
no es la astucia ni el conocimiento del dorado otoño
ni la oscura madurez del viñedo,
tampoco es la atormentada, empapada y lluviosa ciencia del nacimiento,
abril, o sus dolores de parto,
ni la ciencia en las convulsiones del útero, o en las enmarañadas arterias
rotas y abiertas, raíces que se abren paso desde la oscura marga:
la agonía de la primera muestra de dolor es peor que la muerte,
o peor que pensar en ella:
sin amapolas, sin preparativos, sin iniciación o ilusión,
solo el comienzo, tan lejos de todo conocimiento o cualquier conclusión,
de toda indecisión o cualquier apariencia.
El conocimiento del verano es verde, campestre,
es la sabiduría de crecer y el reconocimiento flexible
de la plenitud, corpulencia y redondez de la madurez,
es la inteligencia del ave y la erudición que los árboles adquieren
cuando la savia asciende hasta la hoja, hasta la flor, hasta el fruto,
esos que la raíz nunca ve y que se imagina en la oscuridad
y en la ignorancia de la sabiduría invernal.
-La sabiduría de la fruta no es la misma que posee la raíz
en sus indómitas tinieblas de ambición, ese estado de fe más allá de concebir
una experiencia o la satisfacción que ofrece la fruición.
El conocimiento del verano no es una imagen del saber
tampoco es el conocimiento de la tradición o el aprendizaje.
No es la sabiduría adquirida en las altas serranías,
no es la imagen del jardín, de manantiales ocultos
en las lejanas montañas.
No es la mirada fija en un marco de oro,
no son las deliberadas y atesoradas frases de los sentimientos;
es la inteligencia del gato, del ciervo, del consumado follaje,
la flor de nieve y la fruta redonda.
Es lo que sabe el fénix de la vid y la uva al final del verano,
cuando la uva se hincha y la manzana enrojece:
es la ciencia de la manzana madura, avanzando hacia la plenitud
de ese momento en que cae en la podredumbre y muerte.
Pues el conocimiento del verano es tanto el de la muerte como el del nacimiento,
es tanto el de la muerte como el del suelo
de toda esa abundante, floreciente llama del renacimiento.
Es el conocimiento de la veracidad del amor y la del crecimiento:
el conocimiento antes y después del conocimiento:
pues, en cierta forma, el conocimiento del verano no es absoluto:
es instintivo, la naturaleza consumada, un nuevo nacimiento
una nueva muerte para renacer, inmensamente surgir de las llamas
del cambiante octubre, del ardiente noviembre,
las imponentes y decadentes llamas
creciendo cada vez más vívidas y altas
en el consumo y aniquilación del fuego otoñal.

~

Cuando observas tras la ventana acuarela


Cuando observas vanamente desde la ventana acuarela
todo y nada están allí, y es muy claro, sin exagerar.
También es clara la pulcra impresión  de un verdadero libro
marchando tal si fuera a una auténtica conclusión,
a cosechar del ilimitado, inmenso azul del cielo
la noche de los vivos y el día de los muertos.
 
Conduzco toda una noche
hacia la manzana que ha cosido la luz del sol.
Mi simple yo no es más que un discurso
suplicando el desbordamiento de esa enorme taza,
mi  oscurecido cuerpo, la mente quieta como un friso.
El resto son solo conceptos tan complejos como una enfermedad.

***
Delmore Schwartz (Brooklyn, 1913-Nueva York, 1966)
Versiones de Allain Pallais

/

Summer knowledge


Summer knowledge is not the winter’s truth, the truth of fall,
the autumn’s fruition, vision and recognition:
It is not May knowledge, little and leafing and growing green,
blooming out and blossoming white,
It is not the knowing and the knowledge of the gold fall and
the ripened darkening vineyard,
Nor the black tormented, drenched and rainy knowledge of birth,
    April, and travail,
The knowledge of the womb’s convulsions, and the coiled cord’s
    ravelled artery, severed and cut open,
    as the root forces its way up from the dark loam:
The agony of the first knowledge of pain is worse than death,
or worse than the thought of death:
No poppy, no preparation, no initiation, no illusion, only
the beginning, so distant from all knowledge
and all conclusion, all indecision and all illusion.
Summer knowledge is green knowledge, country knowledge,
the knowledge of growing and the supply recognition
of the fullness and the fatness and the roundness of ripeness.
It is bird knowledge and the knowing that trees possess when
The sap ascends to the leaf and the flower and the fruit,
Which the root never sees and the root believes in the darkness
and the ignorance of winter knowledge
—The knowledge of the fruit is not the knowledge possessed
by the root in its indomitable darkness of ambition
Which is the condition of belief beyond conception of
experience or the gratification of fruition.
Summer knowledge is not picture knowledge, nor is it the
knowledge of lore and learning.
It is not the knowledge known from the mountain’s height, it
is not the garden’s view of the distant mountains of hidden fountans;
It is not the still vision in a gold frame, it is not the
measured and treasured sentences of sentiments;
It is cat knowledge, deer knowledge, the knowledge of the
full-grown foliage, of the snowy blossom and the rounding fruit.
It is the phoenix knowledge of the wine and grap near
summer’s end, when the grape swells and the apple reddens:
It is the knowledge of the ripening apple when it moves to the
fullness of the time of falling to rottenness and death.
For summer knowledge is the knowledge of death as birth,
Of death as the soil of all abounding flowering flaring rebirth.
it is the knowledge of the truth of love and the truth of growing:
it is the knowledge before and after knowledge:
For, in a way, summer knowledge is not knowledge at all: it is
second nature, first nature fulfilled, a new birth
and a new death for rebirth, soaring and rising out
of the flames of turning October, burning November,
the towering and falling fires, growing more and
more vivid and tall
In the consummation and the annihilation of the blaze of fall.

~

Out of the watercolored window, when you look 


When from the watercolored window idly you look
Each is but and clear to see, not steep:
So does the neat print in an actual book
Marching as if to true conclusion, reap
The illimitable blue immensely overhead,
The night of the living and the day of the dead.

I drive in an auto all night long to reach
The apple which has sewed the sunlight up:
My simple self is nothing but the speech
Pleading for the overflow of that great cup,
The darkened body, the mind still as a frieze:
All else is merely means as complex as disease!

domingo, 29 de septiembre de 2024

cristina peri rossi / vivir dos veces









La memoria es una sobrevida.
Mientras me inclino para besarte
para acariciar tus senos
pienso en la sobrevida que me sobrevendrá
en tu memoria
  
viviré más allá de mis años
en el escorzo de tu cuello tan blanco
como la luz lunar
una noche, en Calella,
mes de agosto,
año dos mil seis,
  
Viviré más allá de mis años
en tu memoria de mujer nocturna
que mira desde el lecho
la ventana por donde una ciudad como un cuadro
de Richard Estes enciende y apaga sus luces
  
en medio de los carteles de Bancos y de Cajas
de autos y oficinas
  
Viviré más allá de mis años
en tu memoria
de mujer que al amarme se ama en mi amor
  
 y recordarás el edredón de plumas 
 con el que cubrías tu desnudez
  
 y la botella de agua caída en medio de los besos
 y la luz del televisor mudo
 que iluminaba blancamente nuestros cuerpos
 oscureciéndolos a veces
 como ojeras en medio de la piel
  
 La memoria es una sobrevida
 Mientras me inclino para besarte
 sé que vivo dos veces
 la vez de esta noche tibia de otoño
 en la que te acaricio con las manos
 con los dedos con el pensamiento y con la voz
 y la sobrevida de tu memoria
 donde nos amamos
 más allá del tiempo
 en medio de la ciudad iluminada
 y silenciosa
 que no duerme
 porque estamos en vigilia
 vigilia del goce
 vigilia de amor.

***
Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941)

sábado, 28 de septiembre de 2024

ada limón / el contrato dice: nos gustaría que la conversación fuera bilingüe










Cuando vengas, trae tu more-
nidad para asegurarnos de complacer
a los financiadores. Vas a marcar este
recuadro; estamos solicitando un subsidio.
¿Tienes algún poema que trate de
adolescentes con problemas? Bilingüe es mejor.
¿Te gustaría venir a cenar
con los jefes y sorber tequila Patrón? 
¿Nos contarías historias que nos hacen
incómodos, mas no cómplices?
No leas ese en que eres
igual a nosotros. Nacidos en una casa verde,
con jardín, no nos digas cómo recogiste
tomates y los comiste en el suelo
viendo buitres despedazar a los huesos
de otra ave en la carretera. Léenos el
que es sobre tu padre robando los rines
después de que un colega dijo que eso es lo que hacen
los de su estirpe. Dinos cómo vino
a la reunión vistiendo un poncho
y trató de venderlos de nuevo al hombre a
quien se los robó. No menciones que tu padre
era profesor, hablaba inglés, amaba
hacer cerveza, amaba el béisbol, cuéntanos
otra vez sobre el poncho, los rines,
cómo los robó, cómo hizo justamente
lo que dijo que no hizo.

***
Ada Limón (Sonoma, 1976)
Versión de Beverly Pérez-Rego

/

THE CONTRACT SAYS: WE'D LIKE THE CONVERSATION TO BE BILINGUAL

When you come, bring your brown-
ness so we can be sure to please
the funders. Will you check this
box; we’re applying for a grant.
Do you have any poems that speak
to troubled teens? Bilingual is best.
Would you like to come to dinner
with the patrons and sip Patrón?
Will you tell us the stories that make
us uncomfortable, but not complicit?
Don’t read the one where you
are just like us. Born to a green house,
garden, don’t tell us how you picked
tomatoes and ate them in the dirt
watching vultures pick apart another
bird’s bones in the road. Tell us the one
about your father stealing hubcaps
after a colleague said that’s what his
kind did. Tell us how he came
to the meeting wearing a poncho
and tried to sell the man his hubcaps
back. Don’t mention your father
was a teacher, spoke English, loved
making beer, loved baseball, tell us
again about the poncho, the hubcaps,
how he stole them, how he did the thing
he was trying to prove he didn’t do.

viernes, 27 de septiembre de 2024

márgara russotto / ejercicio de polifonía












Un día mi padre me llevó a ver el tren.

Lengua perfecta el sol
sobre los rieles
perdidos al infinito
sin comienzo ni fin. 
Entre las piedras
saltaba el colibrí, 
la dulce víbora
con su rastro de húmeda corchea.

¿Raíces había?

Cactus había, 
salvajes tunas inalcanzables
sacudidas por lagartos polvorientos
y después capturados
para mí.

"Observa la independencia de su cola trunchada 
la armonía funcional de las uñas
el sentido jeroglífico de sus escamas. 
Así es el mundo
al alcance de la mano
y erróneamente descifrable."

Pero de raíces
ni el recuerdo. 
Carecemos. 
Carecemos. 
Fuera del cuerpo que nos abriga
que puede acariciarse torpemente
ninguna tierra pasta. 
Arriba
todas las nubes del pensamiento abajo
pedruscos en el zapato.

Pero el tren, ¿lo viste? 
Tu padre, ¿qué te dijo?

Nada Nadie
Sólo el morado de las viñas
resplandecía
al sacudir mil veces
el pequeño pie
y con exactos gestos
librar de escombros la carne idolatrada
mientras pasaba el humo
encegueciendo la memoria
y pasaba
la mancha de las ventanillas
con todos sus ojos espiando el mar
que en algún lugar se prometía
en el salitre airoso
y el silbido
que era largo
y todavía en mi canta
esbelto el tallo
ondulante de forma
Nunca más volví a ver un tren
en mi vida.

***
Márgara Russotto (Palermo, 1946)

jueves, 26 de septiembre de 2024

gian pierre codarlupo / dos poemas










Tiempo al que no llegaré nunca

*

Vida,
te escribo desde Tumbes
y acaso
desde un tiempo
al que no llegaré nunca.
 
Del mundo,
alejado,
busco la puerta
de mi casa
y todos los peldaños
me son insuficientes.
 
Desde la memoria
escribo
con el único propósito
de olvidarme,
de pasar por alto
la escritura
que todavía desconozco,
porque uno no sabe
si el poema
se escribe solo,
en la impasibilidad
del que nada observa.
 
A nadie he reconocido
entre los rostros pálidos, resecos,
del invierno,
he sido  mudo
ante sus gestos.
 
Si por aquí
pasara la primavera,
yo sería
una melodía inconfundible
y no
una gota
en el rocío
como lo soy ahora.

~

Caos

*

Hasta ahora me pregunto
si de verdad
me sostiene un esqueleto
o si estoy
hecho de espuma.
 
En otras partes del Perú
buscándome sigo,
y tal vez
en la sinuosa carretera
de Santiago de Chuco
o en el amanecer de Áncash,
hay otro ser
dictando sus palabras,
porque las mías están cubiertas de barro,
de huellas
que han ido sepultando países
en un solo devenir
de caos y transformaciones.
 
Más allá del recuerdo
entiendes
que la vida
es un continuo simulacro
y lo que hoy
te falta
para desnudar los huesos
es evaporarte
en el crepúsculo.

***
Gian Pierre Codarlupo (Piura, 1997)

miércoles, 25 de septiembre de 2024

federico schopf / dos poemas













El espía que regresó del frío

*

No logró acostumbrarse a ninguna lengua extraña.
Se desplazó por capitales de importancia
bebió interminables tazas de café, ensayó diálogos
con extraños cercanos a su mesa, ascendió a la torre de varias catedrales
-desde allí vio el trazado medieval de muchas calles-,
pretendió descifrar tapices, se interesó en la teoría de la información
pero no logró ningún contacto interesante.
Sólo conversaciones acerca de flores en una lengua borrosa
recetas de botica, preguntas por el tiempo,
         citas a destiempo con extranjeras recién conocidas,
paseos por la orilla del lago de Zurich con un frío que calaba los huesos,
los cabellos largos, las cinturas lo apasionaban, pero eran frías,
parecían hechas de mármol o eran maniquíes sedosos
expertos en abrir las piernas con medias que llegaban hasta la cintura.
Caminó por el jardín de Luxemburgo
-allí fue capaz de enumerar una a una las estatudas-, 
le parecía que las calles cambiaban de nombre
           tan pronto las abandonaba.
Ruido interminable de botellas de cerveza, borracheras espantosas para su misión,
películas en que las imágenes escapaban de sus ojos
           como los presuntos sospechosos en las esquinas de los bulevares:
maquinarias de arte incomprensibles -mensajes vacíos que proclamaban el vacío-
centros de acción en forma de espiral donde pequeños toques de corneta
mantenían al margen de la voluntad,
fornicaciones no disfrutadas, operetas, idas y venidas en diversos metros
y un recuerdo permanente de la patria con que no se lograba cumplir.

~

Cae la nieve sobre las cabinas

*

En los ojos de los espectadores que se hielan
lenta frenéticamente espejean
las muchachas que danzan azotadas por un sol artificial
Las palmeras se cimbran y ellas mismas
al ritmo intermitente de la música y el viento
frío y húmedo afuera y ardiente por dentro
cae y cae nieve sobre los clientes
que introducen dinero con sus manos
cada vez más heladas.

***
Federico Schopf (Osorno, 1940)

martes, 24 de septiembre de 2024

miyó vestrini / tres poemas









El llanto

*

Siempre hay una habitación a oscuras
para tener lágrimas tras las persianas
sobre las rodillas
el papel se deja amar
y los muebles celebran el silencio.
Es el instante de la certidumbre
de las manos quietas en la mesa de fórmica
tenemos penas
y afuera
todos
todos lo ignoran.

~

Soledad

*

Soledad es simplemente
ese viejo marinero que nos habla de las serpientes del sur

Es simplemente esa plegaria que se pronuncia
al pasar cerca de un mendigo.

Soledad puede ser
cualquier lagarto arrodillado;
cualquier ciudad que agoniza poblándose de emigrantes
y de mujeres desnudas.

Soledad yo te invoco.
Y la lluvia danza a mi alrededor.

Sobre todas las cosas del olvido clavas tu aullido de niño muerto
y no obstante,
cada vez que te invoco
sólo me traes el gesto de aquel adolescente que quería morir
bajo los puentes.
Resucitaste una tarde
mientras yo le mentía al joven desconocido y él me hablaba
de una casa extraña
donde los ancianos daban grandes banquetes y ofrecían sacrificios.
Resucitaste soledad.
Conocí entonces el nombre del que me hablaba,
comprendí que la casa extraña
no era sino una vieja palabra cuya ternura utilizaban
mis antepasados para enamorar a las bailarinas del fuego.
Descubrí la mentira del tranvía que devoraba al estudiante.

Y nuevamente Soledad
me levanté contra todas las ventanas del mundo,
contra todas las palmadas dadas en los cinematógrafos.
Me levanté soledad.
Y la lluvia danzó a mi alrededor.

(Maracaibo, junio de 1956)

~

El dolor

*

Doblé con cuidado sus camisas
y vacié la gaveta de la mesa de noche.
Dada la magnitud de mi dolor,
leí a Marguerite Duras,
hostil y dulzona ella,
tejiendo un chal para su amado.
Al quinto día
abrí las cortinas.
La luz cayó sobre el cubrecamas manchado de grasa,
el piso lleno de desechos,
el marco de la puerta descascarado.
Tanto dolor,
por cosas tan feas.
Miré una vez más su cara de ratón
y tiré todo por el bajante de la basura.
La vecina,
alarmada por semejante volumen de basura,
me preguntó si me sentía bien.
Duele, le dije.
En mi buzón colocaron un anónimo:
el que tenga un amor
que lo cuide
que lo cuide
y que no ensucie el bajante de basura de la comunidad”.

***
Miyó Vestrini (Nimes, 1938-Caracas, 1991)

lunes, 23 de septiembre de 2024

violeta luna / por culpa de los números










Por culpa de los números
estuve siempre mal en todo cálculo.
Por no poder usar los logaritmos
la cuenta de mi vida se fue al suelo.
Jamás hallé mi siete
ni pude poner cifras a mis letras.
No supe el porcentaje de mis fraudes.
Tal vez por eso mismo
no tuve nada exacto.
Por no poder restar decimales
me fui llenando de humo, 
de vientos y palomas
y nunca pude ser un tres resuelto.
Se me quedó en la nada
mi signo con tu máxima potencia.
Y siempre me rebotan
las gélidas fracciones del olvido.
Por culpa de los números 
no me entendieron nunca.
Por culpa de esas plagas
jamás hallé la ruta de la lógica,
jamás un mar tranquilo,
jamás un tiempo eterno.


Por no poder hacer raíz cuadrada
no tuve un edificio de esmeraldas
ni alfombras voladoras.
Me fui quedando pobre,
sin amuletos propios
ni talismanes mágicos.
Por olvidar el álgebra
no pude ser brillante
y apenas me quedaron las gaviotas
y un cráneo lluvioso
en donde hace columpio el arco iris.
Por culpa de los números
se me cayó la casa de la suerte
y hasta el amor más firme
se fue por la tangente.

***
Violeta Luna (Guayaquil, 1943)

domingo, 22 de septiembre de 2024

roxana miranda rupailaf / dos poemas










País sísmico 
el que gusta de la trizadura y el temblor 
como Tú mi sísmico
Tierra en país
ciego
nudo desvalido

Sísmico
Temblor del árbol
Hojas
esparcidas y mojadas por la lluvia
una lluvia que no deja de trizarnos
de quebrarnos estos brazos que sostienen
mil agujas
que son flores
que son niños no tan niños
y mujeres no mujeres como yo

~

La ciudad es un incendio
En medio de esta isla hay un incendio
un cabello,
un rostro que se quema
El olor nos invade,
nos persigue
Construimos una ciudad en medio de la isla
y ahora la lloramos
Lloramos el desastre
los escombros
Las escaleras del deseo
Tanto objeto quemado
Tanto cuerpo que se ha vuelto negro,
Ceniza,
Polvo,
Aire

El agua que nos rodea no podrá apagar todo este incendio

***
Roxana Miranda Rupailaf (Osorno, 1982)
Fotografía de Álvaro de la Fuente Farré

sábado, 21 de septiembre de 2024

eliana pulquillanca nahuelpán / los hijos del socavón











La mar no conoce
a los hijos del minero.
El minero y sus hijos
no trepan Laurel ni Canelo.
Corren por laberintos
en profundos socavones
pulsan la vida
Los hijos del minero
tienen el rostro empolvado
sediento el corazón
la sonrisa amplia
los ojos teñidos de sal
Y en su norte
la profundidad de la tierra.

***
Eliana Pulquillanca Nahuelpán (San José de la Mariquina, 1963)

viernes, 20 de septiembre de 2024

eucanaã ferraz / tres poemas













Letra

*

Como si yo mismo dijese,
como si yo mismo afirmase
(empieza con yo, mi nombre)
que soy lo que me nombra:

lugar de no ser todavía,
sólo tan solo prometido,
proyecto de geografía
para pasado mañana.

Mi nombre no soy ahora,
vivo en el mundo futuro.
Mi padre me dio ese nombre
sin que yo pudiese hacerlo.

Mal puedo escribirlo bien
en los documentos que lo piden.
No existo en mi nombre,
cosa que vive sin mí.

Él se dice siendo yo,
este nombre que me afirma,
pero lo que en él me apunta
es también lo que me acusa

de yo no ser lo que él dice.
Querría vivir sin nombre,
ser lo que soy: yo-nadie.
Me llamasen – ¡eh, tú! –

y yo me reconocería,
perfectamente no siendo
sino una cosa libre
de lo que jamás prometí.

Pero a la cara está pegada
(ciertas tintas no se borran)
esta placa, este engaño
a la orilla de mí-carretera.

Si tierra, soy tierra a tierra,
el ahora sin vaticinios
de un norte en el que miel y leche
chorreasen fáciles, sin dolor.

Sólo existo en suelo estrecho,
en unos versos de amor y muerte,
palabras dichas en la oscuridad,
fósforo, pozo, tú.

Soy el exiliado del nombre
que cargo, viceversa,
sin haber visto nunca la patria
que miento cuando me digo

toda vez a que respondo:
cómo te llamas?
Voy a los libros, no lo encuentro.
Pregunto. No está en el atlas.

Y el infinito infinito.

La tierra estará extendida
cuando esté concluida.
Entonces, viviré ahí,
bajo ella, dentro de ella,

sin ser yo, sin yo, no ser.

~

Ala

*

Los dioses, cuando existiesen,
tendrían seguramente ese rostro
donde exulta la juventud.

Palabra tan desvariada,
juventud, juventud,
pájaro de tantos colores.

Sin embargo, ¿por qué será?,
el pájaro dulce canta
pero canta en silencio y es triste,

inconsciente tal vez
de que el mundo le pertenece
pero es necesario quererlo.

Y dudas brotan
en cada hilo de cabello
alborozado en el viento.

Sus ojos, tan sorprendidos,
Se cierran siempre que alguien
humanamente diría

(la bebida ayuda mucho)
que estoy loco, que te amo,
como en un sueño dorado,

como en una película barata,

que yo estoy enamorado
o alguna cosa así,

una cosa bien terrena,
pero que embelesa, que arrebata:
cigarro, canción, poemas.

Hubiese habido ese tiempo
De los hombres y dioses juntos,
yo bien sé cómo sería,

azul y dolor de manos dadas.

~

Lugar ninguno

*

Me dijiste que en mis brazos tu pareces
un niño yo dije que en tus brazos
yo soy un niño yo podría haber dicho

traigo en la mano un girasol un libro
un violín yo debería haber dicho yo no dije
soy un cesto tejido con tus cabellos

soy el pez rojo en el acuario
de Matisse yo diría además pero
dejé que sólo la respiración dijese

que yo era la presencia lejana de la marea
por entre los piñeros de Curitiba
un niño sí un grano de mostaza

una tarima en Braga blanca y blanca
yo despertaba en Ámsterdam bajo la nieve
parecía más pequeñita una sílaba

esperando a una sílaba que la tarde
traía entre dientes menudos todo
bajo el lazo a punto de desatarse y caer

a la manera de un vaso que se rompe
pero por ahora nada tenía peso nada
era grave y el tiempo sin las horas

nunca supo de nosotros ahí donde el mundo

permanecería de aquel modo suspendido
perfecto.

***
Eucanaã Ferraz (Rio de Janeiro, 1961)
Versiones de Raquel Madrigal Martínez

/

Letra

*

Como se eu mesmo dissesse,
como se eu próprio afirmasse
(começa com eu, meu nome)
que sou o que me nomeia:

lugar de não ser ainda,
solo tão só prometido,
projeto de geografia
para depois de amanhã.

Meu nome não sou agora,
moro no mundo futuro.
Meu pai me deu esse nome
sem que eu pudesse fazê-lo.

Mal posso escrevê-lo certo
nos documentos que o pedem.
Não existo no meu nome,
coisa que vive sem mim.

Ele se diz sendo eu,
este nome que me afirma,
mas o que nele me aponta
é também o que me acusa

de eu não ser o que ele diz.
Queria viver sem nome,
ser o que sou: eu-ninguém.
Me chamarem – ei, você! –

e eu me reconheceria,
perfeitamente não sendo
senão uma coisa livre
do que jamais prometi.

Mas à cara está colada
(certas tintas não se apagam)
esta placa, este engano
à beira de mim-estrada.

Se terra, sou terra a terra,
o agora sem vaticínios
de um norte em que mel e leite
jorrassem fáceis, sem dor.

Só existo em chão estreito,
nuns versos de amor e morte,
palavras ditas no escuro,
fósforo, poço, você.

Sou o exilado do nome
que carrego, vice versa,
sem ter nunca visto a pátria
que minto quando me digo

toda vez a que respondo:
como é que você se chama?
Vou aos livros, não encontro.
Pergunto. Não está no atlas.

E o infinito infinito.

A terra estará cumprida
quando estiver concluída.
Então, morarei ali,
sob ela, dentro dela,

sem ser eu, sem eu, não ser.

~

Asa

*

Os deuses, quando existissem,
tinham decerto esse rosto
onde exulta a juventude.

Palavra tão desvairada,
juventude, juventude,
pássaro de tantas cores.

No entanto, porque será?,
o pássaro doce canta
mas canta em silêncio e é triste,

inconsciente talvez
de que o mundo lhe pertence
mas é preciso querê-lo.

E dúvidas desabrocham
em cada fio de cabelo
alvoroçado no vento.

Seus olhos, tão espantados,
fecham-se sempre que alguém
humanamente diria

(a bebida ajuda muito)
que estou doido, que te amo,
como num sonho dourado,

como num filme barato,

que eu estou apaixonado
ou alguma coisa assim,

uma coisa bem terrena,
mas que enleva, que arrebata:
cigarro, canção, poemas.

Tivesse havido esse tempo
dos homens e deuses juntos,
eu bem sei como seria,

azul e dor de mãos dadas.

~

Lugar nenhum

*

Me disse nos meus braços você parece
um menino eu disse nos seus braços
eu sou um menino eu podia ter dito

trago pela mão um girassol um livro
um violino eu devia ter dito eu não disse
sou um cesto tecido com seus cabelos

sou o peixe vermelho no aquário
de Matisse eu diria ainda mas
deixei que só a respiração dissesse

que eu era a presença longínqua da maresia
por entre os pinheiros de Curitiba
um menino sim um grão de mostarda

um sobrado em Braga branco e branco
eu despertava e Amsterdã sob a neve
parecia mais pequenina uma sílaba

à espera de uma sílaba que a tarde
trazia entre dentes miúdos tudo
sob o laço prestes a desatar e cair

à maneira de um copo que se parte
mas por ora nada tinha peso nada
era grave e o tempo sem as horas

nunca soube de nós ali onde o mundo

permaneceria daquele modo suspenso
perfeito.

jueves, 19 de septiembre de 2024

enrique lihn / pena de extrañamiento












No me voy de esta ciudad con la resignación de los visitantes en tránsito
Me dejo atar, fascinado por ella
a los recuerdos del presente:
cosas que no tuvieron, por definición, un futuro
pero que, ciertamente, llegaron a envejecer, pues las dejo a sabiendas
de que son, tal vez, las últimas elaboraciones del deseo,
los caprichos lábiles que preanuncian la vejez.

En una barraca, cerca de Nueva York, el martillero liquidó el saldo de su negocio
—un stock de fotografías antiguas—
ofreciéndolas a gritos en medio de la risotada de todos:
“Antepasados instantáneos”, por unos centavos
Esos antepasados eran los míos, pues aunque los adquirí a vil precio
no tardaron, sin duda, en obligarme a la emoción
ante el puente de Brooklyn
como si Manhattan, que se enorgullece de volatilizar el pasado
conservándolo en el modo de la instigación a desafiarlo
fuera mi ciudad natal y yo el hijo de esos antiguos vecinos de los que la voz gutural
hace irrisión, y el martillo.

No me voy de esta ciudad sin haber amado aquí
a la mujer que conocí y no conocí ni haber agotado la vida conyugal
reflotando en el negocio de plantas o antigüedades.

La isla dispone de fantasmas artificiales
con que llenar los huecos de la contra-historia
Ellos ocupan en la memoria, con la naturalidad que ésta se permite en relación a la nada
el lugar de los verdaderos ausentes: caras que vi en las bouffoneries del Soho
directement angeliques: esas muchachas caídas de la luna a la nieve
vestidas de pierrot y sus acompañantes andróginos
fueron y no fueron mis amigos de juventud
Se congelan lágrimas que son de frío
pero que memorizan, asimismo, a John Lennon
Reconozco la nieve de antaño, que cae
sobre Blecker Street en este día acrónico
mientras se hace de noche a la velocidad simultánea del vuelo de un murciélago
y pasan películas de mi tiempo en mi barrio.

Como si me retuviera algún negocio en la ciudad
veo a Cary Grant e Irene Dunne
que acaban de morir en una vieja comedia
víctimas del capricho de uno de los primeros automóviles deportivos
(la máquina del glamour)
Sigo sus apariciones y desapariciones
—una cita de Meliès en la magia blanca y sonora de Hollywood—
la sorpresa de esta pareja en otro tiempo ideal
cuando el paisaje se espejea en ellos —los transparentes— por gracia del celuloide.

Como mis propios fantasmas, esos figurines inverosímiles
evocan, de manera en sí misma realista, alguna época acrónica de lo imaginario
Son los antepasados instantáneos de los deseos que provocan
en la inocencia total de sus reencarnaciones o desplazamientos
desde su absoluta lejanía en blanco y negro
El beso final no ocurre en la pantalla
sino entre la pantalla y la media luz de la sala
un corte insubsanable en que se juntan y se besan el presente y el pasado: labios incompatibles
que ninguna comedia puede reunir.

Lo que me ata a la ciudad es todavía más irreal que ese beso
blanco, que connota glamour, escrito en la luz centelleante
(el placer del ojo en el paraíso de la visión artificial)
haciendo el reconocimiento de cómo es lo que no es
hic et nunc, en el Blecker Cinema
Esta ciudad no existe para mí y yo no existo para ella
allí, en ese punto en que los tiempos convergen
bajo la especie de la Duración
Existe para mí, en cambio, en la medida en que logro destemporizarla
desalojarla, por unos contrasegundos, de la convención que marca el reloj
con sus pasitos de gato en la rutina del living
Trabajo que Hércules no se soñaba
en franca competencia con la Meditación Trascendental
Si yo lo consiguiera, sentiría apoyarse desaprensivamente en mi brazo
(el de Cary Grant) la mano enguantada
pronta a desaparecer, de una muerta: Irene Dunne
—Frisson Nouveau— y entre la pantalla y la media luz de la sala
(borrado ya del tiempo el día de mi partida:
dos de enero de mil novecientos ochenta y uno)
Se tocarían (no) como para cualesquiera de los espectadores
—gatos descongelados en el invierno de Nueva York—
pasado, presente y futuro
en una unidad de medida que reúna esos tiempos incompatibles
para ellos y para mí, pero no para ellos: los veros vecinos de Washington Square.
A diferencia mía ellos permanecerán, de hecho, en la ciudad, con el aval de sus antepasados
a quienes, a lo mejor, pusieron en subasta
por unos centavos
y que yo mismo adquirí en una barraca.

De una memoria de la que mi memoria se hace cargo
en la borrada fecha del dos de enero, mi cuerpo tomará el avión
para hacer, en los meros hechos, de algunas calles cuyos nombres ya no recuerdo
y de ciertos rincones que nadie volverá a ver
recuerdos sin objeto ni sujeto
Eso en lo que concierne a mi cuerpo, mientras el invisible ciudadano de esos rincones y esas calles
tan innotorio como lo son, al fin y al cabo, entre sí
diez millones de habitantes
seguirá aquí, delegado por la memoria
que llega a la aberración y toma entonces
no sólo la forma de mi sombra:
mi existencia hecha de algo que se le parezca
Ese doble abrirá en mí un hueco que yo mismo no podría llenar
con las anotaciones de mi diario de viajes
No me proporcionará los estímulos a los que necesite responder
cuando me pregunten en mi pueblo por la Megalópolis
Vivirá en mí de ella, simplemente, como el huésped del mesonero
coadyuvando a que mi vida sea
una versión del discours sur le peu de realité
Porque la realidad estará allí donde ese parásito del ser se pasee gozando de su inanidad
en tanto miseria sonora de estos versos y más allá del lenguaje
y de la vida que me sustraiga mañana cuando como un cuerpo sin la mitad de su alma
despojado del terror que fascina, habite
en cualesquiera de esas medio-ciudades, defectuosas copias de Manhattan
y, por lo tanto, ruinas —nuestros nidos—
antes, después y durante su construcción
algunos de mis puntos de destino
cuando me vaya y no me vaya de aquí.

***
Enrique Lihn (Santiago de Chile, 1929-1988) 

miércoles, 18 de septiembre de 2024

guillermo riedemann / dos poemas













Exequias

*

Ni carroza ni gualdrapas
negras. Mucho menos procesión
frente al noble cuerpo
de bomberos, por las calles
que cruzan la plaza principal
y los balcones de intendencia

Ni discursos, golpes en el pecho
cocimientos y bebidas,
odiosas reuniones a gritos
para reírse del ausente

Después de todo lo supimos
desde el comienzo, no obstante
pretenciosos y niñas de papá

Entonces, si me dan a elegir
elijo la fosa común

~

Geometría

*

Si supieras el nombre
de estos árboles,
si al mirarlos un lugar
conocido reapareciera,
¿qué cambiaría?

Siéntate entre ellos
dijo uno,
un monje tampoco
agregó algo más

Son cuatro, no tres
como pensaste al llegar
a ese patio que parece
el hogar de todo silencio
Opuestos y congruentes
los troncos esbeltos crecen
inclinados hacia el interior
No precipitan
la bella voluntad
de tocarse en el centro

***
Guillermo Riedemann (Reumén, 1956)

martes, 17 de septiembre de 2024

jerome rothenberg / tres poemas













Esto me enorgullece

*

Dejo caer un libro
boca arriba
y me establezco
en el pensamiento recto. Soy lo más relajado

de todo
en mi identidad.
Mi nombre está
frente a ti. Ve las luces
titilar desde
una charola de plata.
Y ve sus lustrosos dedos.
Uno es rojo, los otros
negro azabache.
Camino con seguridad
cuando doblo
otra esquina.
No es mi decisión conocerte pero puedo hacerlo
y lo sé.
A veces alguien
me trae bajo tierra
y me deja quedarme
cerca de los circuitos.
De otra forma
me encuentro sitiado
por helicópteros
alineados arriba
del templo.
Estoy tan contento de conocerte. Dame la mano
y sonríe.
Esto me enorgullece.

Septiembre 1999 Viena.

~

Entro al nuevo mundo

*

Las voces son mudas
hasta que hablo por ellas.
Al conocer el sonido
me encuentro entre
dos fuegos. Uno
es verde oscuro, otro
del color de mi mente
cuando duermo. Entro
al nuevo mundo
donde pensar en la muerte
ya no causa aflicción.
Será bueno ser
siempre un extraño
conocer los términos en los que visitamos adelante y atrás
y hacia los lados.
En la mañana usaré
un traje con hombros
grandes como tablas. Mis ropas son de plástico plateado.
Cuando subo al coche
comienza a volar.
Juego juegos con
los niños
en los que hago de una nariz
un oído.
Como un reloj mi corazón
se acerca
a la chica en llamas
y ahí permanece.
Ahora contaré el siglo
en unos y dos.
Esta mañana
todas las voces de mi sueño hablaron con una voz.
Me siento privilegiado de estar aquí entre ustedes.
De ahora en adelante
viviremos
de tiempo prestado.

Enero 1, 2000

~

Escribo mi nombre en el aire

*

Escribo mi nombre en el aire. Mi lengua está adormecida aunque se agita cuando hablo.

Vivo entre ustedes y sirvo sueños.
Soy un pequeño dios que rebuzna impulsivamente.

No dudes en llamar.

Tu más pequeño deseo
es sagrado para mi. También es sagrado como te cabalgo, las espuelas

a tus costados.
No tenemos madres
sólo vacas
ni padres más que el viento. Planeamos sobre una calle pintada resplandecientes casas y
débiles sonrisas. Una mujer
saca un peine
de su cabello
y nos saluda.
Cansado de este “espectáculo”
un hombre rojo
apunta a su sombrero.
Crece hasta que
aniega
el mundo.
En agradecimiento
nos inclinamos
mientras él
hace alarde de sus listones alegremente.

***
Jerome Rothenberg (Nueva York, 1931-Encinitas, 2024)
Versiones de Edmeé García

lunes, 16 de septiembre de 2024

gloria mendoza borda / inti, mar y tempestad










A Inti, hijo de una buena amiga.

Todo gira
y de pronto
un golpe de agua viva
cubrió los ojos de Inti

brisa marina
devora nuestra esperanza

en edad flor
la corriente sorprendió
cambió el rumbo de su camino

viento marino
lo tomó en sus brazos
lo levantó
se hizo un nudo en la garganta
de la plaza limeña

aguas grises
peces sorprendidos
cielo y tempestad
juntaron la inmensidad
en la pena
de mamá María Olinda
bucea Inti bucea

ola a ola
te buscaron
perdido entre las aguas vivas
papá Arturo palpa la arena
imaginando
salir tu imagen
junto a las algas

todas las pistas
eran inciertas
todos los caminos
sembrados de musgo
y a lo lejos
sólo la inmensidad del mar
nunca estuviste
tan cerca
de los dioses del mar
como ahora

danza de olas
no lo dejaron bucear
salid habitantes
de las aguas
Inti se perdió en el mar
Inti alumbró el mar
Inti se hizo Inti en el mar.

***
Gloria Mendoza Borda (Puno, 1948)

domingo, 15 de septiembre de 2024

forough farrokhzad / tres poemas









Pecado

*

He pecado y era un pecado lleno de placer
junto a un cuerpo tembloroso y desmayado
Dios, no sé qué he hecho
en aquel lugar privado, oscuro y silencioso

En aquel lugar privado, oscuro y silencioso
me fijé en sus ojos llenos de secretos
En mi pecho anhelante temblaba el corazón
por la pasión de sus ansiosos ojos

En aquel lugar privado, oscuro y silencioso
me senté junto a él desconcertada
sus labios vertieron en los míos el deseo
me libré de la tristeza del corazón desbocado

Murmuré en su oído la historia del amor
Te deseo, oh alma mía
Te deseo abrazo que das vida
a ti, mi loco amante

El deseo estalló en llamas en sus ojos
El vino tinto bailó en la copa
Mi cuerpo en el suave lecho
sobre su pecho tembló ebrio

He pecado y estaba llena de placer
en un abrazo suave y ardiente
He pecado entre unos brazos
cálidos, rencorosos y de hierro.

~

La rebelión

*

No me impongas el silencio
Tengo una historia que contar
Quítame esta cadena de los pies
Mi corazón se agita por una pasión

Ven, hombre, egoísta, ven
Abre las rejas de esta jaula
Me hiciste prisionera de por vida
Libérame para mi último vuelo

Soy ese pájaro
Que desde hace tiempo sueña con volar
Mi canto se hizo suspiro
En mi apesadumbrado corazón
Mis días huyeron en lamentos

No me impongas el silencio
Debo revelar mi secreto
Hacer oír a todo el mundo
El eco fulminante de mi poema

Ven a abrir la reja, para que vuele
Al cielo límpido de la poesía
Si me dejas volar
Seré una flor
En el jardín de la poesía

Mis labios se impregnan del azúcar de tu beso
Mi cuerpo retiene el olor de tu cuerpo

Mi mirada arroja sus chispas contenidas
Y mi corazón canta su dolor sangriento

Hombre egoísta
No digas:
Tu poesía es una vergüenza

El espacio de una jaula es estrecho
Para el alma tomada de pasión
No digas que mi poesía es sólo pecado

Dame el vino de este pecado y esta vergüenza
Y te dejaré el paraíso
Sus vírgenes y sus fuentes
Alójame en un rincón del infierno

Un libro, un lugar tranquilo, un poema, un silencio
Bastan para embriagarme de vida
No siento pena si el paraíso se me escapa
Otro paraíso también eterno habita mi corazón

Una noche en que la luna danzaba despacio
En mitad del cielo
Dormías y yo excitada en todos mis deseos
Tomé su cuerpo en mis manos

El viento del alba me daba mil besos
Y mil besos di al sol
Una noche en la prisión donde eras el guardián
Un beso hizo temblar mi existencia

Hombre, detén esta fábula del honor
La vergüenza me colmó de un placer delirante
El dios que me dotó de un corazón de poeta
Sabrá perdonarme

Ábreme la puerta
Para que me escape por el cielo limpio
Déjame volar
Y seré una flor en el jardín de la poesía

~

El viento nos llevará

*

En mi noche, tan breve, ¡ay!
El viento está a punto de encontrar las hojas.
Mi noche tan breve está llena de devastadora angustia
¡Escucha! ¿Oyes los susurros de las sombras?
Esta infelicidad que siento ajena a mí
Estoy acostumbrada a la desesperación
¡Escucha! ¿Oyes los susurros de las sombras?
Allí, en la noche, algo está ocurriendo.
La luna está roja e inquieta.
Y, agarrada a este tejado,
podría derrumbarse en cualquier momento.
Las nubes, como una multitud de mujeres de luto,
esperan el nacimiento de la lluvia.
Un segundo, y luego nada.
A través de esta ventana,
la noche tiembla
y la tierra deja de girar.
A través de esta ventana, un extraño se preocupa por
mí y por ti.
Tú, en nuestro césped,
pon tus manos –aquellos abrasadores recuerdos–
en mis tiernas manos
y pon tus labios, llenos de calor vital
en contacto con mis tiernos labios.
¡El viento nos llevará!
¡El viento nos llevará!

***
Forough Farrokhzad (Teherán, 1934-Bagheri Kamasaei, 1967)
Versiones de Nazanin Armanian

sábado, 14 de septiembre de 2024

rodrigo landau / tres poemas











estaba cerca

agarrado del oído por
sus ojos blancos
adentro
mi olor
 
a único testigo
 
fue el instante
 
lo que ahora es la imagen
de un cuarto cálido
y oscuro
 
cobija desnuda
pómulos
 
el ángulo obtenido
 
la garita en un poco de
suelo
 
morder
la punta líquida
 
sin miedo
 
en la nitidez
de la noche
interesan las nubes
 
como importan
de lejos
los hechos del oriente
 
o una hoja seca
 
movida por el viento
 
de la tarde
la sombra exacta
 
sobre las puertas abatibles
el reflejo en la luz
 
de las plantas al otro
día
el silencio cardenal
del último
racimo
 
            después de la cena
   
~

(…)

desaparecer
del mapa
 
y aparecer
 
        en una fotografía
 
        distraído por la sierra
        en el amor del olvido
 
        pensar en la guerra
 
        mareado
        por los golpes
        y la recia
        certidumbre
 
        de las muñecas
 
        tatuadas
        por la gracia
        de los preciosos
 
        la fianza del padre
        sobre el hijo que hizo
 
        lo que quiso
 
        con sus manos
        menos
        lavárselas
        menos
        negras
        manos
        en la sombra
 
        talón desnudo
        fracturado
 
        del sentido
        en la tierra
        levantada
 
~

(…)

        quién vive
        alumbrado por
        mágica
        linterna
        con una mano
        expresionista
        sobre el muro
        y otra
        por detrás
        tapando el rabo
        del pródigo
        hijo
        de
        la
 
        mayordomía
 
        algo nunca
        vivido
 
        sin fuentes ni
        servicios sin
        pagar ni
        uno
        mismo su
        propia noche
        en el pedernal
 
        acampando
        días sucedidos
        en
        otra época a
        quien no
        conocías
        decir
        es
        la ampliación del placer
 
        y el dolor de astillar
 
        en pocos años
        una cantidad inmanejable
        de calles nuevas
        incorporadas
        al sistema del recuerdo

***
Rodrigo Landau (Santiago de Chile, 1976) Patio interior. 2020.

viernes, 13 de septiembre de 2024

carmen yáñez / libro de cuentos













Mi pequeño
    tiene:
        Un sol
        una canoa amarrada,
        un cielo que llueve,
        un pez de escamas doradas,
        un caballo, un ciempiés,
        un canto que aguarda la media luna,
        una extendida llanura abierta y clara,
        un fantástico corcel de trote alegre,
        un viajero en un barco de papel y
        un sueño a la vera de los rieles
No tiene patria.
    tiene:
        luna que va sonriendo por los montes
        hierba blanda, rubia miel
        tibia leche, mi amor,
        nuestro sustento
No tiene
la copa de un árbol que lo acoja
ni el murmullo de un jardín que lo incorpore.

***
Carmen Yáñez (Santiago de Chile, 1952)

jueves, 12 de septiembre de 2024

armando uribe arce / crisis de la vida política













Henos aquí, en la ratonera
del país que es un gato arestiniento
a la espera de vernos
acercarnos el queso y roerle la cáscara
para el zarpazo darnos en el cuello
y en seguida comernos, y al osario.

Estamos no pertenecemos
al país donde estamos ¡ésta no es norteamérica!
y sin embargo hay edificios tal como en las postales
de después de la crisis de wall street
(se pronuncia guolstrit), éste es el caso:
se produjo la quiebra de todo el golpe universal
de estado, estamos entre los escombros
que quedaron, las féminas con cintas de colores
se pasean con tacos aguja sus abuelas con palillos
tejen cartílagos y sus amantes de camisa con rayas
ya no usan pantalones y lucen espinillas atractivas
y los sexos se creen carismáticos.

La dictadura
no fue un error, tiene apellidos
como colas de rata o lagartija,
y su elenco de honor para asesinos
los regocija todavía, y dura
indefinidamente; no fue un malentendido
sino la voluntad de pasar una lija
de hierro por encima de los niños.

El siniestro, el grotesco, el que conjuga
palabras al revés, y convierte a los hombres
en mujercitas asustadas de las sombras
de la noche, en siluetas recortadas
con tijeras negruzcas homicidas,
y a las mujeres en mujer con barba,
ésa no muere. Mueren los poetas, los artistas
y los adolescentes; posan
para su pésima posteridad los torpes
ridículos y sórdidos malvados con su murga.

Viejas atrocidades: novedosas
ex abominaciones: las componen:
latigazos del muslo al coxis: bandas
de acero al rojo blanco en los tobillos:
tatuajes de idiogramas en los senos:
sean de hombre o mujer: así se hicieron
las fortunas que hoy sirven a los hijos
de los torturadores y a las santas
madres para las lápidas que ponen
sobre sus tumbas repletas de cosas.

Este país que ya no existe
necesita las voces más que nunca
quejosas de sus hijos los mejores
bien enterrados bajo mala historia
los cuales se alzan y en sus magros codos
de hueso astillas de ceniza gritan
el país ya no es mío se ha acabado.

Me regalaron una máscara
negra de seda negra con los flecos 
negros también. Nunca la usé.
Se pudrió en un cajón.
Conmigo, como condecoración
de lo que fui: antifaz; ¿y usted?,
que me oye tan atento mientras masca
un hueso mío, ciérrese el marruecos.

"Me fastidia el país en el que me han hecho
nacer, y en el que muero día a día.
En él, cuando vivía, en él moría
deshecho, en el país de los desechos".

***
Armando Uribe Arce (Santiago de Chile, 1933-2020)

miércoles, 11 de septiembre de 2024

alfonso alcalde / golpe décimo segundo










El mar subió en un 450%,
el dolor en un 783%,
la ira en un 1.234%,
el terror también subió otro 897%.

Las lágrimas están por las nubes.
El odio aumentó en un 4.500%,
los ataúdes en un 367%,
las palas para cavar las tumbas en un 698%,
la tierra para enterrar a los muertos, 995%,
la vida aumentó en un 2,345%
y la muerte un 5.678%.

***
Alfonso Alcalde (Punta Arenas, 1921-Coliumo, 1992) 

martes, 10 de septiembre de 2024

j. r. r. tolkien / mitopoeia










Miras los árboles y los denominas así,
(los árboles, “árboles” son, el “crecimiento” debe ocurrir);
recorres la tierra y hollas con paso solemne
uno de los muchos globos menores del Orbe:
una estrella es una estrella, una esfera de materia
obligada a seguir matemáticas sendas
entre lo reglamentado, frío e Inerte,
donde a cada rato átomos predestinados mueren

Por mandato de una Voluntad que reverenciamos
(como debemos), pero que apenas comprendemos,
grandes procesos ocurren, mientras el Tiempo se desenvuelve
desde oscuros principios hasta metas inciertas;
y como en una página sobrescrita sin guía
con letras y pinturas de variados matices,
innumerable multitud de formas aparece
ora torvas, ora delicadas, bellas o raras,
extrañas entre sí, excepto las relacionadas
con un remoto Origen, mosquito, hombre, piedra y sol.
Dios hizo las rocas pétreas, las plantas arbóreas,
la tierra telúrica y estelares los astros,
y estos hombrezuelos, criaturas que andan por el terreno
y cuyos nervios el toque de luz y sonido estremecen.
Los movimientos del mar, el viento en las ramas,
la hierba verde, la enorme y lenta singularidad de las vacas,
truenos y relámpagos, pájaros que giran y gritan,
fango que repta desde el cieno para vivir y morir,
cada cual se registra debidamente y se graba
en los pliegues cerebrales con fuerza distinta.
Mas los árboles no son “árboles” hasta que se los nombra y contempla,
y nunca se los designó así hasta que hubo aquellos
que desplegaron el intrincado aliento del lenguaje,
débil eco y borrosa imagen del mundo,
mas ningún archivo ni fotografía,
siendo vaticinio, juicio y risa,
la respuesta de aquellos que se conmueven
por hondos movimientos apremiantes emparentados
con la vida y muerte de árboles, bestias y estrellas :
voluntarios cautivos que socavan umbríos barrotes,
ahondando en lo ya conocido por experiencia
y separando el genio del espíritu del sentido.
Lentamente obtuvieron de sí mismos grandes poderes
y retrospectivamente contemplaron a los elfos
que trabajaban en las sutiles forjas de la mente,
y luz y oscuridad entretejían en telares secretos.

No ve ninguna estrella quien no las ve ante todo
hechas de plata viva que estalla de pronto
en llamas, como flores en lo más hondo de un antigua canción,
cuyo eco musical desde hace mucho
persigue. No hay firmamento,
únicamente un vacío, sino una tienda enjoyada
entretejida de mitos y adornada por elfos; y no hay tierra,
sino la matriz de donde todo nace.
El corazón humano no está hecho de mentiras,
sino que obtiene sabiduría del único que es Sabio,
y al que todavía invoca. Aunque ahora hace ya tiempo exiliado
el hombre no está completamente perdido ni del todo ha cambiado.
Puede que lo acose la desgracia, pero no ha sido destronado aún,
y lleva los harapos del señorío que poseyó,
su dominio del mundo por acto creativo:
no es suyo adorar al gran Artefacto,
hombre, sub-creador, la luz refractada
a través de quien se astilla un único Blanco
en numerosos tintes que se combinan sin fin
en formas vivientes que van de mente en mente.
Aunque llenásemos todas las grietas del mundo
con elfos y duendes, aunque nos atreviésemos a construir
dioses y sus templos de oscuridad y luz,
y sembráramos semillas de dragones, sería nuestro derecho
(usado bien o mal). El derecho no ha decaído.
Creamos todavía por la ley con la que fuimos hechos.

¡Sí! ¡Hilamos “sueños-que-cumplen-los-deseos” para engañar
a nuestros tímidos corazones y a los Hechos fieros derrotar!
¿De dónde viene el ansia y el poder de soñar,
o considerar algo ora hermoso o feo?
No todos los anhelos son ociosos ni en vano
ideamos realizaciones – el dolor es dolor,
no se lo quiere de suyo, acaece en adversidad;
o aún para contrarrestar o someter la voluntad
con igual disfortuna; y sólo esto del Mal
es terriblemente cierto : hay Mal.

Benditos sean los ánimos asustadizos que el mal odia,
que se acobardan a su sombra, y sin embargo la puerta cierran;
que no buscan parlamentar, y en un protegido aposento,
aunque pequeño y desnudo, en un torpe telar
tejen gasas doradas para el día lejano
que se espera confiadamente aún bajo el imperio de la Sombra.
Benditos sean los hombres de la raza de Noé que construyeron
sus pequeñas arcas, que aunque frágiles y escasamente ocupadas;
con vientos contrarios navegan hacia un espectro,
el rumor de un puerto que la fe adivina.

Benditos sean los hacedores de leyendas con sus rimas
sobre cosas que no se hallan en el registro del tiempo.
No son ellos quienes han olvidado la Noche,
o nos han mandado que huyamos hacia la delicia organizada,
en islas-loto de bendición económica,
almas que perjuran para ganar un beso de Circe
(y la impostura de ello, la espuria seducción,
hecha a máquina del dos veces seducido).
Lejos vieron tales islas, y aún más preciosas,
y aquellos que oyen de ellas todavía, debieran tener cuidado.
Han visto la Muerte y la derrota última,
y sin embargo no retrocederán desesperados,
pues a menudo la lira a la victoria han vuelto
e inflamado corazones con el legendario fuego
iluminando el Ahora y los oscuros días que Han Sido
con luz de soles que ningún hombre todavía ha visto.

Ojalá pudiera cantar con los trovadores
y agitar lo inadvertido con una cuerda palpitante.
Ojalá estuviera con los marineros del mar profundo,
que sus esbeltas tablas cortan en escarpadas montañas
y viajar en una misión vaga y errante,
pues muchos han ido más allá del Oeste fabuloso.
Ojalá me dijeran junto a los sitiados locos,
que mantienen una fortaleza interna donde su oro,
impuro y escaso, todavía traen con fidelidad
para acuñar la borrosa imagen de un rey distante,
o que tejen en estandartes fantásticos los resplandecientes
emblemas heráldicos de un señor invisible.

No marcharé con vuestros monos progresistas,
erecto y docto. Ante ellos se abre
el abismo oscuro adonde su progreso tiende,
si por misericordia de Dios el adelanto alguna vez acaba,
y no cesa de dar vueltas a los mismos
cursos estériles cambiándoles de nombre.
No probaré su camino polvoriento y el mandato,
indicando esto y aquello por esto y aquello,
Vuestro mundo inmutable donde no participa
el pequeño hacedor del arte del Creador.
No me inclinaré sin embargo delante de la Corona de Hierro,
ni dejaré caer mi propio y dorado, pequeño cetro.

Quizá en el Paraíso el ojo se extravíe
al contemplar el Día imperecedero
para ver el día iluminado, y renovar
de la verdad reflejada la imagen de la Verdad.
Entonces mirando la Tierra Bendecida se verá
que todo es como es, y sin embargo libre:
la Salvación no cambia, ni siquiera destruye
al jardín ni al jardinero, ni a los niños y sus juguetes.
No se verá el Mal, pues no hay mal
en las imágenes de Dios sino en los ojos malévolos,
no en la fuente sino en la elección maliciosa,
y no en el sonido sino en la voz desentonada.
En el Edén ya no parecen fuera de lugar;
y aunque hacen cosas nuevas, no construyen fraudes.
Seguro que todavía lo harán, pues no están muertos
y habrá llamas en las cabezas de los poetas,
y arpas donde precisos caerán sus dedos:
allí cada uno elegirá para siempre del Todo.

***
J. R. R. Tolkien (Bloemfontein, 1892-Bournemouth, 1973)
Versión de Rubi Brandigamo

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Mythopoeia

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To one [C.S. Lewis] who said that myths were lies and therefore worthless, even though ‘breathed through silver’.

Philomythus to Misomythus

You look at trees and label them just so,
(for trees are ‘trees’, and growing is ‘to grow’);
you walk the earth and tread with solemn pace
one of the many minor globes of Space:
a star’s a star, some matter in a ball
compelled to courses mathematical
amid the regimented, cold, inane,
where destined atoms are each moment slain.

At bidding of a Will, to which we bend
(and must), but only dimly apprehend,
great processes march on, as Time unrolls
from dark beginnings to uncertain goals;
and as on page o’er-written without clue,
with script and limning packed of various hue,
an endless multitude of forms appear,
some grim, some frail, some beautiful, some queer,
each alien, except as kin from one
remote Origo, gnat, man, stone, and sun.
God made the petreous rocks, the arboreal trees,
tellurian earth, and stellar stars, and these
homuncular men, who walk upon the ground
with nerves that tingle touched by light and sound.
The movements of the sea, the wind in boughs,
green grass, the large slow oddity of cows,
thunder and lightning, birds that wheel and cry,
slime crawling up from mud to live and die,
these each are duly registered and print
the brain’s contortions with a separate dint.
Yet trees are not ‘trees’, until so named and seen
and never were so named, till those had been
who speech’s involuted breath unfurled,
faint echo and dim picture of the world,
but neither record nor a photograph,
being divination, judgement, and a laugh
response of those that felt astir within
by deep monition movements that were kin
to life and death of trees, of beasts, of stars:
free captives undermining shadowy bars,
digging the foreknown from experience
and panning the vein of spirit out of sense.
Great powers they slowly brought out of themselves
and looking backward they beheld the elves
that wrought on cunning forges in the mind,
and light and dark on secret looms entwined.

He sees no stars who does not see them first
of living silver made that sudden burst
to flame like flowers bencath an ancient song,
whose very echo after-music long
has since pursued. There is no firmament,
only a void, unless a jewelled tent
myth-woven and elf-pattemed; and no earth,
unless the mother’s womb whence all have birth.
The heart of Man is not compound of lies,
but draws some wisdom from the only Wise,
and still recalls him. Though now long estranged,
Man is not wholly lost nor wholly changed.
Dis-graced he may be, yet is not dethroned,
and keeps the rags of lordship once he owned,
his world-dominion by creative act:
not his to worship the great Artefact,
Man, Sub-creator, the refracted light
through whom is splintered from a single White
to many hues, and endlessly combined
in living shapes that move from mind to mind.
Though all the crannies of the world we filled
with Elves and Goblins, though we dared to build
Gods and their houses out of dark and light,
and sowed the seed of dragons, ’twas our right
(used or misused). The right has not decayed.
We make still by the law in which we’re made.

Yes! ‘wish-fulfilment dreams’ we spin to cheat
our timid hearts and ugly Fact defeat!
Whence came the wish, and whence the power to dream,
or some things fair and others ugly deem?
All wishes are not idle, nor in vain
fulfilment we devise — for pain is pain,
not for itself to be desired, but ill;
or else to strive or to subdue the will
alike were graceless; and of Evil this
alone is deadly certain: Evil is.

Blessed are the timid hearts that evil hate
that quail in its shadow, and yet shut the gate;
that seek no parley, and in guarded room,
though small and bate, upon a clumsy loom
weave tissues gilded by the far-off day
hoped and believed in under Shadow’s sway.

Blessed are the men of Noah’s race that build
their little arks, though frail and poorly filled,
and steer through winds contrary towards a wraith,
a rumour of a harbour guessed by faith.

Blessed are the legend-makers with their rhyme
of things not found within recorded time.
It is not they that have forgot the Night,
or bid us flee to organized delight,
in lotus-isles of economic bliss
forswearing souls to gain a Circe-kiss
(and counterfeit at that, machine-produced,
bogus seduction of the twice-seduced).
Such isles they saw afar, and ones more fair,
and those that hear them yet may yet beware.
They have seen Death and ultimate defeat,
and yet they would not in despair retreat,
but oft to victory have tuned the lyre
and kindled hearts with legendary fire,
illuminating Now and dark Hath-been
with light of suns as yet by no man seen.

I would that I might with the minstrels sing
and stir the unseen with a throbbing string.
I would be with the mariners of the deep
that cut their slender planks on mountains steep
and voyage upon a vague and wandering quest,
for some have passed beyond the fabled West.
I would with the beleaguered fools be told,
that keep an inner fastness where their gold,
impure and scanty, yet they loyally bring
to mint in image blurred of distant king,
or in fantastic banners weave the sheen
heraldic emblems of a lord unseen.

I will not walk with your progressive apes,
erect and sapient. Before them gapes
the dark abyss to which their progress tends
if by God’s mercy progress ever ends,
and does not ceaselessly revolve the same
unfruitful course with changing of a name.
I will not treat your dusty path and flat,
denoting this and that by this and that,
your world immutable wherein no part
the little maker has with maker’s art.
I bow not yet before the Iron Crown,
nor cast my own small golden sceptre down.

In Paradise perchance the eye may stray
from gazing upon everlasting Day
to see the day illumined, and renew
from mirrored truth the likeness of the True.
Then looking on the Blessed Land ’twill see
that all is as it is, and yet made free:
Salvation changes not, nor yet destroys,
garden nor gardener, children nor their toys.
Evil it will not see, for evil lies
not in God’s picture but in crooked eyes,
not in the source but in malicious choice,
and not in sound but in the tuneless voice.
In Paradise they look no more awry;
and though they make anew, they make no lie.
Be sure they still will make, not being dead,
and poets shall have flames upon their head,
and harps whereon their faultless fingers fall:
there each shall choose for ever from the All.