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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

viernes, 8 de agosto de 2025

giancarlo cavallo / fuimos los reyes











Reyes de las miradas y las sonrisas
de las calles estrechas por las que hemos
caminado, quizás descalzos
de los mares en los que nos hemos sumergido
de las bicicletas que nos han robado
de las caricias que no nos han dado
de los cuadernos arrugados de las lapiceras 
rotas, de las canicas iridiscentes
y también de los sueños que no se pueden
ni vender ni comprar, aunque
a veces se olviden
en un viejo abrigo.

Sí, fuimos los reyes y por eso
seguimos avanzando
con la cabeza alta en el exilio
de nuestra edad adulta,
de nuestro dolor satisfecho,
en la infinita teoría de las derrotas,
con este porte elegante,
con este espléndido manto hecho de harapos,
porque los reyes como nosotros tienen reinos
tan infinitos que pueden
esconderlos todos en la misteriosa
oquedad de una concha.

***
Giancarlo Cavallo (Salerno, 1955)
Versión de Nicolás López-Pérez

/

Noi siamo stati i re

*

Re degli sguardi e dei sorrisi
delle strade strette su cui abbiamo
magari a piedi nudi camminato
dei mari in cui ci siamo tuffati
delle bici che ci hanno rubato
delle carezze che non ci hanno fatto
dei quaderni sgualciti delle penne
rotte delle biglie iridescenti
e anche dei sogni che non si possono
né vendere né comprare anche se
a volte si dimenticano
in un vecchio cappotto.

Sì, noi siamo stati re e per questo
continuiamo ad avanzare
a testa alta nell’esilio
della nostra età adulta
del nostro sazio dolore
nell’infinita teoria di sconfitte
con questo portamento elegante
nello splendido manto fatto di stracci,
perché i re come noi hanno regni
talmente sconfinati da poterli
nascondere tutti nella misteriosa
cavità di una conchiglia.

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