miércoles, 31 de julio de 2024

robert lowell / dos poemas








La buena vida

*

Los árboles florecen, y las hojas perladas de niebla
sobre nosotros se abanican en la copa de vino de los
    olmos,                                                  
mujer, hijos y casa: la médula y el inútil adorno de la vida;
servicial, la descomposición se quema...
y no por las medallas lamer culos en el prado del pavorreal,
arrojando alpiste al sangriento gallo de pelea,
o vomitando púrpura en la arena de esclavos—
en la Roma de Tito, tediosa, martirizada y ansiosa
    de complacer.
Al águila la ciñen nuevas legiones y creencias viejas.
Quizás el hombre libre le sorprende el acoso imperial
(rara vez agradable, un azote de cálculos biliares)
que continúa arrastrando a quien de otro modo
    olvidaríamos,
al perro dormido, al héroe alquilado para el terror,
perlas para el collar, argollas en la cadena resonante.

~

La muerte de un crítico

*

Aburridos, desagradables y agónicos, 
los ancianos
el blanco de mi escarnio resultaron,
hasta que el tiempo, el recuperador, me hizo como  ellos.

Antes, en Nueva York, decíamos
“Si la vida pudiese escribir,
hubiese escrito como nosotros”.
Ahora el fluido vital huye
del encendedor desechable,
y palidece su brillo
cilíndrico, translúcido, carmesí—
Oh reina de las ciudades, estrella matutina.

Arde dentro de mí la edad

El camino se aclara cada año
y cada año lo cubre la maleza;
la naturaleza es nuestra colaboradora
y nosotros, después, ya no ayudamos


II

El cuadro verde-océano de la televisión
amado y anhelado como ningún rostro humano...

Desde mi cuarto aislado,
hablo conmigo mismo y me aprovecho.
Convalezco. No disfruto
la polémica con mis viejos alumnos,
y coloco un tablero sobre los brazos de mi silla
para escribir cartas
que incineran temiéndole a mis gérmenes.
Los discípulos descienden como golondrinas del Brasil
o reseñas de libros desde Londres.
¡Ah! en las noches de insomnio, cuando mi tragedia
deleita a las aves ociosas, pregunto
por sus inesperados rostros familiares
que hoy no identifico.

Los estudiantes cuyo entusiasmo
abrió espacio en el aire
se han graduado para dejar de ser.
No tendrá caso
convocarlos de nuevo a la existencia,
tendrían la alocada sinceridad de los fantasmas...
sin referencias o regalías,
sin empleo.

Ahora, casi completamente congelado,
miro la rosa florecer en mi calentador.
Y en los instantes cálidos, contemplo
la belleza que volvió tropical
el verano en Long Island.
De los noventas a Nixon,
la misma joven, los mismos senos
deliberadamente tersos todavía.
En mi pantalla
su patrón intolerable
me la ofrece cada noche
como si dispusiese de su hija.

¿Me volverá su pánico infalible?
¿Era mi integridad mi única
comprensión de todo lo que odiaba?
¿Asesinó el músico Gesualdo
a su mujer para heredar
su voz de ruiseñor?

Mi crítica sobrevive a sus víctimas,
enterradas en las pequeñas revistas literarias
que nos promueven periódicamente,
al barracuda y a su presa.
Mis notas primerizas,
alguna vez el equivalente verbal del asesinato,
son ahora una breve hilera compacta,
casi tan vieja como yo.
Cetrinas, se derrumban
sus tiesas páginas,
vuelan como hojas secas
hacia el árbol que las alimentó.
Detrás de las fachadas celulares de Nueva York
ataviadas de indiferencia vítrea
me disminuyo... ya no más explosivo.

Demando una muerte natural
sin morder el polvo,
sin esparcir la sangre...
No le temo a la muerte...
sino al dolor incierto, ilimitado.

***
Robert Lowell (Boston, 1917-Nueva York, 1977)
Versiones de Carlos Monsiváis

martes, 30 de julio de 2024

inger hagerup / oda a las verduras











Pesadamente cargados como guerreros victoriosos
volvemos diariamente de nuestro huerto a casa.
A las verdes hordas de las coles las hemos liquidado,
hemos separado sus gruesas cabezotas del cuerpo con un afilado cuchillo
y las hemos puesto en cestos.
El risueño abanico de las zanahorias lo arrancamos cuidadosamente,
y luego cosechamos los sangrientos soles de los tomates.
Bajo fértiles bosques de hojas dentadas
estallaron los pepinos como peludos dedos de niños.
Ahora nadan en recipientes de cristal
para ofrecer a nuestros paladares avinagrada dulzura en invierno.
De las flores de mariposa de las judías verdes surgieron
arqueados barcos vikingos con minúsculos rosarios de escudos en la borda
(vagamente camuflados bajo la tensa piel de la vaina de los guisantes).
Hibernan ahora en panzudos frascos de cristal.
La frías flores de la coliflor, atildadamente apretadas como el ramillete
de novio de los años noventa
se mezclan con redondas cebollitas y minúsculos pepinillos en el frasco.
El colinabo se yergue a medio camino de la tierra
en su afán de servicio y fastidiosa riqueza vitamínica.
Lo dejamos sin ceremonias en el rincón más oscuro del sótano
donde sabremos encontrarlo de nuevo
cuando los días se hagan cortos y oscuros.
Pero las patatas, fértiles como un chino del distrito del hambre,
las cogemos a cientos, sí, a miles, de la tierra de nuestro huerto.
Porque la patata, ese curtido proletario de nuestros sótanos,
resucita cada día dorada y humeante
convertida en el sólido centro
en torno al que se unen el arenque salado y la jarra del agua
sobre el hule de nuestra mesa.

***
Inger Hagerup (Bergen, 1905–Fredrikstad, 1985)
Versión de Francisco J. Uriz

/

Ode til grønnsakene


Tungt belesset som seierherrer
kommer vi daglig hjem fra vår hage.
Kålhodenes grønne horder har vi gjort ende på,
skilt deres tykke hoder fra kroppen
med en skarp kniv og lagt dem i kasser.
Gulrøttenes blide viftepalmer rykket vi varsomt opp,
og vi har høstet tomatenes blodige soler.
Under frodige skoger av taggete blad
sprikte sylteagurkene som lubne barnefingrer.
Nå svømmer de i glasserte krukker
og skal gi våre ganer bitter sødme til vinteren.
Fra sukkerertenes sommerfuglblomster
sprang det ut buede vikingskip med bitte små perlerader
av skjold langs esingen,
(svakt kamuflert under ertebelgens spente hud).
De overvintrer nå i tykkmavete Norgesglass.
Blomkålens kjølige blomster, sirlig sammenpresset
som en frierbukett fra nittiårene,
blander seg med runde løk '
og ørsmå agurkbarn i picklesglasset.
Kålrabien veltet seg selv halvveis opp av jorda
i sin tjenesteiver og påtrengende vitaminrikdom.
Vi la den uten seremonier i kjellerens mørkeste krok,
der vi skal vite å finne den igjen
når dagene blir korte og svarte.
Men poteten, fruktbar som en kineser
fra hungerdikstriktene, henter vi i hundrer,
ja, tusener, opp fra vår hages jord.
For poteten, den barkete proletar i vår kjeller,
gjenoppstår hver dag gyllen og dampende
som det trygge midtpunkt spekesilden og vannkaraflen
fylker seg om på vårt voksdukbedekte bord.

lunes, 29 de julio de 2024

rosamel del valle / el viajero y sus raíces









Cuerpo de cuerdas errantes en una invasión destruida
Al que suman árboles y océanos cargados de eclipses.
Mi pensamiento vive en ellos y duerme mientras huyen los arcos de fuego
De las alondras perseguidas por el cielo que desciende.
Ciudad de interminable cantar a la mano que se corre en busca de las sábanas nocturnas
E interminable despertar en las zonas anticipadas del gran día próximo y líquido.

Hay un pensamiento reflejado en la línea que se rompe desde un punto
Donde la angustia enciende lámparas movibles, agitadas
Hasta el dolor del pecho y de los ojos, hasta el frío de los dedos y de las uñas
En fuga transparente y despiadada.

Bella existencia de un espacio de azufre con soles de otoño.
Viene con pulso de cuerda lejana y perdida en los alambres del aire
A mi siga, revoloteando, extendida, con pies cerrados y ágiles.
A su lado descansan los lechos sin luces y preparados para el próximo cuerpo
Que es el de una gran imagen sin luces y preparados para el próximo cuerpo
Porque la angustia líquida tiñe de rojo el espacio que hay entre una mano
Y un árbol de frente asesinada.
¡Despertar de un día sin nombre, de un día sin aire, sin sol, sin salida!

Oh, vaga esencia de un mundo reducido a crueles sueños
En oposición con mis lejanos fuegos artificiales extinguidos o en viaje,
Contraria a la conducta de las cosas resplandecientes que me observan,
A la espera del ruido que rompa las murallas de sienes en suspenso.
Magnífica selva de verdes agujas ruidosas que se corren
En transparencia de vidrios nocturnos.
¿Por qué cerrarse de pronto cuando el espacio se enfría y el agua no alumbra?
¿Por qué llamar cuando la sombra sale de los ojos ahogados?
¿Por qué llamar? ¿Por qué aparecer?
Consumida y exacta permanencia en puntillas, refugiado
En abismos de flora espectral, en raíces arrastradas desde lo negro
Del corazón, centinela brillante que vigila los días.
Hay una memoria que se aleja vestida de escamas temblorosas,
Su mansión se derrumba al par de los cielos cruzados de nubes en el agua.
Nada hay próximo a este grito perdido que abre ventanas en los desiertos,
Ni el ruido de su desaparecer deja algún aire de cierta edad detrás de su sombra,
Ni intervienen las lenguas de los océanos construidos por su magia quemante,
Ni el mundo todo, en fin, que vive todavía de sus raíces cargadas de música.

Oh, sombra herida de angustia universal, infinito aire que viene.

Con qué ruido se rompen mis espejos, mis lenguas, mis anillos de contacto
Al través del sol que se olvida de sus muertos.
Con qué calor se defiende la antigua esperanza de escamas negras y dedos azules,
Húmeda aun de la sangre de amargos alcoholes en que huía siempre, siempre,
Pero sin olvidar de la cáscara adherida al brillante fango mágico
De su muerte lenta, apacible, inútil, desesperada, segura.

Ahora qué lejos, mariposas de patas azules, peces de oro, insectos de alambre,
Imágenes hechas de imagen y semejanza de la nada y de la muerte.

El corazón abre sus puertas y el mundo entra de visita y conversa y sangra
Sus imágenes, en palabras, en dolores, en heridas.
Por su boca la existencia sale en una larga humareda de cristales,
En un ruido de nidos organizados para la defensa de los árboles.
Magnífica presencia de un Todo sumado a un aire de cielo humano,
Despertar de una segunda adolescencia entre los agitados espacios terrestres
Con el pecho en hierro y los puños en dulce crueldad de angustia que se rompe
Brillante galope de arenas levantadas, de raíces en camino, de aguas en danza.

Rostros nuevos, brazos amigos, pechos sin cadáveres
Nada más para la muerte oh, paciencia de oro, presencia de arterias deslumbrantes,
Nada más para las cárceles de sueño en barrotes de muerte derramada.
Adiós a las colecciones de islas de lejano incendio verde con la luna en lo alto,
Adiós a los océanos adheridos a las formas del corazón solitario en su huevo de cristal,
Adiós al hombre caído en las habitaciones cerradas a llave del sueño que despierta siempre
y que siempre
huye detrás de sí mismo enredado en su piel.

Negras cruces borran los dormitorios de los fantasmas nocturnos
Que se dan la mano en una ronda de signos profundos, herméticos, duros,
Signos de piedras extrañas con cierta significación para las lenguas apagadas,
A pesar del aire que mueve tus dedos y que es un extraño aire todavía
Y a pesar del oro que duerme en tu cabeza solitaria y sin nidos.

Dejadme salir, dejadme salir aire de piel tensa y obscura, dejadme salir
Ojo incorporado de las piedras, de las raíces, de las aguas turbias, dejadme salir
Paisaje brillante, incendiado de jóvenes o viejos vientos de asfixiante cabellera, dejadme salir
Pecho de canales sangrientos con barcas de juncos ebrios y dalias desnudas, dejadme salir
Corazón cerrado, angustia puerta de vidrio, dejadme salir
Estómago de buque balanceado y torcido por olas negras, dejadme salir
Estatua viva de mis tesoros vitales, cascada de arroz caliente, amada selva del trueno,
dejadme salir
Piernas temblorosas y acariciadoras que me acompañan en secreto, dejadme salir
Pies taciturnos, teñidos de césped, de inviernos muertos, de orines obscuros, dejadme salir
Dejadme salir, radiante cuerpo dormido y cubierto de peces de fuego,
Dejadme salir, dejadme salir.

***
Rosamel del Valle (Curacaví, 1901-Santiago de Chile, 1965)

domingo, 28 de julio de 2024

rodrigo perea / tres poemas













Ventanas

*

Los nenúfares flotan en el fondo del escritorio

Una colina del más intenso verde y el cielo azul
Ninfeáceas y otras flores protectores de pantalla

Todas las preguntas están hechas
Pudimos cruzar calles para cantar canciones
Todos los discos se borran

Seguimos almacenando memorias
parecidas a sueños

Hemos cambiado como un fondo de pantalla
en presentación de diapositivas

~

Nos perderemos en el malestar

*

entre conversaciones binarias
entre violetas flotando como salvapantallas
entre las infinitas listas
entre servidores abandonados como ciudades fantasma
entre los algoritmos que se encargaron de fallar
porque todo apuntaba a que nunca nos conoceríamos

Nos perderemos cuando el capital acabe
sin que quede registro de nuestro encuentro

En la nube donde practicamos el coleccionismo
entre las hojas de cálculo de árboles virtuales
entre poemas plagiados
entre capturas
en modo avión

No habrá manera
de evitar la catástrofe
porque nos habitamos desde realidades con pantalla

~

La noche es un sueño que se lleva la mañana

*

                                                    Eres mi guachita hasta que te lleve el sol
                                                                                                        Tunacola

El día del fin del mundo
nos recostamos en el pasto para tomar vino
todos lloraban y se despedían

Como para decir que había llegado la hora
se encendieron los aspersores

Nosotros también nos abrazamos
Nos despedimos cuando aún estaba oscuro
aunque sabíamos no se trataba del fin
esperamos sentados el amanecer

y a lo lejos un sol de tantos lo quemaba todo

***
Rodrigo Perea (Ciudad de México, 1997) Postales desde el fin del mundo (2017-2022). Ciudad de México: UNAM-SECTEI, 2023.

sábado, 27 de julio de 2024

natalie diaz / dos poemas










Aritmética estadounidense

*

Los indígenas norteamericanos son menos del
1 por ciento de la población de los Estados Unidos.
0.8 por ciento del 100 por ciento.
 
Oh, mi patria eficiente.
 
No recuerdo los días anteriores a Estados Unidos
—no recuerdo los días cuando todos estábamos aquí.
 
La policía mata nativos estadounidenses más
que cualquier otra raza. Raza es una palabra curiosa.
Raza implica que alguien ganará, [1]
implica, tengo tantas posibilidades de ganar como…
 
¿Quién gana la carrera que no es una carrera?
 
El 1,9 por ciento de los asesinatos policiales
son de nativos estadounidenses, un porcentaje más alto
[per cápita que el de cualquier otra raza
 
—a veces raza significa corre.
 
No soy buena en matemáticas —¿puedes culparme?
He tenido una educación estadounidense.
 
Somos estadounidenses y somos menos del 1 por ciento
de los estadounidenses. Nos sale mejor morir
a manos de la policía que existir.
 
Cuando nos estamos muriendo, ¿a quién debemos llamar?
¿A la policía? ¿A nuestro senador?
Por favor, que alguien llame a mi madre.
 
En el Museo Nacional del Indio Americano,
el 68 por ciento de la colección es de Estados Unidos.
Estoy haciendo lo posible para no volverme un museo
de mí misma. Estoy haciendo lo posible por inhalar y exhalar.
 
Estoy rogándoles: Déjenme estar sola pero no me hagan invisible.
 
Pero en un cuarto estadounidense de cien personas
soy nativa estadounidense —menos de una, menos que
completa— menos que yo misma. Sólo una fracción
de un cuerpo, digamos, soy sólo una mano
 
—y cuando la deslizo bajo la blusa de mi amante
desaparezco por completo.
———
[1] N. de la T: En inglés, la palabra race se utiliza para hablar de una etnia o raza pero significa, también, competencia o carrera.

~

La cura para la melancolía es tomar los cuernos

*

                    Alguna vez se pensó que el cuerno molido de unicornio curaba la melancolía. 
Lo que carga el daño no es nunca la herida
        sino el jardín encarnado que el cuerno borda
al retirarse —cuando ella se retiró. Estoy floreando
        rozagante ausencia —una alarma brillante.
 
Brodsky dijo, La oscuridad restaura lo que la luz no puede
        reparar. Me entusiasmaste —rasgada hasta la cresta.
Lo quiero todo —el toro de ébano y la luna.
        Vengo y de nuevo por el cuerno de melaza.
 
La reina Isabel intercambió un castillo por un solo cuerno.
        Yo atiendo el reino de mis manos
—un ejército de tacto que marcha por el alcázar de tus muslos
        en voz alta y brillante como cualquier cuerno de guerra.
 
Llego hasta ti —mitad bestia, half feast.
        Noche tras noche cosechamos el Iliac
Forest luxado, segamos la fruta oscureciente entibiada con
                                                                        [especias
        en nuestras bocas, separamos lo dulce de la espina.
 
Mi linternista. Tus manos, pabilo en la lámpara bronce
        de mi pecho. Rózame hasta sacar chispa
—tiémblame hasta el asombro. En tu regazo
        deja que recueste mis pesados cuernos.
 
Cumplí la profecía de tu garganta, suelta en ti
        el ala fabulosa de mi boca. Rojo fantasma
sagrado y rojo. Dejé mi cuerpo y hablé con Dios, volví
        angelada en serafina —con alas de cobre y cuernos.
 
Nuestros cuerpos no son sino lugares donde ser poseídas,
        como en, Dios, me tenía agarrada por el cuello,
por la cadera, por la luna. Dios,
        ella me lastimó con mis propios cuernos.

***
Natalie Diaz (Needles, 1978)
Versiones de Elisa Díaz Castelo

viernes, 26 de julio de 2024

marcelo arce garín / dos poemas












Schwarz Hermanos y Friedler


                                                                    a Luis Reyes Vargas

Múltiples motores se prenden y apagan en los talleres
como si la industria cegara los cielos de la ciudad
el obrero Luis Reyes moldea el producto nacional
Interruptores y enchufes
Productos de menaje
Iniciamos un nuevo turno en la fábrica
mientras el petitorio se aferra con firmeza
en los escritorios sindicales
Cada rostro sostiene sudor y ternura
juguetes que llegarán a los niños de la patria
el Circo Donald y retroexcavadoras que iluminarán
el pasaje de la población
antes del apagón
y el llanto
Cada domingo después de llenar el puzzle
el obrero Luis Reyes se ubicaba
a un extremo del minicomponente
al momento de elevar su dedo índice apretaba sus ojos
para acompasar la música
Debussy encerraba en su hogar el descanso y la alegría
como cuando le apostaba quinientos pesos a tercero/
caballo
UNO DE HONOR
en el Teletrak de Plaza Egaña.
La baquelita adorna las mesas populares democratizando
al barrio y sus clubes deportivos,
cada fin de año la presidenta de la junta anota a la prole
que recibirá camiones y enceradoras construidas
por sus madres y padres entre máquinas de inyección
y cálculos de feriados y vacaciones.
El obrero Luis Reyes baila a Bill Halley & His Comets/
See You Later, Alligator.
Un cordón tras otro San Bernardo/San Joaquín/Vicuña
Mackenna
Overoles y delantales jugaban ping pong en el patio del
casino
continuando el itinerario de la producción
trabajadores con El Siglo bajo el sobaco iluminaban
los pedestales convocando a las 17 horas en el Taller A,
obstruidos en los paraderos esperaban la Intercomunal
24 fumando un Hilton.
El obrero Luis Reyes fue a La Moneda el 11 temprano,
los pantalones de tela
que utilizaba aquella mañana
absorbieron la malicia milicia
y preocupado guardó todo bajo el camastro.
Mientras los aeroplanos aterrizaban en Tobalaba
su mano tersa acariciaba mi cabeza y un zumbido
acarreaba Manquehuitos y vino tinto,
soplabas fuerte el humo del cigarrillo
tratando de llenar las nubes de Peñalolén
el barro de la cancha mojaba la rabia.
Las estrellas nítidas emergen tras cada verso
frente a frente debatimos el libro asomado en las pupilas
en la sede sudamos dominó y sepia. Claro oscuro sollozo
que venda la tráquea y su soplo.
Creo que todos los chilenos tuvimos algo fabricado por
la empresa Shyf
nos dice una mujer agachada fuera de la botillería
sostienes la mano derecha extendida sobre la frente
tratando de regular perillas y termostato, calor y semilla
algo que trascienda la botillería y el pago de camisetas.
Abrazo al obrero Luis Reyes, atrás todos bailan
y avivan la parrilla
guiñas el ojo y con tu boca apuntas un camino difuso
y tenue
una especie de cueva negra que conduce
a un silencio abrazador
que posa las manos en cada bolsillo.
Al pasar por un corredor exiguo apuntas
con el mismo dedo que alientas a Debussy
y UNO DE HONOR
el Chicho me dices mientras una lágrima
revienta sobre el flexit.
La industria del plástico democratizó la patria, cada
pieza se armaba en la matriz con materia prima y ahorro
popular
Teléfonos de disco
Artículos de oficina
Al abrir el casillero la ropa de trabajo arrugada y atenta
se enorgullecía del traqueteo y la danza,
extrusión y soplado
tras el puesto de trabajo, una radio chirria
aguda y compuesta
rasguñando reiteradas veces como una perrita regalona
tratando de llamar la atención.
Tras una mesa extensa, entre caballetes
y escritorios deshojados
el obrero Luis Reyes escucha la asamblea y en cada pausa
el compañero Rata citaba a Clotario Blest:
“La acción y el ejemplo abarcan mucho más que la
palabra”.
Luis seca su rostro y se lanza desde la escala en la micro
flameando y ansioso.
Hola Cabeza de Gallina lo saludan con ímpetu
al unísono se abrazan con su compadre, ambos sonríen
despejan el alma, solo hay que bailar,
conversar, beber vino,
soñar, amar es la ruta.
El obrero Luis Reyes cobija en su frente materia y voltaje
juguetes y carcasas, música y organización.
Rey de Reyes es el obrero Luis Reyes
un rayo que eclipsa la conciencia, un obrero consciente
que acomoda su corona que centellea con gloria
el espíritu de la nación.

~

Sapo

*

Más que sapo, es conejo
ágil se mueve entre las máquinas
el crepitar de las monedas en su bolsillo derecho
no le da ventaja al minutero
ojo de lince el sapo
buena sesera, astuto como un lobo
La Granja a veintidós
Intercomunal a dieciocho
Matadero a doce
Todo el día jugando al corre que te pillo
Se dibujan sudorosas bajo el piso
las figuras creadas por su mano izquierda
mientras otro grito se revienta tras el bocinazo.
Número al aire y un sapeo seco
como su garganta a mediodía
siempre al cateo de la laucha, solo y alado
el cancionero pop alterna con su pregón
sapeo y desamor
tras el quiebre urbano
ese despeje a media máquina entre el truco
y la jugada trucha
el sapo emigra a la provincia
como Teillier regresando a Lautaro
o Maiakovsky a Baghdati
Mario López al volver a casa arma turros de a 100
monedas que aplacan el hambre y la sed
las cambia por billetes dibujando el sueldo diario
mientras piensa que tenida ponerse mañana
volver a una rapidez feroz que excluye la pena.

***
Marcelo Arce Garín (Santiago de Chile, 1976)
Fotografía de Bianca Acuña

jueves, 25 de julio de 2024

marilyn lerch / ¿qué tienes que decir por ti mismo, poeta?













En estos tiempos
cuando tanto está terminando,
cuando lo que se pierde
no regresará,
Poeta,
¿qué tienes que decir por ti mismo?
Yo digo
que el punto de inflexión ya pasó,
lo peor está por venir.
Tras arañar hasta el pináculo
vemos
las ruinas esparcidas abajo,
lo que las hizo
dará   impulso
al rápido descenso.
Entonces encuentra un claro arroyo
y despídete.
Yo digo
que sabemos que no podemos seguir así
y sabemos que seguirá así,
sabemos lo que se tiene que hacer
y sabemos que no se hará.
Relojes climáticos
se vuelven advertencias por todos lados,
poetas vuelven las advertencias
en profecías que
revelan una época en la que
todas las predicciones
todas las ficciones
todas las discordias
todas las mentiras
eran posibles,
entonces escucha a un ruiseñor
y llora.
Cuando la ciencia está
ideando
una nave espacial del tamaño de un microchip
adherido por un rayo láser
a una delgada membrana como vela
acelerada al veinte por ciento
de la velocidad de la luz,
mientras bebés se hinchan y mueren,
y los obscenamente ricos
se congelan a sí mismos
para evitarse una mala racha,
yo digo
híncate delante
del último elefante.
Yo digo
que el siglo 21 ya es un museo
de demasiados
vivos inútiles, desposeídos
en una corta mecha de ira,
Técnica
es su propio contexto,
se come su propia cola
exprime la cultura
en una pulpa
Entonces trepa un árbol
Y mira lo salvaje irse.
Yo digo
que la tierra se convirtió en una apretada herida
sistema nervioso híperdenso
de millones de conexiones
cuyos defectos
pueden iniciar el caos en cualquier lado.
Yo digo
Esta es nuestra historia
cuyas reclamaciones continuarán
muchas generaciones más.
Qué tanto, qué, quién termina
aún se está por saber,
semillas de
nuestra belleza, nuestra resiliencia,
nuestra bondad, nuestra resistencia
continúan cayendo
mientras reconsideramos en la oscuridad
qué es la luz.

***
Marilyn Lerch (East Chicago, 1936)
Versión de Claudia García

/

What do you have to say for yourself, poet?

*

In these times
when so much is ending,
when what is lost
will not return,
Poet,
what do you have to say for yourself?
I say
 the turning point is past,
the worst is yet to come.
Having clawed to the pinnacle
we see
the ruins strewn below,
what made them
will      power
the rapid descent.
So find a clear running brook
and say your goodbyes.
I say
we know we cannot go on like this
and we know it will go on like this,
we know what must be done
and we know it will not be done.
Weather watches
change to warnings everywhere,
poets change warnings
into prophecies,
revealing a time when
all predictions
all fictions
all disharmonies
all lies
were possible,
so listen to a songbird
and weep.
When science is
devising
a computer chip-sized space craft
attached by a laser beam
to a thin sail-like membrane
accelerated to twenty percent
the speed of light,
while babies bloat and die,
and the obscenely rich
freeze themselves
to sit out a rough patch,
I say
fall on your knees before
the last elephant.
I say
the 21st century is already a museum
of the too many
living useless, dispossessed
on a short fuse of rage,
Technique
is its own context,
eats its own tail
squeezing culture
to a pulp
So climb a tree
and watch the wild go.
 I say
Earth has become a tightly wound
hyperdense nervous system
of trillions of connections
whose malfunctioning
can trip start chaos anywhere.
I say
This is our story
whose claims will continue
many generations down.
How much, what, who ends
yet to be known,
seeds of
our beauty, our resilience,
our goodness, our resistance
continue to fall
as we rethink in the darkness
what light is.

miércoles, 24 de julio de 2024

maría del carmen colombo / dos poemas










Piccolo

*

Colombo viene de paloma
decía papá
y su mano callada
acariciaba mi cabeza

reíamos juntos
en el gran comedor de la casa

recuerdo el anillo
de una voz
                    luminoso
en su eterno retorno:

Oh mío babino caro

~

Las escrituras me sujetan
al orden de mi hermano,
pero yo, Magdalena, la descalza,
en sueños soplo
y con mi llanto deshago
las hojas cinceladas
de la gran catedral

Ah, mi querido Pedro
cuánto darían por llorar
sobre tu nombre seco
los hacedores de este mundo

Mejor mi pelo
emocionado en su caída
que tu acabado monumento
hacia el cielo

Precario el que padece tu perduración

***
María del Carmen Colombo (Buenos Aires, 1950)

martes, 23 de julio de 2024

malú urriola / un poema










No debería escribir más, no debería, nunca debí escribir, pero tuve miedo de quedarme con tantas palabras, nunca he sabido qué hacer con las palabras y como esta boca de perra que tengo es torpe me puse a escribir, sé que escribir no sirve para nada, para nada, una cosa es la literatura y otra la burda reality, en la grieta, en el abismo perdí el rumbo, ese es el simulacro, los intelec creen que sirve, los que escriben creen que sirve, pero después de escribir me queda atragantada la sensación de haber perdido el tiempo, toda la tarde he perdido el tiempo, doy batalla con la escritura como con un cuchillo, con el cuchillo con que me rajo la carne que cede, que siempre cede... a quién mierda le importa... frente, frente a las palabras, so alone, otros estarán jodiendo a esta hora en el baño de algún cine, te acuerdas del baño del cine y la cara de la mujer que trapeaba el piso y no dejaba de trapear... estarán besando un trasero vivo, agitándose como si estuviesen vivos y yo aquí harta de perder el tiempo y de escribir huevadas que nadie lee, espero por una buena muerte que todo lo calle, que hasta a mí me calle, que me calle esta cabeza que nadie calla, no soporto a las palabras, no sabes cómo se sienten, como el forado de una automática se sienten, como si entraran quemando se sienten, me pesan en las tripas y no hay calmante que valga... estiro la cuerda del arco pero sin f lechas... ya no me llegan postales de Atlanta, nadie se toma un café helado, ni piensa en mí, nadie... me dejaste por otra, no necesitas dejarme por otra, para dejarme tirada así, enmudecida así, perdida así, no necesitas a otra, les creo a las palabras, les creo, mientes, miénteme, quítame este brazo muerto, no me lo dejes, no me pesan las palabras, no me pesan, hace meses que no escribo.

***
Malú Urriola (Santiago de Chile, 1967-2023)

lunes, 22 de julio de 2024

zoila capristán / tres poemas










Espero que intuyas el silencio

*

Espero que intuyas el silencio
y su grito trascienda
fuerza a tu corazón a embeber el aroma de flores silvestres
haz un escudo y cúbreme
que el látigo no me alcance
las espinas no penetren en mi frente
limpia el vinagre de mis labios
dame un beso como el de Magdalena
y traslada sin horror mi cuerpo moribundo.

Quería que me intuyeras
en mansedumbre silencio
tus pasos hacen escarnio
muda quedé frente al delirio,
algo tengo de Job
aquí Judas me da aliento de azufre
el buitre arranca mi carne.

Él no fue escudo
sólo látigo puñal
verdugo en noches de invierno

He huido a las montañas
sobrevivo ermitaña
mis entrañas aún las guardo
para mecer la cuna de alguien por venir.

~

Fausta

*

Ella celebra un funeral
y no sé quién ha muerto
si yo dentro de ella
o ella dentro de mí.

A veces sonríe
con la mirada extraviada le ofrezco una flor blanca
las palabras se hacen nada en el vació de su nombre
su nombre que a veces dice tanto, queda descalzo.

Corazón encendido de dolor
piernas cercenadas
¿Quién eres tú?
tú serías todo si quisieras
pero en mí eres la entelequia que atesta
la espada que me amortaja.

Ombligo mío
prescíndeme de la lista
borra mi nombre del registro
cordón hecho cadenas
auséntame de tus penas.

Mujer
me das la espalda como queriéndome olvidar
pero algún grito de madre pariendo te traslada hacia mí
¿acaso algo falta cuando ya no anido en tu trenza?
que escucho tu voz indagando por mi sombra
acertijo crucificado
Tierra que no codicio

Sólo te siento cuando agobias mi corazón
cuando lo tomas y haces de él un limo de tristeza
cuando estrujas mi sangre y la empalideces
porque de tanta desolación que milita en tu recuerdo
de pronto estalla el olvido

Llevo noches cubierta de fuego y agua de azahar
porque los recuerdos que detonaron en la hoguera del olvido
regresan certeros
como pedradas en la frente
entrañas sacudidas sin piedad
que nos hacen concluir
allí las dos juntas
de espaldas
en el sepulcro.

~

Cinco años

*

                                                    A Eduardo Borjas

Infestado de ampollas
te instalas en mi vientre tejido de cicatrices
mis dedos intentan rozarte
vuelves humo
las palabras.

Las paredes adormecen tu voz
el aliento de las habitaciones
insepulta la sangre que perdiste en algún juego siniestro
de un pecho que secó la estación
- Las calaveras.

Dislocas el alfabeto
angustiado de esbozar el símbolo preciso
la torre de babel subsiste imperfecta
pálida de contemplarte
aristas al fragmento de las palabras
deduces que Dios no pudo inventar el vocablo
que enuncie tu verso.

Transitaremos aturdidos un cementerio
donde el guardián exhuma tumbas
atiza el fuego con cadáveres de mil novecientos y tantos
luego
coloca un anuncio para revender nichos de estreno
¿Acaso allí se vela el alfabeto exacto para redimir tu última poesía?

***
Zoila Capristán (Cajamarca, 1980) Bajo cero. Lima: Vagón Azul Editores, 2010.

domingo, 21 de julio de 2024

elena garro / dos poemas










El llano de huizaches

*

¡Elena!
Oigo mi nombre, me busco.
¿Sólo esta oreja queda?
¿Ésta que oye mi nombre en un llano de huizaches?
¿Mi nombre, gritado así, a los cuatro vientos,
de noche, en el llano de la muerte?

¡Elena!
Es raro que descuartizados
mis miembros avancen por el llano de huizaches.
El nombre ya no los une ni los nombra.
Es raro que sigan avanzando
y que en el centro esté la boca del vacío.
Ahora los llama mi nombre:
¡Ven aquí, nariz de Elena!
¡Ven aquí, brazo de Elena!
Sólo la bacinica sigue firme cubriendo la cabeza
que sonámbula rueda en el valle de huizaches.
¿Hay todavía un puntapié sobrante?
¿Ya nadie llega a jugar a la pelota?
¿Nadie olvidó un buen escupitajo de colmillo
para la cabeza que rueda entre huizaches?

¡Elena!
Los llama mi nombre:
¡Vengan aquí, mano pierna pescuezo!
Hace años que bailan separados
en la tierra de los escupitajos.
¿Hay alguien que guarde todavía un gargajo
para ese ojo cerrado a gargajazos?

¡Elena!
La voz viene del centro profundo de mi ombligo.
Hay quien vive adentro del ombligo y me llama.
La voz corre para atrapar los pies que corren
entre huizaches
y las manos que bailan el baile loco de los dedos locos
sin pizarra, sin lápiz, sin niño, sin amante.
Me busco. Me encuentro.
Colgado de una rama seca está uno de mis labios.
Y ahora por allí corre la lengua
que recitaba las lecciones del colegio:
Rosa, rosae… 
¿Qué hará allí, tan lejos del pizarrón,
tirada en el valle de huizaches?

¡Elena!
Me busco. Me encuentro.
Nadie levanta la bacinica que cubre paisajes,
pájaros vistos en deslumbrantes copas,
el pico de la estrella de la cual colgaba yo
y las sílabas de mi nombre meciéndome hacia un pasado
y un futuro los dos de oro
antes de estar aquí, gritándote a ti mismo
en los huizaches.
Tampoco hay que mirar por el agujero de la aorta.
¡Señores, un mecate para ligarlo bien!,
para que nunca más se llegue al centro de ese corazón
que yace luna roja caída en el llano de huizaches
¿Les gustará a las damas y a los caballeros
tumbado, iluminando de rojo a los huizaches
en el valle en el que rueda mi ombligo
como antes rodaron canicas llamándome?
¡Clic! !Clic! !Clic!

¡Elena!
Mi espinazo blanco avanza como víbora
hacia el pozo negro del vacío.
¿Hay algún tacón de raso,
de esos piadosos tacones de raso que llevan las señoras
para que aplaste su cabeza?
¡Rosario y decencia en mano, hubo damas!
¡Chequera y decencia en mano, hubo caballeros!
El llano, este llano, es para los pelados.
Las damas y los caballeros viven en avenidas
de cartón y beben sangre de indio.

¡Elena!
Me busco. Hay tiempo, el pozo está lejos todavía.
Los dientes separados de la encía avanzan a saltitos.
Hasta que caiga el último de ellos,
hasta que caiga la solemne campanilla que presidió
al paladar y a la palabra, no podré responderte.

¡Elena!
Te digo que me busco, que me encuentro.
Espera hasta que llegue al pozo negro la última de las uñas.
¡Es largo el llano de huizaches!
¡Es ancho el llano de huizaches!
¡Se tarda uno siglos en cruzarlo!

~

El extranjero

*

Allá donde encontramos lo perdido
Allá donde se va lo que se tuvo
Allá donde los muertos están muertos
y hay días en que renacen y repiten
los actos anteriores a su muerte
Allá donde lloradas lágrimas se vuelven
a llorar sin llanto
y en donde labios intangibles se buscan
y se encuentran ya sin cuerpo
Allá donde pronto somos niños
y tenemos casa
y en donde las ciudades son fotografías
y sus monumentos residen en el aire
y hay pedazos de jardines atados a unos ojos
Allá donde los árboles están en el vacío
donde hay amores y parientes mezclados
con objetos familiares
Allá donde las fiestas suceden a los duelos
los nacimientos a las muertes
los días de lluvia
a los días de sol
Allá, solitario, sin tiempo, sin infancia,
cometa sin orígenes, extranjero al paisaje
paseándote entre extraños
Allá resides tú,
donde reside la memoria.

                                                                            París, 1951

***
Elena Garro (Puebla de Zaragoza, 1916-Cuernavaca, 1998)

sábado, 20 de julio de 2024

inga gaile / la felicidad de las mujeres










Ella dice: siete años de esa buena suerte,
siete años,
en las minas de uranio forjaste mi felicidad,
en las minas de uranio forjaste mi desdicha.
¿Por qué fue mi destino tener un marido tan guapo,
que había servido un mes en la legión,
reclutado justo después de su graduación?
¿Por qué? Qué destino para una huérfana,
para mí, que podría haber amado y amado.
Ella dice: arruinarás tu vida
simplemente la arruinarás, luego de comprar a su hija
una chuleta tan grande como el plato
ella se avergüenza de decir “aborto” en la mesa.
¿Por qué merezco este destino, por qué,
por qué tirar mi vida al suelo,
por qué enterrarme en una tumba,
por qué lo harías, por qué lo harías?
En realidad, ya no hay más hombres, pero ella tuvo suerte,
porque él no es un hombre de verdad,
no es como los otros, menos mal,
sin embargo, aún hay que esconder los cigarrillos tras las toallas,
triste, ella puede pasar día tras día sola,
ella tiene sus ocupaciones, su trabajo,
los hombres, así es como son,
hombres,
la felicidad de las mujeres.
Entonces nace una niña, otra hija,
al principio ella se infla de palabras y tristezas y blasfemias,
por seis meses las ha succionado por el cordón umbilical,
hasta que, ya grande, busca la felicidad de las mujeres
e intentando encontrarla, estalla.
Y las palabras se derraman cual mallas de arado,
sobre los campesinos y las familias,
sobre las mujeres que eran la tierra,
y el momento en que sus bocas fueron silenciadas por una mano callosa y ampollada,
volaron al cielo, se zambulleron en almohadas de nubes, bayo
oscuro, bayo oscuro, bayo oscuro.
Mi dulce caballo bayo, deja de llorar, deja de gemir, deja,
nadie tiene tiempo para tu cuota de dolor y desastre,
estamos vivos y comemos.
Y entonces dan a luz a hijas y no es
que las odien, no, pero no saben qué hacer,
qué pasará si se llevan al único que vale,
qué si rehúsan reconocerlo,
porque nunca estarán seguros de si bajo esa piel reluciente
no habrá un abrigo del ejército,
y que no llegará un momento en el que pregunte ¿qué puedes ofrecerme?
Y tú no tendrás nada y te acostarás y te convertirás en tierra.
Por eso acaparan, para que haya algo que ofrecer cuando llegue el momento
cuando te hayas puesto de pie,
pero alguien quiera que seas la tierra.
Y las hijas, ¿qué pasa con las hijas?, ¿dónde ponerlas?
En la tierra.
El odio de nuestras mujeres es menor que su miedo.
El odio de nuestras mujeres es menor que su voluntad de vivir.
Yo les digo: yo odio.
Yo les digo: quiero caminar.
Quiero seguir siendo una persona,
no quiero la felicidad de las mujeres.
Soy más que solo tierra. Soy más que un balde del cual puedes
saciar tu sed cuando vuelves
a casa por la mañana, después de haber cabalgado y cabalgado.
 
Y entonces a través de la oscuridad y el bosque,
y entonces a través de siete años de felicidad,
a una persona le crece una piel nueva,
a una persona de la familia de los humanos.

***
Inga Gaile (Riga, 1976)
Versión de Lawrence Schimel

viernes, 19 de julio de 2024

helena paz garro / un poema










En mi jaula de vidrio
cercada por miradas alfileres
y cabezas desmedradas, 
los dedos de otro cielo que el nuestro, 
los misericordiosos dedos de la Santa virgen, 
rozan mis llagas
y de ellas surgen fuentes de agua clara, 
las velloritas de los bosques. 
Un relámpago azul, profundo, 
desgarra mi noche, 
un río de luces
entra en mi corazón en harapos.
Harapos hechos con las mezquinerías burocráticas.
Una inefable sonrisa
se borra dulcemente.
Un aire llegado de los bosques de la infancia
sopla ahora en la jaula de vidrio.

***
Helena Paz Garro (Ciudad de México, 1939-Cuernavaca, 2014)

jueves, 18 de julio de 2024

edmond jabès / tres poemas










Rostro del presente, rostro del pasado

*

Rostro del presente. Rostro del pasado.
Un velo los separa. Una cortina húmeda.
El ojo, aún enturbiado, con una antigua lágrima.
Melancolía. Melancolía.

Morimos de lo que nos reduce.

~

La metamorfosis del mundo

*

La insistencia que tienen las llamas en poner los puntos
sobre las íes
La partida es fijada al día siguiente de la carrera
Se aplaude a los enanos que con el dedo alcanzan
el ombligo de las estaciones
Los pájaros participan en la metamorfosis del mundo
Volarse para permitir a la estrella finalmente volar
Con la cabeza bajo los pies ya no tienen su razón de ser
salvo reventar las nubes
El fuego prendió en las casas. El hombre no reclamaba
para él tanto calor
pero

de L'écorce du monde (1953-1954)

~

Estela exhumada

*

En vano, ocultas las manos en la noche rosada de tu cuerpo.
Niñita, niñita, de las nubes, ¿cuál te lo enseñará?
La sangre no lava la sangre.

de La mémoire et la main (1974-1980)

***
Edmond Jabès (El Cairo, 1912–París, 1991)
Fotografía de David Mohor
Versiones de Jorge Fondebrider

/

Visage du present. Visage du passé

*

Visage du présent. Visage du passé.
Un voile les sépare. Un rideau humide.
L'œil, encore brouillé, d'une larme ancienne.
Mélancolie. Mélancolie.

Nous mourons de ce qui nous réduit.

~

La metamorphose du monde

*

L'insistance qu'ont les flammes à mettre les points
sur les i/ Le départ est fixé au lendemain de la course
On applaudit les nains qui du doigt atteignent
le nombril des saisons
Les oiseaux participent à la métamorphose du monde
S'envoler pour permettre à l'étoile de voler enfin
La tête en bas les pieds n'ont plus leur raison d'être
sinon de crever les nuages
Le feu a pris dans les maisons L'homme pour lui
ne réclamait pas tant de chaleur
mais

~

Stele exhumee

*

En vain, tu enfouis les mains dans la nuit rose de ton corps.
Petite fille, petite fille, des nuages, lequel te l'apprendra?
Le sang ne lave pas le sang.

miércoles, 17 de julio de 2024

aníbal cristobo / cómo evitar que te pase esto











Ignoro cómo participar de esta franquicia respiratoria,
o si presentarme a un evento forestal con el rostro
cubierto de granizo.
 
Mientras hablamos, una frase de la conversación
se viraliza —como un snack
circulando en condiciones extremas de sociabilidad.
 
En cambio, sé nadar entre las góndolas de un súper
a contracorriente, hasta llevarme todos los aplausos
a esa línea
donde se aprende a pensar bajo el agua.
 
Visto desde la perspectiva de una deuda olvidada,
mi sistema nervioso
era una performance de la desilusión; y nuestros sueños,
el resultado de una encuesta.
 
Con un chicle vuelve la canción: “siempre fui para mí
una sesión espiritista en el jardín / y ahora soy
mi propio bullying”.
 
Y puede parecer un tecnicismo populista,
pero no.-

***
Aníbal Cristobo (Buenos Aires, 1971)

martes, 16 de julio de 2024

mercedes rein / en el café se encuentran










En el café se encuentran
después de medianoche
tres o cuatro sonámbulos.
Revuelven sus pocillos en silencio,
fumando sin mirarse, noche
           –abajo.
No se ponen los lentes.
No suelen leer los diarios.
Están lejos de todo
cada cual con su angustia
y su ironía,
sus solapas gastadas
–los pobres– ya ni hablan
de Sartre y el vacío,
la dodecafonía
no llega a conmoverlos
como antes. Sólo tienen
un expediente en trámite en la Caja.
Como usted y como yo
esperan jubilarse
con un poco de suerte
el mejor día
y encontrarse –con qué?
Con el humo de un viejo cigarrillo
aquí en este café
donde estamos tan solos
–dan ganas de reírse–
solos frente a un vaso de agua turbia
y un pocillo vacío,
deseando que se acabe otra semana
para empezar de nuevo:
lunes, martes y miércoles,
la vieja calesita
cada vez más despacio
y el eco de una insomne tarantela
cada vez más distante,
jueves, viernes y sábado,
la musiquita ronca
del domingo con bombos y platillos
y globos y tranvías amarillos,
el nudo de una pena infantil
que ya no vuelve.
(Ya no se sueña con la vieja calesita
de banderines rojos,
caballos y jirafas.)
Cada vez más distante
y próxima, la tonta cantilena
que gira en el vacío de sus cráneos
y por eso se callan los viejos parroquianos
que se encuentran a veces después de medianoche
y fuman en silencio sin mirarse

***
Mercedes Rein (Montevideo, 1930-2006)

lunes, 15 de julio de 2024

ulalume gonzález de león / l’esprit de la langue









No podrías hablar en pájaro
No podrías hablar en viento
No podrías hablar en mar
Te faltaría
            creo
            l’esprit de la langue
Lo que han dicho la ola el aire el mirlo
no admite discusión

Tú en cambio tuerces
            retuerces las palabras.

***
Ulalume González de León (Montevideo, 1932-Querétaro, 2009)

domingo, 14 de julio de 2024

alphonse de lamartine / el valle









El corazón hastiado, hasta de la esperanza,
no deseará ya importunar al destino;
prestadme solamente, valles de mi infancia,
un día de asilo para esperar la muerte.

Por aquí la estrecha senda del oscuro valle:
colinas en cuyas faldas penden tupidos bosques
que inclinando su enredada sombra sobre mi cabeza,
me cubren completamente de silencio y paz.

Allá, dos arroyos tapados por el denso verdor
trazan serpenteando los contornos del valle;
en un momento mezclan el agua y su murmullo,
no lejos de su fuente pierden su identidad.

Como ellos la fuente de mis días ha fluido,
ha pasado sin ruido, sin nombre y sin retorno:
mas su agua es limpia, y mi alma turbada
no llegó a reflejar las luces de un gran día.

El frescor de sus lechos, la sombra que la corona,
me atan todo el día a las orillas del arroyo;
como un niño mecido por un canto monótono,
el alma se adormece con el murmullo del agua.

Ahí, protegido por un muro de hierbas,
con un horizonte acotado que a mis ojos basta
y sólo en el verdor quiero elegir mis pasos,
sólo oír el agua, ver sólo los cielos.

Harto estoy de ver, sentir, amar en la vida,
vengo a buscar aún vivo la calma del Leteo;
hermoso sitio, sed la orilla del olvido:
desde ahora solo él será la felicidad.

El corazón reposa y el alma está en silencio,
el rumor lejano del mundo expira al llegar,
como en son remoto que la distancia ensordece,
traído por el viento al oído inseguro.

Desde aquí veo la vida, detrás de una nube,
desvanecerse en mí en las sombras del pasado;
sólo quedó el amor: como una gran imagen
pervive al despertar en un borroso sueño.

Alma, repósate, en esta última morada,
como el viajero, el ánimo pleno de esperanza,
descansa antes de cruzar el umbral de la ciudad,
y respira un momento el perfume de la noche.

Como él, limpiemos de polvo los pies;
el hombre nunca volverá por ese camino:
como él, respiremos al final de la carrera
esa calma precursora de la paz eterna.

Tus días, cortos y oscuros como días de otoño,
declinan cual sombra en las faldas de las colinas;
la amistad te defrauda, la piedad te deja,
y solo, bajas por la senda de las tumbas.

Mas la natura está ahí y te invita y te ama;
échate en su seno para ti siempre abierto;
ante tus cambios la naturaleza es la misma,
y el mismo sol se levanta para ti cada día.

De luces y sombras te envuelve todavía:
separa tu amor de los falsos bienes perdidos;
adora aquí el eco adorado por Pitágoras,
con él pon atención a la celeste armonía.

Sigue la luz del cielo, la sombra en la tierra,
en el espacio aéreo vuela con Aquilón,
con los suaves rayos del astro misterioso
deslízate, bosque a través, en la sombra del valle.

Dios, para concebirlo, hizo la inteligencia:
la naturaleza por fin descubre a su autor.
Una voz habla al espíritu en silencio,
¿quién no ha oído esta voz en su corazón?

***
Alphonse de Lamartine (Mâcon, 1790-París, 1869)
Versión de Vicente Bastida

/

Le vallon

*

Mon coeur, lassé de tout, même de l'espérance,
N'ira plus de ses voeux importuner le sort ;
Prêtez-moi seulement, vallon de mon enfance,
Un asile d'un jour pour attendre la mort.

Voici l'étroit sentier de l'obscure vallée :
Du flanc de ces coteaux pendent des bois épais,
Qui, courbant sur mon front leur ombre entremêlée,
Me couvrent tout entier de silence et de paix.

Là, deux ruisseaux cachés sous des ponts de verdure
Tracent en serpentant les contours du vallon ;
Ils mêlent un moment leur onde et leur murmure,
Et non loin de leur source ils se perdent sans nom.

La source de mes jours comme eux s'est écoulée ;
Elle a passé sans bruit, sans nom et sans retour :
Mais leur onde est limpide, et mon âme troublée
N'aura pas réfléchi les clartés d'un beau jour.

La fraîcheur de leurs lits, l'ombre qui les couronne,
M'enchaînent tout le jour sur les bords des ruisseaux,
Comme un enfant bercé par un chant monotone,
Mon âme s'assoupit au murmure des eaux.

Ah ! c'est là qu'entouré d'un rempart de verdure,
D'un horizon borné qui suffit à mes yeux,
J'aime à fixer mes pas, et, seul dans la nature,
A n'entendre que l'onde, à ne voir que les cieux.

J'ai trop vu, trop senti, trop aimé dans ma vie ;
Je viens chercher vivant le calme du Léthé.
Beaux lieux, soyez pour moi ces bords où l'on oublie :
L'oubli seul désormais est ma félicité.

Mon coeur est en repos, mon âme est en silence ;
Le bruit lointain du monde expire en arrivant,
Comme un son éloigné qu'affaiblit la distance,
A l'oreille incertaine apporté par le vent.

D'ici je vois la vie, à travers un nuage,
S'évanouir pour moi dans l'ombre du passé ;
L'amour seul est resté, comme une grande image
Survit seule au réveil dans un songe effacé.

Repose-toi, mon âme, en ce dernier asile,
Ainsi qu'un voyageur qui, le coeur plein d'espoir,
S'assied, avant d'entrer, aux portes de la ville,
Et respire un moment l'air embaumé du soir.

Comme lui, de nos pieds secouons la poussière ;
L'homme par ce chemin ne repasse jamais ;
Comme lui, respirons au bout de la carrière
Ce calme avant-coureur de l'éternelle paix.

Tes jours, sombres et courts comme les jours d'automne,
Déclinent comme l'ombre au penchant des coteaux ;
L'amitié te trahit, la pitié t'abandonne,
Et seule, tu descends le sentier des tombeaux.

Mais la nature est là qui t'invite et qui t'aime ;
Plonge-toi dans son sein qu'elle t'ouvre toujours
Quand tout change pour toi, la nature est la même,
Et le même soleil se lève sur tes jours.

De lumière et d'ombrage elle t'entoure encore :
Détache ton amour des faux biens que tu perds ;
Adore ici l'écho qu'adorait Pythagore,
Prête avec lui l'oreille aux célestes concerts.

Suis le jour dans le ciel, suis l'ombre sur la terre ;
Dans les plaines de l'air vole avec l'aquilon ;
Avec le doux rayon de l'astre du mystère
Glisse à travers les bois dans l'ombre du vallon.

Dieu, pour le concevoir, a fait l'intelligence :
Sous la nature enfin découvre son auteur !
Une voix à l'esprit parle dans son silence :
Qui n'a pas entendu cette voix dans son coeur ?

sábado, 13 de julio de 2024

juana de ibarbourou / como una sola flor desesperada













Lo quiero con la sangre, con el hueso,
con el ojo que mira y el aliento,
con la frente que inclina el pensamiento,
con este corazón caliente y preso,

y con el sueño fatalmente obseso
de este amor que me copa el sentimiento,
desde la breve risa hasta el lamento,
desde la herida bruja hasta su beso.

Mi vida es de tu vida tributaria,
ya te parezca tumulto, o solitaria,
como una sola flor desesperada.

Depende de él como del leño duro
la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro,
que solo en él respira levantada.

***
Juana de Ibarbourou (Melo, 1892-Montevideo, 1979)

viernes, 12 de julio de 2024

pablo neruda / el mar










NECESITO del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navios.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.

***
Pablo Neruda (Parral, 1904-Santiago de Chile, 1973)

jueves, 11 de julio de 2024

juan rodolfo wilcock / dos poemas









Deshacerme

*

Extiendo hacia mi pasado
vanos tentáculos de sueño
para comprender objetos, papeles
que quizá ya no existen;
mas, como un remordimiento
sé que mis riquezas
simbólicas aún están allá,
en la casa hoy cerrada,
jaula de un loco y de una vieja:
mis retratos de entonces,
el sello con mi nombre,
y yo, yo dondequiera,
en los espejos y sobre las paredes.
Adelante, debo ir a desmontar
este templo de mí mismo,
saquear, regalar
a los museos mis objetos
más raros y arrojar lo demás,
exorcizar ese lugar
que fue destinado a mi culto,
morir sin dejar
rastros vergonzosos o de otra especie,
deshacerme de todo, partir
así como he venido.

~

Cuando tu, mi poesía, lees poesía

*

Cuando tú, mi poesía, lees poesía,
se oscurece el cielo con una luz verde,
la gente huye de la orilla del mar
por un sentido remoto de tempestad
o de contraste entre los elementos,
relámpagos se enarbolan sobre los hilos de los tranvías,
y un gran silencio baja sobre la ciudad:
es la poesía que se contempla a sí misma.
Lees palabras de un tiempo desaparecido,
de un presente que se derrumba sin tregua
velozmente en el pasado informe,
lees sobre reyes y coronas, jardines y guerras,
tú que eres la corona de cada imperio
y el jardín del mundo conocido
y la guerra de los sentidos de la naturaleza,
lees, «¿quién creerá mis versos en el futuro
si digo ahora todo lo que vales?”
y ocurre en ese momento que esos versos,
como una flecha lanzada en los siglos,
alcanzan a quien un día los inspiró.
Y entonces la oscuridad verde invade todo,
la gente se esconde, abrumada,
y en un silencio como de terremoto
se levanta la luna sobre los Castillos Romanos
y lentamente lo vuelve todo azul
mientras tú, mi poesía, lees poesía.

***
Juan Rodolfo Wilcock (Buenos Aires, 1919-Lubriano, 1978)

miércoles, 10 de julio de 2024

halina poświatowska / un poema









Para crear un poema, antes bastaba con
un dolor vibrante en los tejidos y un léxico no
más amplio que el grito de un animal. Ahora
hacen falta concepto y argumento y
exploraciones comparativas al fondo de
los diccionarios. Hay cirugías en torno a
las palabras, hay palabras híbridas, medias
palabras, cuartos de palabras y hay
ambigüedad de las letras hinchadas
de tanta sabiduría. Y mi deseo
-polluelo de ruiseñor- calla aturdida por
todas estas partituras e instrumentos. Y
cuando me reclamáis significado siento cómo
la rama que sostiene el frágil nido se rompe
estrepitosamente bajo el peso del piano
que le cae encima.

***
Halina Poświatowska (Częstochowa, 1935-Varsovia, 1967)
Versión de Ada Trzeciakowska

/

Stworzyć wiersz – kiedyś wystarczał
wibrujący ból w tkankach i zasób słów nie
większy od krzyku zwierzęcia. Teraz
potrzebna jest koncepcja i racja i
eksploracje porównawcze w głębiny
słowników. Są zabiegi chirurgiczne wokół
słów, są słowa hybrydy, pół – słowa, ćwierć –
słowa i jest dwuznaczność liter
spuchniętych od mądrości. I pragnienie
moje – pisklę słowicze milczy ogłupiałe od
tych wszystkich partytur i instrumentów. I
kiedy żądacie ode mnie znaczenia czuję, jak
gałąź podtrzymująca cienkie gniazdo łamie
się z trzaskiem pod ciężarem zrzuconego
fortepianu.