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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

miércoles, 27 de agosto de 2025

ignacio aru / dos poemas













Amapala

*

Ahí está una cierva como una línea de fuego y cañón,
ahí está una Cierva Dorada
corriendo sobre el valle azul de promontorios verdes,
en sus hombros lleva tigres
y en el resto del cuerpo sus dientes desplegados.

El malecón se sumerge en la huella del animal,
ahora el cerro se ha pintado rayas,
una nube se ha posado eterna sobre la boca del volcán,
las culebras exhalan fuego en las palmeras
y la Casa de Ulher con restos de naufragios
se ha construido.

Algunos hombres reparan redes de pesca cerca de la orilla
existe la leyenda de un tesoro oculto
en sus costados negros,
de la explosión de dos Canarios de lengua bífida
y un científico alemán con la misma estancia de Jesús en el infierno.

Amapala,
bahía de doce calles,
de muelle amarillo y vena de piedra
triple frontera, puerto poderoso.
Se ha convertido en el ojo del Atlántico
que ahora lleva un parche.

~

Cárcel

*

Los barrotes de mi cárcel
son espigas amanecidas por la niebla,
un pájaro lleva mi nombre en su pico
adonde el mar muerde mis manos
y en el reflujo
quedan como la costura desconocida
de algún cuerpo.

Mayo pasa lento
en el amanecer que levanta vuelo sin ruido,
Mayo pasa lento
en el apagón de una tarde sobre la hierba,
donde hacía nido a tu carne.

Estoy sentado en el piso rojo
de un lugar pequeño, meditando recoger
la limosna que el verano quiso darme,
estoy tan flaco que me pesa más el alma que el hambre
y me he pintado la espalda azul oscuro
para que duerman mis amigos
y decirles que la noche es bella y que voy desnudo.

***
Ignacio Aru (Alajuela, 1999-Ciudad de México, 2025)

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