A Pelusa
El último sonido de tu adiós
me dijo que no sabía nada
y que llegaba
al tiempo necesario
de aprender los porqués de la materia.
Así, entre piedra y piedra
supe que sumar es unir
y que restar nos deja
solos y vacíos.
Que los colores reflejan
la ingenua voluntad del ojo.
Que los solfeos y soles
duplican el hambre del oído.
Que los caminos y el polvo
son la razón de mis pasos.
Que el camino más corto
entre dos puntos
es el rodeo que los une
en un abrazo sorprendido.
Que dos más dos
puede ser un trozo de Vivaldi.
Que los genios amables
habitan las botellas del buen vino.
Ya con todo eso aprendido
regresé a deshacer el eco de tu adiós
y en su lugar palpitante escribir
La Más Bella Historia de Amor,
mas, como dice el adagio,
nunca se termina
de arpender y de dudar.
Y así, una vez más,
tan fácilmente como nace una rosa
o se muerde la cola una estrella fugaz,
supe que mi obra estaba escrita
porque La Más Bella Historia de Amor
sólo es posible
en la serena e inquietante
caligrafía de tus ojos.
(Expreso Basilea-París. Julio, 1997)
Luis Sepúlveda (Ovalle, 1949-Oviedo, 2020)

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