Las despedidas se hacen inevitables.
La nostalgia crece
aunque fuera por unas horas,
hasta que el presente ocupa la mente del viajero.
La realidad se divide ahora en dos:
en aquella parte que quedó atrás
y la que continua su camino.
Sin embargo, cada parte tiene una vida simultánea
invisible la una para la otra,
y elegimos sólo una,
en la ilusión de que nada más existe.
Así pasamos los días.
Sin darnos cuenta,
soltamos la cuerda de una mano a otra,
sobre el vacío.
Violeta Barrientos (Lima, 1963)
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