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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

jueves, 4 de septiembre de 2025

leonardo sciascia / lluvia de septiembre









Las grullas surcan lentamente el cielo,
más ávido es el graznido de los cuervos;
y el primer trueno retumba repentino
entre las rocas lívidas de las nubes,
asustando al viento entre los árboles.
La lluvia avanza como niebla,
grita, acosa el vuelo de los gorriones.
Ahora despeña la viña, cae entre los olivos;
por la furia de los relámpagos, las oraciones
buscan a las viejas campesinas

Pero he aquí una húmeda mirada azul
que se abre en el rostro cerrado del cielo;
lentamente se ensancha hasta encontrar
la pupila bizca del sol.
Una luz rasante hace nítido
el surco del arado, los setos se engalanan;
entre las hojas cada vez más escasas
brilla el racimo níveo de los pistachos.

***
Leonardo Sciascia (Racalmuto, 1921-Palermo, 1989)
Versión de Nicolás López-Pérez

/

Pioggia di Settembre

*

Le gru rigano lente il cielo,
più avido è il grido dei corvi;
e il primo tuono rotola improvviso
tra gli scogli lividi delle nuvole,
spaurisce tra gli alberi il vento.
La pioggia avanza come nebbia,
urlante incalza il volo dei passeri.
Ora scroscia sulla vigna, tra gli ulivi;
per la rabbia dei lampi preghiere
cercano le vecchie contadine.

Ma ecco un umido sguardo azzurro
aprirsi nel chiuso volto del cielo;
lentamente si allarga fino a trovare
la strabica pupilla del sole.
Una luce radente fa nitido
Il solco dell’aratro, le siepi s’ingemmano;
tra le foglie sempre più rade
splende il grappolo niveo dei pistacchi.

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