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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

viernes, 18 de abril de 2025

gerald manley hopkins / consuelo de la carroña










No. Desesperación, no, podrido alimento, no haré de ti mi banquete;
no quiero desatar -por flojas que estén- estas últimas ligaduras del hombre
en mí, ni, en la extrema fatiga, gritar: no puedo más. Puedo;
algo puedo: esperar, desear que llegue el día, no elegir no ser.
Pero ah, pero oh tú, terrible, ¿por qué rudamente quieres sobre mí
grabar cono en la roca tu pie derecho, retorcedor del mundo?
/¿Clavar en mí una garra de león? ¿Hurgar
con tenebrosos ojos en mis huesos quebrados? ¿Aventarme, oh,
en remolinos de tempestad, amontonarme allí, furioso por esquivarte y escapar?
¿Por qué? Para que mi paja se disperse, mi grano permanezca limpio y puro.
Más aun, en toda ese pena, esa tortura desde que (parece) besé el látigo,
antes bien, la mano, mi corazón, ¡oh, mira!, mi fuerza replegada,
/furtiva mi alegría, quisiera reír, vivar.
¿Vivar a quién? ¿Al héroe cuyo gesto me precipitó abajo, su pie
me aplastó? ¿O a mí que combatí? ¿Cuál de los dos?
¿El uno y el otro? Aquella noche, aquel año
de tinieblas ahora disipadas, me tendí, miserable, luchando (¡oh Dios mío!)
/con mi Dios.

***
Gerald Manley Hopkins (Stratford, 1844-Dublín, 1889)
Versión de Alberto Girri

/

40. (Carrion Comfort)

*

NOT, I’ll not, carrion comfort, Despair, not feast on thee;
Not untwist—slack they may be—these last strands of man
In me ór, most weary, cry I can no more. I can;
Can something, hope, wish day come, not choose not to be.
But ah, but O thou terrible, why wouldst thou rude on me
Thy wring-world right foot rock? lay a lionlimb against me? scan
With darksome devouring eyes my bruisèd bones? and fan,
O in turns of tempest, me heaped there; me frantic to avoid thee and flee?

Why? That my chaff might fly; my grain lie, sheer and clear.
Nay in all that toil, that coil, since (seems) I kissed the rod,
Hand rather, my heart lo! lapped strength, stole joy, would laugh, chéer.
Cheer whom though? the hero whose heaven-handling flung me, fóot tród
Me? or me that fought him? O which one? is it each one? That night, that year
Of now done darkness I wretch lay wrestling with (my God!) my God.

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