Walden
*
Cierto que nuestra conversación es bien ajena al habla,
solo el oído educado puede captar las palabras que te brotan,
rompen contra tus pedregosos labios y allí mueren.
Silenciosa es tu corriente de pensamiento, como el paso de
tus propias aguas,
y se eleva de tu superficie cual la bruma en la mañana
para que el alma pasiva así la inhale,
contagiada de la verdad que tú expresas.
Hasta las estrellas más remotas han venido en tropel
y han inclinado la cerviz para recibir la bendición
de tu semblante. Tantas veces como ha amanecido el día
el sol se ha mostrado imparcial siempre
sobre tu estrecho tragaluz, y jamás la luna
ha dejado de rodar hasta ti cíclicamente,
aquí y desotra parte, para hablarte de la noche.
Ni ha habido nube que por acá no merodeara
y redoblara en tu rostro su belleza.
Dime qué han escrito los vientos a lo largo de miles de años
en la bóveda azulada que ciñe tu caudal,
qué ha transferido con delicadeza el sol en sus reimpresiones
para que lo leyeras en privado. Algo
de todo ello he leído yo estos días,
pero seguro que hubo más que habría estremecido al alma
y el ojo humano nunca vio.
¡Lo que daría por leer esa primera y luminosa página
húmeda de una imprenta virgen!, cuando Euro, Bóreas
y la hueste que empuña los alados cálamos
mojaron por primera vez sus plumas en la bruma.
~
La lluvia de verano
*
De buena gana tiraría los libros, leer no puedo,
se descarría entre las páginas el pensamiento,
busca la pradera, donde halla más rico alimento,
y no repara en puntería ni en denuedo.
Bueno era Plutarco, y también lo era Homero,
bien rica fue de nuestro Shakespeare la hora revivida,
lo que leyó Plutarco no era ni bueno ni verdadero,
ni los libros de Shakespeare, si de la gente no fueron su vida.
Aquí, bajo la rama del nogal tumbado,
qué me importan la ciudad de Troya ni las guerras griegas
si se entablan ahora más justas refriegas
entre las hormigas en la cima del collado.
Que espere Homero hasta que la victoria teste,
si las rojas o las negras, a cuál los dioses dan su canje,
y vea si el Áyax de más allá domina la falange
pugnando por lanzar rocas contra la hueste.
Decidle a Shakespeare que me busque en hora exenta,
que ocupado estoy ahora con esta gota de rocío,
que no recibo, que el cielo amenaza tormenta,
y lo veré cuando de nubes el azul esté vacío.
Tendido fue este lecho de pastos e infelice avena,
con más maña que gastan los monarcas, hace un año,
una mata de trébol como almohada tengo yo por buena
y las violetas me rebasan el calcaño.
Y ahora las nubes lo han precintado todo con su afecto,
engola el viento suave voz para decir que va todo perfecto,
aprisa cae disperso el chirimiri, un poco ordena
la paz en la laguna y otro poco la corola en la azucena.
De los árboles en el campo cae gota a gota
esa rara riqueza que destila cada rama,
todos los ruidos son el viento y no se nota,
sacude los cristales si de hojas es su cama.
Vergüenza le da al sol el dar la cara,
cómo iba a fundirme con sus rayos perdidizos
si, convertidos en un duende, me gotean los rizos:
ufano va en un manto que de gotas goteara.
~
La naturaleza
*
Oh, naturaleza, no está entre mis anhelos
llevar la voz cantante de tu coro,
ni por el firmamento ser un meteoro,
o un cometa que surque los cielos,
tan solo un céfiro que soplar pudiera
entre las cañas del bajío en la ribera.
Dame tu recoveco más secreto
y que en el aire pueda allí correr mi reto.
En una impública y retirada braña
déjame soplar en una caña,
o, en la floresta, de fragores llena,
oficiar con un susurro la tarde serena,
que prefiero ser de ti criatura
y pupilo del bosque en su espesura
que rey de reyes en desotra parte,
ser más esclavo en la atención que se te imparte
y dueño de tu aurora un solo instante,
que deferir un año en la ciudad enajenante.
Dame labor si cabe más severa
pero que sea siempre a tu vera.
***
Henry David Thoreau (Concord, 1817-1862)
Versiones de Carlos Jiménez Arribas
/
Walden
*
True, our converse a stranger is to speech;
Only the practiced ear can catch the surging words
That break and die upon thy pebbled lips.
Thy flow of thought is noiseless as the lapse of thy own waters,
Wafted as is the morning mist up from thy surface,
So that the passive Soul doth breathe it in,
And is infected with the truth thou wouldst express.
E'en the remotest stars have come in troops
And stooped low to catch the benediction
Of thy countenance. Oft as the day came round,
Impartial has the sun exhibited himself
Before thy narrow skylight; nor has the moon
For cycles failed to roll this way
As oft as elsewhither, and tell thee of the night.
No cloud so rare but hitherward it stalked,
And in thy face looked doubly beautiful.
O! tell me what the winds have writ for the last thousand years
On the blue vault that spans thy flood,
Or sun transferred and delicately reprinted
For thy own private reading. Somewhat
Within these latter days I've read,
But surely there was much that would have thrilled the Soul,
Which human eye saw not.
I would give much to read that first bright page,
Wet from a virgin press, when Eurus, Boreas,
And the host of airy quill-drivers
First dipped their pens in mist.
~
The Summer Rain
*
My books I'd fain cast off, I cannot read,
'Twixt every page my thoughts go stray at large
Down in the meadow, where is richer feed,
And will not mind to hit their proper targe.
Plutarch was good, and so was Homer too,
Our Shakespeare's life were rich to live again,
What Plutarch read, that was not good nor true,
Nor Shakespeare's books, unless his books were men.
Here while I lie beneath this walnut bough,
What care I for the Greeks or for Troy town,
If juster battles are enacted now
Between the ants upon this hummock's crown?
Bid Homer wait till I the issue learn,
If red or black the gods will favor most,
Or yonder Ajax will the phalanx turn,
Struggling to heave some rock against the host.
Tell Shakespeare to attend some leisure hour,
For now I've business with this drop of dew,
And see you not, the clouds prepare a shower--
I'll meet him shortly when the sky is blue.
This bed of herd's grass and wild oats was spread
Last year with nicer skill than monarchs use.
A clover tuft is pillow for my head,
And violets quite overtop my shoes.
And now the cordial clouds have shut all in,
And gently swells the wind to say all's well;
The scattered drops are falling fast and thin,
Some in the pool, some in the flower-bell.
I am well drenched upon my bed of oats;
But see that globe come rolling down its stem,
Now like a lonely planet there it floats,
And now it sinks into my garment's hem.
Drip drip the trees for all the country round,
And richness rare distills from every bough;
The wind alone it is makes every sound,
Shaking down crystals on the leaves below.
For shame the sun will never show himself,
Who could not with his beams e'er melt me so;
My dripping locks--they would become an elf,
Who in a beaded coat does gayly go.
~
Nature
*
O Nature! I do not aspire
To be the highest in thy quire,—
To be a meteor in the sky,
Or comet that may range on high;
Only a zephyr that may blow
Among the reeds by the river low;
Give me thy most privy place
Where to run my airy race.
In some withdrawn, unpublic mead
Let me sigh upon a reed,
Or in the woods, with leafy din,
Whisper the still evening in:
Some still work give me to do,—
Only—be it near to you!
For I’d rather be thy child
And pupil, in the forest wild,
Than be the king of men elsewhere,
And most sovereign slave of care:
To have one moment of thy dawn,
Than share the city’s year forlorn.
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