1
Sálvame ahora, no de esta muerte o de otra
sino de ir viviendo así seguramente
sin música ni arte, y con el amigo ausente.
En la oscuridad aún me levanté y vi
la antigua madrugada que nacía
leve y primera con la luz suave.
¿Y quién me oía, sino los muertos mansos
y generosos bajo la losa fría?
Es cierto que soñé que me dejabas
amar y ser amado, como quien
sin mérito ni rostro me hiciste;
pero era como cantor que me mandabas
a las puertas de la ciudad para ver arder el día.
2
Vas a ser un serio hombre, o mujer, conforme el estigma.
Doctor, filósofo ciertamente en hora incierta, y artista
cuando la espuma es más ríspida en los muslos
y más fría la lámina sombría. Y un día,
habiendo olvidado ya el color de mi piel
enteramente en cenizas, y la figura de cuerpo que hacía,
una palabra vaga o mero eco
te recordará un no sé qué, un casi,
inverosímil cosa que quedó
dentro de ti, en ese agujero abierto.
Tenía, tal vez, el universo, otro universo
más arcaico lugar desde donde se veía
el naufragio de los astros, y en el centro
brillaba, extrañamente, un sordo objeto
poco real para tu gusto.
Ya de vacaciones en las islas, no obstante, el mar se muestra
demasiado seco. Conchas vacías cortan
la lisa superficie. ¡Eres tan feliz, con el ojo cerrado, absorto
en quince días de áfrica perfecta! y los hijos sueltan
gritos azules, a la dura luz de las olas;
peces centellean, a tu boca acostumbrados;
y crecen puentes, autovías, neón
en sinuosas curvas ascendentes.
Ahí se quedó, durante días, el cadáver. Cuánto tarda
el mensaje final del presidente! y florituras, ramos,
coronas tricolores, todo me aleja
en una caja de pino barnizado.
No verás nunca las lágrimas, la risa.
Sabrás que te escribo desde más allá de la tierra
o desde un lugar divino sobre las nubes;
era en el tiempo en que los animales hablaban
pero no era verdad lo que decían.
Soy mucho más bello así, con el cuerpo en fuego;
está tan iluminado, el tal Cocito;
que ya me sorprende no haber pensado antes
en retirarme aquí la vida entera.
Y es bien interesante, este detalle
ornamental... conjetural, no obstante...
guardaban los aperos y las armas, ¿has visto?,
en la misma estantería; y los cristales.
Cuando se dice una manzana, o una pelota de trapo,
también se podría decir, una cabeza de niño,
en ciertas circunstancias.
No tiene límites la crueldad humana.
Tampoco el azar ayuda, las agotadoras
expediciones a la muralla perpetua,
la columna dórica, e incluso ese río renacentista
continuamente habitado por jóvenes cuerpos desnudos.
Su nombre era
3
Te quiero como se quiere al sol, y sería bueno
quedarse al sol todo el día, pero quema.
Muchos otros se echan al sol, toda especie de cuerpos,
no tienes tamaño para tanta gente.
Un día se abrirá la puerta dorada,
vamos a caber, uno a uno.
Me vas a escoger especialmente, como a todos los demás.
Puedes tener manos. Podrías incluso, alguna vez, tener labios,
decir algo en una lengua, en una lengua cualquiera.
Naturalmente, la imaginación poética es sólo devaneo,
tintinear de cubiertos sin nada que comer,
un aire tan ligero, ¿para qué sirve respirarlo?
Para olvidar, escribo una larga novela verdadera
y pícara; ¡todo en ella es real!, las personas duermen
y se despiertan y duermen, y joden en los descansos;
se devoran animales; pero lo mejor son los diálogos.
Entre existir y no existir mejor no existir,
es más entero, deja menos dudas dentro del cráneo,
al lado de los huesos normales. Entre mujer y hombre
lo mejor es no tener posibilidad de escoger,
ponerse falda-chaqueta o traje completo,
usar incluso, en días festivos, tus pieles virtuales.
[...]
António Franco Alexandre (Viseo, 1944)
Versión de Raquel Madrigal Martínez
Fotografía de Mafalda Gomes
/
Aniversário
*
1
Salva-me agora, não desta morte ou de outra
mas de ir vivendo assim seguramente
sem música nem arte, e com o amigo ausente.
No escuro ainda levantei-me e vi
a antiga madrugada que nascia
leve e primeira com a luz macia.
E quem me ouvia, se não os mortos mansos
e generosos sob a lousa fria?
É certo que sonhei que me deixavas
amar e ser amado, como quem
sem mérito nem rosto me fizeste;
mas era de cantor que me mandavas
às portas da cidade ver arder o dia.
2
Vais ser um sério homem, ou mulher, conforme o estigma.
Doutor, filósofo decerto em hora incerta, e artista
quando a espuma é mais ríspida nas coxas
e mais fria a lâmina sombria. E um dia,
tendo esquecido já a cor da minha pele
inteiramente em cinzas, e a figura de corpo que fazia,
uma palavra vaga ou mero eco
te lembrará um não sei quê, um quase,
inverosímil coisa que ficou
dentro de ti, nesse buraco aberto.
Tinha, talvez, o universo, um outro
mais arcaico lugar de onde se via
o naufrágio dos astros, e no centro
brilhava, de invulgar, um surdo objecto
pouco real para o teu gosto.
Já de férias nas ilhas, contudo, o mar se mostra
seco em demasia. Conchas vazias cortam
a lisa superfície. És tão feliz, de olho fechado, absorto
em quinze dias de áfrica perfeita! e os filhos soltam
gritos azuis, à dura luz das ondas;
peixes cintilam, à tua boca afeitos;
e crescem pontes, autoestradas, néon
em sinuosas curvas ascendentes.
Aí ficou, por dias, o cadáver. Quanto demora
a mensagem final do presidente! e folhos, ramos,
coroas tricolores, tudo me afasta
numa caixa de pinho envernizado.
Não verás nunca as lágrimas, o riso.
Saberás que te escrevo de além-terra
ou de um sítio divino sobre as nuvens;
era no tempo em que os animais falavam
mas não era verdade o que diziam.
Sou tão mais belo assim, de corpo em fogo;
está tão iluminado, o tal Cocito;
que já me espanta não ter antes pensado
em retirar-me aqui a vida inteira.
E é bem interessante, este detalhe
ornamental... conjectural, contudo...
guardavam as alfaias e as armas, viste?,
na mesma prateleira; e os cristais.
Quando se diz uma maçã, ou uma bola de trapos,
também se poderia dizer, uma cabeça de criança,
em certas circunstâncias.
Não tem limites a crueldade humana.
Também o acaso não ajuda, as cansativas
expedições à muralha perpétua,
a coluna dórica, e mesmo esse rio renascentista
continuamente habitado por jovens corpos nus.
O seu nome era
3
Gosto de ti como se gosta do sol, e era bom
ficar ao sol todo o dia, mas queima.
Muitos outros se deitam ao sol, toda a espécie de corpos,
não tens tamanho para tanta gente.
Um dia vai-se abrir a porta doirada,
vamos caber, um a um.
Vais-me escolher especialmente, como todos os outros.
Podes ter mãos. Podias até, alguma vez, ter lábios,
dizer alguma coisa em língua, numa língua qualquer.
Naturalmente, a imaginação poética é só devaneio,
tilintar de talheres sem nada para comer,
um ar tão leve, para que serve respirar?
Para esquecer, escrevo um longo romance verdadeiro
e pícaro; tudo nele é real!, as pessoas dormem
e acordam e dormem, e fodem nos intervalos;
devoram-se animais; mas o melhor são os diálogos.
Entre existires e não existires antes não existires,
é mais inteiro, deixa menos dúvidas dentro do crânio,
ao lado dos ossos normais. Entre mulher e homem
o melhor é não teres mesmo por onde escolher,
vestir saia-casaco ou fato completo,
usar até, em dias de festa, as tuas peles virtuais.
[...]
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