Schwarz Hermanos y Friedler
*
a Luis Reyes Vargas
Múltiples motores se prenden y apagan en los talleres
como si la industria cegara los cielos de la ciudad
el obrero Luis Reyes moldea el producto nacional
Interruptores y enchufes
Productos de menaje
Iniciamos un nuevo turno en la fábrica
mientras el petitorio se aferra con firmeza
en los escritorios sindicales
Cada rostro sostiene sudor y ternura
juguetes que llegarán a los niños de la patria
el Circo Donald y retroexcavadoras que iluminarán
el pasaje de la población
antes del apagón
y el llanto
Cada domingo después de llenar el puzzle
el obrero Luis Reyes se ubicaba
a un extremo del minicomponente
al momento de elevar su dedo índice apretaba sus ojos
para acompasar la música
Debussy encerraba en su hogar el descanso y la alegría
como cuando le apostaba quinientos pesos a tercero/
caballo
UNO DE HONOR
en el Teletrak de Plaza Egaña.
La baquelita adorna las mesas populares democratizando
al barrio y sus clubes deportivos,
cada fin de año la presidenta de la junta anota a la prole
que recibirá camiones y enceradoras construidas
por sus madres y padres entre máquinas de inyección
y cálculos de feriados y vacaciones.
El obrero Luis Reyes baila a Bill Halley & His Comets/
See You Later, Alligator.
Un cordón tras otro San Bernardo/San Joaquín/Vicuña
Mackenna
Overoles y delantales jugaban ping pong en el patio del
casino
continuando el itinerario de la producción
trabajadores con El Siglo bajo el sobaco iluminaban
los pedestales convocando a las 17 horas en el Taller A,
obstruidos en los paraderos esperaban la Intercomunal
24 fumando un Hilton.
El obrero Luis Reyes fue a La Moneda el 11 temprano,
los pantalones de tela
que utilizaba aquella mañana
absorbieron la malicia milicia
y preocupado guardó todo bajo el camastro.
Mientras los aeroplanos aterrizaban en Tobalaba
su mano tersa acariciaba mi cabeza y un zumbido
acarreaba Manquehuitos y vino tinto,
soplabas fuerte el humo del cigarrillo
tratando de llenar las nubes de Peñalolén
el barro de la cancha mojaba la rabia.
Las estrellas nítidas emergen tras cada verso
frente a frente debatimos el libro asomado en las pupilas
en la sede sudamos dominó y sepia. Claro oscuro sollozo
que venda la tráquea y su soplo.
Creo que todos los chilenos tuvimos algo fabricado por
la empresa Shyf
nos dice una mujer agachada fuera de la botillería
sostienes la mano derecha extendida sobre la frente
tratando de regular perillas y termostato, calor y semilla
algo que trascienda la botillería y el pago de camisetas.
Abrazo al obrero Luis Reyes, atrás todos bailan
y avivan la parrilla
guiñas el ojo y con tu boca apuntas un camino difuso
y tenue
una especie de cueva negra que conduce
a un silencio abrazador
que posa las manos en cada bolsillo.
Al pasar por un corredor exiguo apuntas
con el mismo dedo que alientas a Debussy
y UNO DE HONOR
el Chicho me dices mientras una lágrima
revienta sobre el flexit.
La industria del plástico democratizó la patria, cada
pieza se armaba en la matriz con materia prima y ahorro
popular
Teléfonos de disco
Artículos de oficina
Al abrir el casillero la ropa de trabajo arrugada y atenta
se enorgullecía del traqueteo y la danza,
extrusión y soplado
tras el puesto de trabajo, una radio chirria
aguda y compuesta
rasguñando reiteradas veces como una perrita regalona
tratando de llamar la atención.
Tras una mesa extensa, entre caballetes
y escritorios deshojados
el obrero Luis Reyes escucha la asamblea y en cada pausa
el compañero Rata citaba a Clotario Blest:
“La acción y el ejemplo abarcan mucho más que la
palabra”.
Luis seca su rostro y se lanza desde la escala en la micro
flameando y ansioso.
Hola Cabeza de Gallina lo saludan con ímpetu
al unísono se abrazan con su compadre, ambos sonríen
despejan el alma, solo hay que bailar,
conversar, beber vino,
soñar, amar es la ruta.
El obrero Luis Reyes cobija en su frente materia y voltaje
juguetes y carcasas, música y organización.
Rey de Reyes es el obrero Luis Reyes
un rayo que eclipsa la conciencia, un obrero consciente
que acomoda su corona que centellea con gloria
el espíritu de la nación.
~
Sapo
*
Más que sapo, es conejo
ágil se mueve entre las máquinas
el crepitar de las monedas en su bolsillo derecho
no le da ventaja al minutero
ojo de lince el sapo
buena sesera, astuto como un lobo
La Granja a veintidós
Intercomunal a dieciocho
Matadero a doce
Todo el día jugando al corre que te pillo
Se dibujan sudorosas bajo el piso
las figuras creadas por su mano izquierda
mientras otro grito se revienta tras el bocinazo.
Número al aire y un sapeo seco
como su garganta a mediodía
siempre al cateo de la laucha, solo y alado
el cancionero pop alterna con su pregón
sapeo y desamor
tras el quiebre urbano
ese despeje a media máquina entre el truco
y la jugada trucha
el sapo emigra a la provincia
como Teillier regresando a Lautaro
o Maiakovsky a Baghdati
Mario López al volver a casa arma turros de a 100
monedas que aplacan el hambre y la sed
las cambia por billetes dibujando el sueldo diario
mientras piensa que tenida ponerse mañana
volver a una rapidez feroz que excluye la pena.
Marcelo Arce Garín (Santiago de Chile, 1976)
Fotografía de Bianca Acuña
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