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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

sábado, 7 de mayo de 2022

guillermo chirinos cúneo / dos poemas













Gatos nocturnos

III
 
Era una voz de uranio, una ronca voz de asfalto, como de rosas aplastadas por las bocas mugrientas. Y le advertí celestemente que un pobre muñeco antiguo se divertía en sus bigotes. Y el vaso azul, en la ceja llena de cerveza, respondía a la ciudad ebria, pordiosera del alto hermano bajo letrinas.
 
El poema entonces quería morir. La primavera nocturna lo llevaba hasta un viento de túnicas y muerte, pero sucede en nuestras ramas que corrimos huyendo de los lechos: volamos casi sobre esas hierbas de la noche, vociferaríamos quizá a muchos parques de Lima la caída de nuestros ciegos dulces gatos cimarrones.

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El derrumbe

VI
 
Sobre un ártico cruel y una hoja espuma de cerveza, entre caras de humo y orangutanes de jade, una necia voz con palidez de ahogado cuya cabellera de violín y arco trasciende a judías con gafas, ronronea.

Una sonrisa lince y hulla entre el polvo y la frente, un circulo astral, un circulo de ondas rojas y adefesios crepusculares, allá en piedras cuyo fragor de anillos y de cráteres volcaniza la troma rosa del pordiosero hermoso.

También los marfiles negros de los apaches vivamente muertos en colinas de guerra, y los de los vivos altamente lunáticos, hurgan monstruosamente su potra coral y las plumas rojas entre sus carnes dulces y niñas, habas y azules. Y también las amapolas rudas del animal de julio rompen sus extrañas rosas, albas e inconquistables, y parecen dos carcochas velludas de basura sus pulmones pálidos rosadamente tirados.

Las brujas y los magos entonces corren como un circo entre cabras negras, payasos judíos y torres; y la panza herida bajo burro de tropas, (soldados babeantes de hollín, uniformes rosadamente ebrios  de rameras blancas y sucias), yace picoteada en fresas y bocas de niebla desde esas santas podredumbres hasta esas moles bohemias y rotas en cal y rosas de papel.

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Guillermo Chirinos Cúneo (La Punta, 1941-Lima, 1999)
Vallejo & Co.

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