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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

domingo, 19 de agosto de 2018

álvaro ruíz / decadencia y demolición de reina victoria 6924












En Reina Victoria nada existe ya
quizás las formas troncales del viejo
nogal
al número 472436 nadie responde ya
la terraza está llena de recuerdos
astronómicos
en Reina Victoria ni los muertos
responden ya.
En Reina Victoria corrió una acequia
en sus aguas navegaron todas mis
improvisadas embarcaciones
todo violáceo lirio era símbolo mío
los perros finalmente fueron perros en
las horas de sus muertes
las fosas eran debidamente paleadas
rectángulos olorosos tierra adentro.
En Reina Victoria toda mi vida corrió
detrás de un canal
una huella me conducía a la carpa de
Violeta Parra
yo nunca entendí qué cosa exacta
ocurría allí.
En Reina Victoria yo nada tenía
contra el quintral en los álamos
Barrales nada alarmante nunca
advirtió
mientras él existiera nada sería para
mal.
Pasaron los años y Barrales no
comprende qué pretendo decir.
En Reina Victoria todos sonaban una
campana
yo quisiera poseer esa puerta
telefonear al número 472436
y asi regresar saltando los muros a
orillas del canal.
En Reina Victoria yo nunca tuve un
amor
las beldades eran todas castas
cabelleras al viento y buenas para
rezar.
En Reina Victoria las pendencias me
hicieron prudente
pero ante las injusticias y la muerte
más vale ser valiente
por eso guardo una pistola calibre 45
como señal victoriosa.
En Reina Victoria los alhelíes sangran
las maderas suenan como en los
poemas de Cárdenas
la noche se levanta y toma por asalto
mi último sueño.
En Reina Victoria los príncipes portan
corvos
mientras los muros del principado son
horadados
así, de este modo, el paisaje fue
ultrajado y prósperamente
pavimentado.
En Reina Victoria mi Honor de
Ciudadano explosionó.
En Reina Victoria cortaron el agua, el
gas y la corriente eléctrica.
En Reina Victoria todos se fueron y
nadie responde al número 472436.

***
Álvaro Ruíz (Ottawa, 1953)

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