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El 11 de diciembre de 2025, la comparecencia infinita terminó su fase de actualizaciones diarias. Agradecemos a todxs lxs lectorxs e colaboradorxs. Sin su apoyo no habría seguido adelante este proyecto que nació en abril de 2017 y que vivió un período de inactividad desde el 12 de diciembre de 2018 hasta el 10 de febrero de 2020. Este año homenajeamos también a Jorge Aulicino, escritor y poeta argentino que nos ha dejado el pasado julio, sin el cual no habríamos llegado al formato de actualizaciones diarias. La siguiente fase de la comparecencia infinita será de actualizaciones inusitadas, destellos e intermitencias en la bandeja de correo de cientos de suscriptorxs y de miles de lectorxs. A lxs colaboradorxs pedimos que sigan enviando material, será, como siempre, bien recibido. Volveremos, pero a pequeñas dosis esporádicas. Hasta cuando sea, gracias totales.

domingo, 12 de noviembre de 2023

felipe garcía quintero / el vacío del aire











1.

En la muerte las palabras a la muerte.

Humo de victoria, huesos y más huesos el tributo.

A la cima del aire, el eco roto de un cielo interrogo.

2.

El silencio del cuerpo:
la desnudez en que duermes. El sueño que te cubre.

3.

Si el eco del sendero respondiera a nuestro silencio de ser piedras del río abandonado por sus aguas.

Si la muerte se alejara con el canto. Me digo.

4.

Al camino de la voz vacía. Mi silencio de ti, tuyo.
Perfecto deseo de ser nada.

5.

Un gesto es apenas el nombre. Otro el rostro.

Y en la suma del vacío, la resta del cuerpo brilla.

Mas, si lo que se despide de las manos, de las manos brota ¿Es la ausencia la escritura?

6.

Sí, miro mis ojos: vicio de oscuridad.

Y el cuerpo en que insiste la vida —agua primera, fuente antigua— el único camino escrito por la noche.

7.

Cruz del infinito
¿Quién puso el cielo en tu nombre?

8.

La muerte te hace animal humilde. Repito.

9.

Si todo lo que calla es un perfume, en la rosa de la espera florece la espina.

10.

Como fiebre de río, ahora vagar desnudo, de piedra en piedra, sin al cabo tocar las puertas de una oración.

11.

¡Oh!, el viento en la piedra: silencio del aire.

12.

Y feliz va el niño que fui entre la multitud perdido.

A la sombra del mediodía juega en el laberinto de una ronda.

Con la oración viene mi noche. Llega con el llanto del cuerpo mudo.

13.

Donde la infancia sueña, la mirada despierta junto a las piedras.

Y el miedo entre los árboles, otro follaje.

14.

Recibe la ausencia de esa mano que espera.
Escucha tu mano sembrar en el miedo tu cuerpo.

Rodar de piedras: música humana.

15.

¿Casa, el lenguaje?
¿Vivos, la vida?

16.

Cuando las cosas acallan la voz de las cosas, sólo quien retirado del mundo habla de su mundo entiende tanto silencio:

el vacío del aire.

Cuando el lenguaje —agua de ruego— es piedra de sacrificio.

17.

Soplo a soplo la piedra es viento
y arde el aire soplo a soplo
en la sangre las llamas del cuerpo.

18.

Vuelve la pregunta lejana en su eco. Me digo.
Como el espejo no cesa de mentir que estamos vivos. Repito.

19.

Saber de las alturas: un animal más

el aire.

20.

Qué es una oración de domingo, sino la voz acallada del que enciende la cerilla de la vida en las manos, como una luz de ceniza, para los labios, donde el rojo no quema.

21.

Y muerto flota el río sobre el agua.

22.

Pregunto a mis ojos por mí.

Con mi voz —pastor del aire— me abrazo en silencio a este corazón cansado de repetir sin cesar su fin.

23.

Pero ¿A quién entregar, piedra por piedra, las ruinas de la voz?

Ese rostro donde jamás estamos.

24.

Cuerpo deshojado
el aire que respiro.

25.

La voz oscura entre los pasos camina.
Y mi sombra —vacío encendido— es la espera del cuerpo.

26.

El vacío, esa montaña del aire.

***
Felipe García Quintero (Bolívar, 1973)

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