sábado, 22 de noviembre de 2025

nuala ní dhomhnaill / dos poemas









Vínculo

*

Si pongo mi mano sobre el refugio sagrado,
si levanto un puente sobre el río,
todo el trabajo de los artistas
se habrá venido abajo con la mañana.

Por la noche llega una barca río arriba
y a bordo una mujer de pie.
Una vela enciende sus ojos y en las manos
lleva dos remos.

Saca una baraja de cartas,
‘¿Jugamos a las prendas?’ pregunta
Jugamos y me gana una y otra vez
He aquí su triple amonestación:

No comerás dos veces en la misma casa
no dormirás dos noches bajo el mismo techo,
no amarás dos veces en la misma cama
hasta que la encuentre. Le pregunto dónde vive,

‘Si fuera oeste te diría este’ dice, ‘si fuera este entonces oeste’.
Se aleja en medio de rayos y centellas
dejándome encallada en la orilla.
Dos velas encendidas me acompañan.

Y dos remos. 

~

Hogar

*

Aquí os presento, más o menos, mi hogar,
el hogar que llena de gozo mi corazón.
En la sala de estar, se encuentra mi hermana Aoife
en cuclillas va juntando peniques
que se cayeron detrás del sofá y del piano,
los últimos legajos de la fortuna que despilfarró,
ella dice que el motivo de que se fuera tan rápido
es que aquello que atropas de espaldas al diablo
lo pierdes de nuevo bajo su barriga, qué le vamos a hacer.

En el baño está mi tío Donal
sumergido como un submarino en la bañera.
Se cree que con la cabeza bajo el agua
nunca nos daremos cuenta de que está ahí.
Me llevo bien con él, conozco toda la historia,
la razón por la que tiene miedo de las habladurías.
Cuando paso doy tres golpes en la puerta,
señal de ‘Todo despejado’.

En el salón, no hay fuego en la chimenea.
Toda la habitación está tomada por un gran árbol.
Sus raíces se extienden desde debajo de la uña del pie de mi hermano,
las ramas crecen atravesando el tejado y las vigas.
Dicen que es una maldición que le echó cierta muchacha
al forzarla él con sus manazas una vez,
hace siglos, en los cincuenta.
No deja de tomarse aspirinas para el dolor.

En el dormitorio principal, detrás de la cama de matrimonio,
hay un ropero grande con la puerta verde.
Detrás de él se encuentran dos niños medio tontos
que nunca salen, así haga sol o caigan chuzos.
Los guardan ahí dentro, como a los Bebés Peludos
que vivían arriba en Tralee.
Ninguno de nosotros sabe con certeza quién es la madre;
todos nosotros nos avergonzamos de que hayan nacido.

Abajo en el sótano encontrareis al bardo,
un primo carnal que siempre estuvo de los nervios.
No hacía más que arrancarse por ripios poéticos,
Y nos hubiera dejado sordos de no haberle amordazado.
Le pusimos la chaqueta de fuerza –
está hecho una furia demoníaca, en fin.
Cuando le da, se levanta y sube con nosotros
cualquiera diría que está viendo una cosa con cuernos arrastrando
una cadena.

En la habitación secreta que veis al final de las escaleras
hay una vieja que está siempre maldiciendo.
Nadie le hace ni caso, especialmente
cuando dice a gritos que es Caitlín Ní hUallachain.
Hablé con ella una vez cuando aún no estaba demasiado tocada
y me dijo que su verdadero nombre era Grace Poole.
No tengo la más remota idea de lo que estaba hablando
y si la tuviera, tampoco me atrevería a musitar su nombre en Irlanda.

Fuera en el tejado, habitante de un viejo baúl de embalaje,
está un viejo que se esconde de la multitud.
Tienes que cruzar el puente de tablillas para llegar a él
y no le gusta la gente que le viene con preguntas.
Dicen las malas lenguas que vive la vida alegre
con un harem de casi trescientas amantes.
Dicen las malas lenguas que mató a mi madre.
Dicen las malas lenguas que es mi abuelo. 

***
Nuala Ní Dhomhnaill (Lancashire, 1952)
Versiones de Mia Smyth y Rosana Herrero Martín

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