sábado, 18 de octubre de 2025

polina barskova / auschwitz-birkenau, una guía turística para estudiantes estadounidenses


I
Cuando el minibús se acerca al pueblo polaco de Ausch.,
me siento entumecida. Mi pneuma, una
                                                 encía cortada,
un juego para un dentista, la somnolienta Brujas de Rodenbach.
Me concentro en moverme como se mueve el agua en los canales, lo cual
                      no es así. Me agito,
y unas sombras locas interrumpen mi entumecimiento.
Todas estas Roses, Ludwigs, cuidadosamente numeradas para nosotros,
para contar, para volver a contar a través del gas.
El recuento fue indirecto: cuencos, prótesis, gafas con montura roja,
zapatillas de hadas con cordones negros,
maletas, cabellos, cenizas, cielos caídos,
la mano de una estudiante morada por el frío
agarra un paraguas. Un cuco
de Birkenau, ¿cuántos años más
visitaré barracones educativos?
Frío, frío, frío, calor:
el escondite de la conciencia civilizada.
Estoy entumecido, excepto por la vergüenza
de esparcir cenizas de Marlboro
sobre las cenizas hechas aquí, derramadas aquí.

II
Esta piedra es un monumento a alguien.
También lo es una nube, un cigarrillo, una amapola, un perro...
Lo que nadie puede llevar consigo a la noche,
llevándolo, nadie se quejó.
Este árbol aquí, el banco WC buttercup...
La basura del horror, la suciedad de la desesperación,
Vanidosa, adornada y duendeada, yo
Te la llevo... Mira esta película
De cosas, girando como en un sueño:
Un pince-nez maltrecho guiña el ojo,
Una olla resopla como un cerdo, Un despertador cuadra la noche,
Un lápiz roído raspa:
Nuestro Maestro, que nos alimentas y sacias cada día,
aquí estamos, encantados de ayudar,
pero ¿cómo?
Esta piedra es la última señal de ti.
Un punto. Sin exclamación. Astilla. Espiga. Grano.

***
Polina Barskova (Leningrado, 1976)
Versión de Nicolás López-Pérez a partir de la traducción al inglés desde el ruso de Valzhyna Mort

/

Auschwitz-Birkenau, A Guided Tour for American Students

I

When the minibus nears the Polish village of Ausch.,
I feel numb. My pneuma, a
                                                 cut open gum,

a game for a dentist, Rodenbach’s drowsy Bruges.
Focus on moving the way water in channels moves—which
                      it doesn’t. I stir—
and mad shadows disrupt my numbness.

All these Roses, Ludwigs, thoughtfully numbered for us,
to count, to recount through the gas.

The recount was roundabout: bowls, prosthetics, red-
framed glasses, fairy slippers laced black,

suitcases, hairs, ashes, sagging skies,
a hand of a female student purple from cold
clutches an umbrella. A cuckoo
of Birkenau, how many years more
will I visit educational barracks?
Cold, cold, cold, hot:
hide-and-seek of the civilized consciousness.

I am numb except for the shame
of brushing Marlboro ashes
on the ashes made here, shed here.


II

This pebble here is a monument to someone.
So is a cloud a stub a poppy a dog—
Whatever no one can carry into the night,
carrying it, no one complained.

This tree here WC buttercup bench—
the garbage of horror, despair’s filth,
vain, adorned, and duende’d, I
carry to You—watch this film

of things, whirling as in a dream:
a battered pince-nez winks,
a cooking pot snorts like a pig, an alarm clock squares the night,
a gnawed pencil scrapes:
Our Master, daily feeder and quencher,
here we are, glad to help—
but how?
This pebble here is the last sign of you.
A point. Of no exclamation. Splinter. Spike. Grain.

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