La memoria es una sobrevida.
Mientras me inclino para besarte
para acariciar tus senos
pienso en la sobrevida que me sobrevendrá
en tu memoria
viviré más allá de mis años
en el escorzo de tu cuello tan blanco
como la luz lunar
una noche, en Calella,
mes de agosto,
año dos mil seis,
Viviré más allá de mis años
en tu memoria de mujer nocturna
que mira desde el lecho
la ventana por donde una ciudad como un cuadro
de Richard Estes enciende y apaga sus luces
en medio de los carteles de Bancos y de Cajas
de autos y oficinas
Viviré más allá de mis años
en tu memoria
de mujer que al amarme se ama en mi amor
y recordarás el edredón de plumas
con el que cubrías tu desnudez
y la botella de agua caída en medio de los besos
y la luz del televisor mudo
que iluminaba blancamente nuestros cuerpos
oscureciéndolos a veces
como ojeras en medio de la piel
La memoria es una sobrevida
Mientras me inclino para besarte
sé que vivo dos veces
la vez de esta noche tibia de otoño
en la que te acaricio con las manos
con los dedos con el pensamiento y con la voz
y la sobrevida de tu memoria
donde nos amamos
más allá del tiempo
en medio de la ciudad iluminada
y silenciosa
que no duerme
porque estamos en vigilia
vigilia del goce
vigilia de amor.
Cristina Peri Rossi (Montevideo, 1941)
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