¡Cuánto amé las metáforas!
Dios, cuánto disfrutaba
su resoplido en torno a mí,
su piafar de caballos agitados -
Les ponía la brida y ¡adelante!
Les soltaba la rienda, y sólo a punto
de desbocarse ya, la recogía,
tirando y refrenando, con el doble
placer en ambos brazos,
de galopar y detener.
Hoy les vuelvo la espalda.
Voy pateando las piedras de la plaza.
Sólo un músculo tiembla con el ruido
De una que otra que viene por la espalda
Y me apoya su testa nervuda sobre el hombro.
***
Ágnes Nemes Nagy (Budapest, 1922-1991)
Versión de Rodrigo Escobar Holguín y Vera Székács
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